Tramo final de Chávez clave de la nueva revolución

            Existe un Evangelio poseedor de la autoridad para proclamar el surgimiento de la estirpe iluminada, desde siempre nos acompaña, su fuerza vital descansa en quienes en verdad somos, y solo lo descubrimos cuando somos capaces de alcanzar los extremos en nuestras renuncias. La sola exposición al mismo nos hace radiante en sentimientos, pensamientos y acciones. Su curso nos conduce a la inevitabilidad del Ser real que siempre hemos sido, y que por milenios ha permanecido oculto cual arcano salvador en el lugar más accesible y menos procurado por los hombres y mujeres que conforman este magnífico proyecto en construcción de la civilización humana.

            Ya lo dijo el Maestro Casado Soler: El hombre no necesita de apremios, sino ser tocado en su conciencia. Un Evangelio es una buena nueva que estimula las fibras recónditas de la más pura esencia de los seres humanos, nos estremece porque nos define como somos. Es una alta impronta que comienza brillando desde la más fría oscuridad de nuestras personalidades. Estamos viviendo en la era de las revelaciones, mas sin embargo no es la luz del conocimiento la que por sí sola nos conducirá hacia la suma de la mayor felicidad posible. En si somos fuente infinita de la sabiduría cósmica.

            La naturaleza dialéctica del pensamiento y accionar humano nos debe conducir a la transformación de todo el campo doctrinal con el que hemos sido capaces de afrontar los desafíos de la existencia humana. Navegamos en un mar de teorías, y desde estas lides, donde liberamos la energía con la fuerza de las palabras nos enredamos a niveles de confusión entre los innúmeros conceptos, dogmas y  sectarismos de todo tipo y género. Tenemos que superar esta marea ideológica que limita nuestro potencial natural. Esta enredadera teórica nos distancia cada vez más de la fuerza motriz de todas las revoluciones: El Pueblo.

            Un contacto visual de amor con nuestro prójimo dice más que todos los tratados académicos dictados en las solemnes aulas de todas las universidades del planeta. Imagínense cuan poderosos somos, que capacidad poseemos, si solo fuéramos capaces de pasar a la acción. Si nos decidiéramos al servicio desinteresado por nuestros semejantes, si tan solo amaramos, únicamente eso, en lugar de estar enredados en teorías inútiles que solo sirven para darles bombo a la vanidad de los hombres y mujeres que la producen; sin embargo gastamos preciadísimo tiempo en estudios que poco a poco nos van mutilando nuestras innatas capacidades para entregarnos a los demás, nos inmovilizan hasta dejarnos totalmente invalidados.

            La batalla no debería ser de las ideas que inmovilizan, debería ser contra todo aquello que nos niega la oportunidad de ser, la batalla para amar de verdad a pesar de la naturaleza pecaminosa con que nacemos, Cristo ha sido el más grande Revolucionario, sus enseñanzas desarman la maldad, solo llevarlas a la práctica transformaría las sociedades  en hermandad perpetua. 

            ¿Seriamos capaces los Revolucionarios de Amar a nuestros Enemigos como nos lo mando Jesús? ¿Qué efecto tendría en el seno de los pueblos la respuesta de Amor para aquellos que se consideran nuestros enemigos? Cristo nos señaló el camino para la Revolución Eterna, nos dejó una enseñanza con categoría de ordenanza en la última cena con sus Apóstoles, Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros (Juan 13,34).

            Ciertamente en los días finales de su vida, nuestro Comandante Chávez, como hombre bueno y amador de su pueblo, termino rendido a los  pies de Jesús. No del Jesús que la Religión ha deformado, sino del hermano que vino al mundo a traernos la luz del Evangelio de la verdadera Liberación de nuestras almas, porque ¿Cómo podremos los que nos autonombramos Revolucionarios conducir un proceso de liberación sin nosotros habernos liberados completamente?

            Chávez se encontraba en el clímax de su liderazgo, aun así nos dio lecciones de humildad, reconoció sus limitaciones, siendo el conductor de uno de los procesos revolucionarios más trascendentes de principio del siglo 21, asimilo el golpe de la enfermedad como encrucijada de la vida que lo llevo a los pisos más profundos de su alma. Allí en su soledad emprendió un camino nuevo, adopto una postura más espiritual ante la vida y los desafíos que sabía que le esperaban,  en lugar de pretenderse sabelotodo, dulcifico su corazón, contrito y humillado despertó áreas de su conciencia que aún permanecían dormidas.

            Fueron 21uno los meses comprendidos desde que anuncio su enfermedad al mundo hasta la noticia de su muerte. Chávez se transformó totalmente, sus ojos se abrieron a la verdad, ya no fue el mismo, Cristo lo hizo un hombre nuevo. Analicemos esos últimos meses de su vida, y nos impregnaremos de la fuerza infinita que dará nuevo impulso a la Revolución Mundial para la Salvación de los Pueblos de la Humanidad. Su intenso recorrido por la vida alcanzo su forma más suave y sublime al final del camino, allí se detuvo y nos señaló a Cristo como el único Redentor de la Humanidad.

pazdominicana3@hotmail.com



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Rafael Guillen Beltre


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