Dos luchas: Una como obreros, y otra como proletarios, una anticapitalista y otra antiburguesa

En régimen burgués, la lucha entre patronos y asalariados[1] no cesa: Los primeros son los capitalistas quienes se esfuerzan por minimizar los salarios directos, o sea, la paga semanal o quincenal, así como todos los demás desembolsos patronales complementarios que al obrero le toca manipular mental y físicamente, vale decir: Herramientas varias, máquinas y materias primas directas e indirectas. Los segundos luchan por mejoras salariales para que su ingreso semanal o quincenal les permitan cubrir una cesta básica digna, y que si suben los precios impuestos por aquellos patronos en su conjunto, digamos, en el mercado, aun así el volumen de su cesta permanezca más menos constante, más o menos mejorada.

Esa es una larga lucha comercial cargada de valores comunes entre patronos y asalariados. Estos últimos se fijan como meta salir de la pobreza dentro del sistema burgués y hasta mezclarse y asociarse con el patrono rico. Estos asalariados en sus querellas de fábrica con los patronos por mejoras salariales luchan también por la conservación de las clases de capitalistas y de asalariados. Es de esperarse que en esa lucha tienda a privar la lógica de una sana relación laboral, pero, si el patrono se enriquece cada día más, ¿por qué se mantiene pobre el obrero durante varias décadas? Sólo la alienación sufrida por el asalariado con sus metas de enriquecimiento individual, su repulsa a la comunión de intereses obreriles y a la competencia entre los trabajadores en búsqueda de las mejores funciones asalariadas usualmente con cargo al desempleo de otros.

Las ganancias ofrecen enriquecimiento a mediano y largo plazos mientras los salarios sólo ofrecen pobreza permanente y hasta miseria a largo plazo. Esta lucha tecnocomercial, de infraestructura, podría decirse, se ha perpetuado en los tiempos modernos y presentes.

La otra lucha es ideológica y de escasa concreción puesto que solo se lleva cabo en momentos críticos de pleno antagonismo entre la burguesía y el proletariado. Esta lucha se escenifica fuera de los talleres laborales capitalistas y fuera de las fábricas. Es una lucha ideológica o extraeconómica, extra laboral y superestructural.

Corolario: No son ni será los asalariados quienes enterrarán al capitalista; lo harán los proletarios. La empresas y fábricas en general son lujares de producción de valores de uso, de luchas comerciales por más dinero; las calles, las casas, los hogares son sitios para el debate burgoproletario donde el interés y fin de esta lucha es el cese de las clases sociales.

 


 

[1] Esta entrega también forma parte tentativa de mi nueva obra: Praxis de El Capital II.



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Manuel C. Martínez


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