Mi palabra

¡El racismo está vivo!


“El deporte tiene el poder
de transformar el mundo.
Tiene el poder de inspirar,
de unir a la gente.
Tiene más capacidad que los gobiernos
para derribar barreras raciales.”
Nelson Mandela

Todos los medios de comunicación, tanto hablado como escrito, no han dejado de resaltar en los últimos días, la llegada a las grandes ligas, del primer hombre de color (negro); para otros sencillamente una persona negra, como lo fue Jackie Robinson. El 15 de abril de 1947, fue el día, que “rompió” con la discriminación racial en el deporte estadounidense; para muchos compatriotas puede que no tenga ninguna trascendencia; sencillamente adoran la vida norteamericana, como si vivieran en un paraíso; en ningún momento se detienen un instante a examinar, la cada día más anarquizada y anhelada sociedad de los dólares; donde cada momento aparece un trastornado y en un santiamén deja un reguero de muertos y heridos.

Han pasado exactamente 67 años, desde el momento, cuando Jackie Robinson se vistió con el uniforme de los Dodgers de Brooklyn; su presencia en un campo de juego, se convirtió en un desafío al odio y al terror, engendrada por una ideología amparada por el gran capital, amo y señor de todo el movimiento deportivo norteamericano. Se habla como un hecho, del fin del racismo en el deporte, pero, lo lógico es que se diga: se dio el primer paso contra la discriminación, porque cada momento aparecen enardecidos desadaptados, exteriorizando lo que llevan guardado en el infinito de su conciencia; pensamientos tan vergonzosos y repugnantes como los expresados por Donald Sterling, dueño de los Clipper de los Ángeles, equipo del Basquetbol norteamericano (NBA).

Este acaudalado millonario, denigró de los afroamericanos (de los negros) en una conversación grabada con su novia: "Puedes hacer lo que quieras todos los días. Puedes dormir con ellos, puedes hacer lo que te apetezca. Lo poco que te pido es que no los promociones... y que no los lleves a mis partidos. No traigas gente negra a mis partidos”.

Esto demuestra una realidad incuestionable: el poder del dinero impone sus pautas; quien no lo entienda, sencillamente trata de ocultar la verdad de una sociedad, cada día más enferma.

Las palabras de este empresario deportivo, han desatado un huracán, precisamente, cuando el campeonato norteamericano se encuentra en una de sus fases finales, y su equipo está disputando una de las semifinales. La reacción de los jugadores ha sido ejemplarizante, rechazando una actitud totalmente negativa, que en nada contribuye a las buenas relaciones humanas. En una demostración de total desacuerdo, se quitaron las camisetas de calentamiento; hicieron una práctica previa a un partido, con la camiseta volteada, y además exhibieron pulsera y medias negras; una clara y contundente reacción; acción sin precedente en el deporte de los Estados Unidos.

Si, después de 67 años, todavía escuchamos palabras llenas de odio, solamente por el color de la piel, hagamos una imaginación, si, estuviera por medio el poder, como ha sucedido en nuestro país, donde no han respetado nada. El autor de esas infames palabras, tiene 81 años, es decir, vivió la efervescencia del racismo norteamericano; es un “poderoso”, que poco le importa, ofender, tratando de humillar a seres humanos por el solo hecho de ser negros, hiriendo al propio Presidente Barack Obama, quien es un verdadero mulato: hijo de negro con blanca; su reacción fue rápida, pero cautelosa: “Cuando un ignorante habla para evidenciar su propia ignorancia no puedes hacer nada”.

Las respuestas de consagrados exjugadores no se han hecho esperar, entre ellos: Michael Jordán, considerado el mejor de la historia, quien se expresó de manera tajante: “No podemos permitir esto”. El jugador activo Kobe Bryant, fue al grano sin ningún tapujo, pidiendo la expulsión del desbocado Donald Sterling, quien por lo menos tuvo la “vergüenza” de no asistir al último partido de su equipo.

Este caso aparece, con otro parecido del futbol español, cuando trataron de agredir a Dani Alves, quien se tomó el episodio de manera folklórica, pero, quedó encendida la mala imagen de un desadaptado lleno de odio, porque a odiar también se aprende, cuando se pierde la humildad, y empiezan a brillar los intereses económicos; para muestra un botón: tengo dos amigos, hermanos de padre y madre; su papá fallecido; su mamá una mujer muy humilde, sincera, con una sonrisa agradable, y llena de un profundo de amor por sus hijos, pero, siempre existe un “pero” ; uno de ellos, siempre se ha codeado con personas, ubicados en un estrato social por encima de su origen; el otro un profesional, viudo a temprana edad, enamorado de una humilde mujer, honrada, pero no es del agrado de su hermano menor; cada momento le reprocha la relación amorosa ¡Esa mujer, no te conviene, no está a tu nivel!.

Eso se llama desprecio por sus semejantes, como lo hizo el adinerado Donald Sterling, y el desquiciado, que le lanzó el plátano a Dani Alves en pleno juego en Villarreal.







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Narciso Torrealba


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