El puntofijismo

Los acontecimientos que sucedieron en Venezuela a partir de 1958 no fueron de naturaleza apropiada a estimular el desarrollo y la circulación de las ideas. Sin embargo, las fuerzas nuevas que germinaban en el seno del pueblo venezolano se manifestarían bien pronto a través de múltiples exponentes intelectuales.

Los gobiernos puntofijistas de 1959: Los teorizantes llegados al Poder sin visión muy precisa de la realidad social y ya temerosos de llevar una revolución hasta sus últimas consecuencias, dejaron incólumes todo el poder material y todos los resortes de acción en manos de las clases conservadoras, del antiguo régimen, que, desposeídas del mando político, temían verse pronto desposeídas de su privilegiada situación económica. En realidad, no hacía sino proseguirse el proceso iniciado al abrirse el ciclo revolucionario. La burguesía venezolana, que tenía interés en desembarazarse de la tutela y privilegios de la dictadura, no pasaba de tímidos ensayos por miedo al cuarto estado.

Los políticos de 1959 no supieron llevar a cabo esa revolución que hubiese desarraigado el poder material de la burguesía y las instituciones de carácter colonial, democratizado el Estado y sus instrumentos, apoyándose en las clases populares todas que estuvieren interesadas en la desaparición del viejo régimen. Llamando las cosas por su nombre, sabemos que había que empezar por transformar el sistema de propiedad de la tierra, por liquidar todo residuo latifundista, por transformar la FFAA (por un sistema todo lo contrario del practicado: crear una verdadera Fuerza Armada Nacional y no de soldados de oficio) La obra legislativa del puntofijismo estaba tan lleno de contradicciones como los partidos y las ideas que lo representaron.

En cuanto a la clase trabajadora, la izquierda trasnochada de cafetín y comunistas light no contribuyeron en nada a arreglar la situación. Privó a los gobiernos de la alianza o de la presión de los trabajadores, ignorando así la verdadera situación. Las limitaciones proselitistas de las izquierdas fueron sin duda la procedencia social de sus dirigentes: de la media y alta burguesía, buena parte de ellos. El yo en este caso base de la empatía y de la acción incitante no funciona por la disparidad de actitudes, que se proyectan hasta en el contenido de las palabras. El timbre de la voz y la conformación del gesto.

Las lealtades primeras del hombre común son feudales. Llevan el sello del compromiso. El Estoy con usted con o sin razón. Betancourt firmó ese compromiso de fidelidad hace más de sesenta años. El país cambia, madura, evoluciona. La sumisión política ya no es tan incondicional al hombre como la idea. Betancourt no tenía vigencia entre los intelectuales y universitarios y en buena parte de los jóvenes de clase media. Ya su palabra difícilmente los persuadía. No encajaba. No llegaba. De sobrevivirse por varias décadas observaría, sin lugar a dudas, la mengua progresiva del caudal electoral. Pero por los momentos continuó su ascendiente sobre el pueblo venezolano y era lo suficientemente significativo, como para suponer que a pesar de los arcaísmos de la maquinaria partidista y de los errores de sus colaboradores en función de gobierno.

La conmoción revolucionaria que experimentó la Venezuela chavista durante estos últimos 15 años fue también una revolución de las conciencias. Las mayores posibilidades de difusión oral y escrita del pensamiento, la incesante problemática de la vida política y social, dieron lugar a la cristalización de diversas corrientes del pensamiento. Una nueva etapa iba a comenzar. Como primer acto de la misma. El socialismo era Institucionalizado.

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos héroes de la Humanidad!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Patria Socialista o Muerte!

¡Vence remos!



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Manuel Taibo


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