¡La dama, el caballero y los ladrones!

Cuanto más me atacaban y me perseguían,

más contribuían a alimentar el mito...

Hugo Chávez:.

Mi primera vida.

Conversaciones con Ignacio Ramonet

Todo pequeño burgués reproduce fielmente el nauseabundo mundo de donde proviene. No hay manera de que se produzca cambio alguno en su conducta. Nacieron creyendo que eran el santo y seña de una sociedad en donde los demás son: incultos, ordinarios, chabacanos, vulgares y, sobre todo, seres despreciables. Ésa es la condición sine qua non de la burguesía criolla. Miran por encima del hombro a todo aquel a quien consideran una cosa inexplicable de la naturaleza y buscan formas disimiles para poner de manifiesto su condición de clase. Los apellidos, la casta, el pedigrí, la procedencia y cuanta estupidez se les ocurre... Se los puede ver cuando se bajan de sus glamurosos autos esperando a que, el casi invisible chofer, les abra la puerta; pero sin que cruzar palabra alguna con ese lumpen. Existen exquisitas damiselas que se ofenden a rabiar, si ese insignificante conductor no le abre la puerta para que ella pueda deleitar al mundo con la ubicuidad de su presencia.

La dama, el caballero y todo el arsenal de ridículas costumbres, impuestas por los años de servilismo colonial, hoy se mantiene intactas. La ultraderecha mundial, la misma que mandó asesinar a venezolanos(as) en abril de 2002 y que luego ha repetido sus acciones con apenas algunas variantes, pero apostando siempre a los mismos resultados. El servilismo cultural al cual hacemos mención es una condición innata de todo el andamiaje con que operan quienes se han propuesto liquidar la Revolución Bolivariana no importa los métodos, porque el fin es lo que realmente importa. Antonio Gramsci, desde la cárcel, ya nos había alertado acerca de los sempiternos peligros que va dejando ese terrible entramado de la hegemonía cultural. Sabemos que es la consecuencia directa de de la imposición, por siglos, de una cultura sobre la otra... Bourdie, años después, nos dirá que son manifestaciones concretas de la violencia simbólica que poco a poco hace de la excepción la regla.

Sin embargo, que muchos de estos estamentos de irracionalidad social formen parte del devenir de las exquisitas clases sociales que nos adversan, no desde el 1998 sino desde siempre, es hasta compresible en términos de la esquizofrenia clasista en la que viven. Toda una larga tradición literaria muestra cuál ha sido el histórico comportamiento de los que creen tener sangre azul en las venas. Pero que en nuestras filas se repitan estas atrocidades, sí es imperdonable. Propalar los comportamientos ridículos de las clases dominantes, en los espacios donde la Revolución vino a cambiar todo eso, es inaceptable. Las damas y los caballeros cuyo derrame de elegancia y costumbres refinadas se pueden quedar en la alcantarilla de donde salieron. El pueblo llano, de a pie y que tanto ha sacrificado durante estos últimos años sabe que esos esperpentos no representan los verdaderos valores del socialismo del cual nos habló el Comandante Supremo. Él mismo fue la demostración más contundente de la humildad y la entrega. Y no escribo para congraciarme con nadie. No lo necesito. Lo escribo porque eso queda sembrado en el corazón de quienes lo vimos tantos años dando literalmente la vida por los más humildes: “Yo no soy causa. Soy consecuencia”, dijo el día que asumió la presidencia en febrero de 1999.

Otro punto curioso de la pseudo conformación de estatus de los ungidos por la alta cultura, es que hicieron creer al mundo que ellos no tenían razones para robar, pues son “ricos de cuna”. Ustedes deben recordar aquello que solía decirse hasta en tono de burla: Fulanito de tal se dedica a la política para ayudar a los más necesitados porque en verdad que él no necesita eso... ¡Falso! Esos bichos son unos verdaderos alacranes que son capaces de comerse a su mamá si fuese necesario. Hoy lo sabemos: los hijitos de papá (de la ultraderecha), no se dedican a la política por aburrimiento. Eso es una falacia. Pero, vuelvo a repetir, si lo hace la ultraderecha, uno siente que esos son los antivalores que andamos combatiendo; pero que lo haga una parranda de farsantes infiltrados en la administración pública: ¡ES INACEPTABLE!.

No podemos permitir, por miedo, que los ladrones de la ultraderecha nos restrieguen sus actos de inteligencia, es decir, sus robos, sus atracos administrativos, sus desfalcos, sus cooperativas chimbas, sus nóminas paralelas, su recurrente falsificación de facturas: área en la que son unos verdaderos artistas del delito. ¡Qué vergüenza que no solo traigan su servilismo y su clasismo social, sino que además nos insulten con la fortuna que de la noche a la mañana ostentan!. Por eso es que todo ese marasmo de bazofia que arrastran la dama, el caballero y los ladrones son una maldición ambulante. En sal y agua se les convertirá lo que le han robado al pueblo venezolano y como las propias inmundicias ambulantes que son, jamás podrán tener el respeto de nadie porque nadie respeta a esos ladrones con los que tropezamos y de una agachan la cabeza.

Llegó el mes que nos recuerda a la Venezuela digna: ésa que renació de las cenizas un cuatro febrero.

¡CHÁVEZ VIVE Y VIVE!

¡LA LUCHA SIGUE Y SIGUE!



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Isaías Cañizalez Angel

Poeta y comunicador de calle, registrado con el número 14880, del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información (SIBCI). Premio Nacional de Poesía Fernando Paz Castillo (2010). Premio Municipal de Poesía (Trujillo 2003). También es autor de Ceremonia de lo adverso, Las buenas Razones, Cuaderno Palestino, La Tierra & El Fuego y de Otoño en Pekín: Crónicas de otro viaje. Es Magíster en Estudios Culturales de la U-ARCIS de Santiago de Chile.

 i.canizalez@hotmail.com

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