Caracas: Segundas impresiones. Las contradicciones

Mi hijo me escribe tras leer mi crónica y ver mis primeras fotos de Caracas, y me pregunta: “¿Todo está tan limpio?”.

La verdad es que no. A la segunda semana se me presentan las cosas no tan positivas, las negativas, junto a las positivas. Son las contradicciones de un proceso que podría calificar de revolución democrática, pero no aún revolución socialista.

Venezuela ha dado un gran salto adelante con el gobierno de Chávez. Pero hay que recordar que detrás de Chávez siempre estuvo el pueblo movilizado, apretando, animando, participando. Sólo así se puede explicar los cambios sociales que han habido, dentro de ese proceso. Por ejemplo: la entrega de 300.000 viviendas para la gente que no tenía. A los detractores de la revolución bolivariana como atrasada, bárbara, inculta, etc., se les podría poner delante de esa realidad y la que tenemos en nuestros “civilizados” países, donde unas “civilizadas” instituciones como la banca, desahucian cada día a centenares de familias. Y luego tenemos casi un millón de viviendas vacías en el estado español. ¿Es eso más avanzado que poner a disposición 300.000 viviendas para quien no tiene, más aún, para quien no puede pagárselas?

Hay otras cosas. Como las que conté en la primera crónica. Por ejemplo: la participación de la ciudadanía en el proceso constituyente. Una Constitución donde el pueblo ha participado en asambleas, en los barrios, en las empresas, donde ha podido votar y determinar el proceso. Y critican ese proceso los periódicos y medios oficiales de una España cuya Constitución sólo se cambia para ponerse de rodillas a la banca y aceptar que primero se pagará la deuda antes que dar el dinero para los servicios sociales, ¿eso es progreso? ¿O que esa Constitución niegue el derecho a la autodeterminación y diga que los militares son los “garantes de la unidad de España”? ¿O que tengamos una monarquía borbónica, corrupta, chupasangre, en pleno siglo XXI? En verdad es cierto el dicho de que critican la paja en ojo ajeno aquellos quienes no ven la viga en el suyo propio.

Pero, es verdad. Junto a los avances sociales, a leyes muy democráticas, hay muchos déficits. He visto calles muy sucias y rotas. El servicio de recogida de las basuras es un problema manifiesto, que alcanza una magnitud casi de peligro social. Fomenta las ratas, los malos olores, la posibilidad de infecciones. No está resuelto y no se hace caso a los propios trabajadores del servicio de recogida de basuras ni se dispone de la plantilla y medios necesarios.

En realidad me parece que la situación de Venezuela está en un impas tras la muerte de Chávez. O se avanza hacia una revolución de carácter social, o socialista, o todo está en cuestión. Maduro da la impresión de estar contra las cuerdas. Recibir el encargo de Chávez de ser nombrado el sucesor, y tener que afrontar el embate de la derecha escuálida y de parte de la propia burocracia chavista, que cada vez busca más puentes con esa derecha porque quiere convertirse en burguesía -y no sólo burócratas aprovechados, pero advenedizos-, es un difícil encargo. Sobre todo cuando los propios problemas que Chávez no resolvió, ahora ya no pueden esperar.

Pero Maduro responde dando palos a derecha e izquierda. En lugar de apoyarse en la gente trabajadora, la menciona, la adula, pero no permite que actúe independientemente. El caso de Sidor es significativo. Esta es una de las principales fábricas siderúrgicas del país. Sectores sindicales, quizás oportunistamente para buscar su propio prestigio, se pusieron a organizar una huelga por reivindicaciones de atrasos pendientes. Otro sindicato, el mayoritario y más cercano al gobierno, se opuso a dicha huelga. Pero esa huelga y resistencia obrera fue enfocada por Maduro como una conspiración de algunos dirigentes sindicales, aliados a la embajada de Estados Unidos. Incluso si hubo tales contactos, aprovechar eso para atacar a los trabajadores y su lucha, por unas reivindicaciones además parece que legítimas, muestra la absoluta desorientación del gobierno. Los trabajadores de Sidor en Guyana, lo mismo que los que exigen sus salarios, que los que luchan contra los despidos por represión sindical como los Telesur, como los que quieren reabrir su imprenta y que el gobierno expropie, ponerla bajo control y producción de los obreros tras el cierre patronal, como los de la imprenta ABC de Caracas, no son el problema del gobierno. Al revés, son la solución.

Esa contradicción entre lo que espera la gente trabajadora del gobierno y lo que éste hace, es palpable. Hay colas para adquirir productos de primera necesidad, como el papel higiénico. Las colas existen, son visibles, no se pueden ignorar. Y ante las críticas a esta situación no se le ocurre otra cosa a un ministro que contestar: “No tenemos papel, pero tenemos patria” !!! ¡Ni Capriles lo hubiera hecho mejor! Ese tipo de reacción es lo que conduce a la gente humilde al desengaño y a pensar que ya este gobierno no tiene el reflejo que tenía Chávez y que se aleja del pueblo. De ahí que mucha gente trabajadora votara a la oposición en las últimas elecciones y el resultado fuera tan igualado. La carestía de la vida, la inflación, la falta de productos...todo ello hace que haya un malestar creciente. La burguesía alimenta ciertamente ese clima, lo exagera, incluso organiza el sabotaje. Pero la cuestión no es esa. Lo que se pregunta la gente es ¿qué hace el gobierno ante los corruptos, los ladrones, los saboteadores, que no resuelven la situación?

En efecto, el gobierno, Maduro, hablan mucho contra ese sabotaje, sobre la “guerra económica” que padecen las clases populares. Pero no toman medidas. No, al menos, al nivel de la gravedad de la situación. El mismo Maduro arremete, siempre indirectamente, contra los corruptos que están en el gobierno y entre el chavismo. Pero la alianza, la pinza, que está haciendo este sector corrupto del gobierno que quiere ya pasar a otro régimen y convertirse en burgueses “de primera”, junto a los que siempre lo han sido, no puede deshacerse sin la intervención del movimiento popular y del movimiento obrero. Y esos son también atacados por Maduro. ¿Entonces?

Ahí es donde veo la otra parte de la contradicción de esta revolución: la falta de instituciones sólidas de la clase trabajadora, en primer lugar sindicatos, y del movimiento popular. Según veo, el pueblo venezolano tiene una gran tradición de lucha. Es un pueblo “arrecho”. Sus estallidos e irrupciones, son explosivas, enérgicas, valientes, violentas. La burguesía caraqueña teme a ese pueblo que baja de los cerros hacia el centro para liberar a Chávez de la cárcel, para combatir el golpe, para hacer frente al sabotaje dela huelga petrolífera. Es esa irrupción del pueblo lo que hace que haya arrancado conquistas sociales. Pero esa combatividad me parece que tiene un lado débil: no ha generado aún una organización propia. Por ello el papel del gobierno y del líder adquiere un peso enorme.

Pienso visitar centros más industriales del país. Seguramente mi opinión irá matizándose. Y seguiré bailando salsa siempre que pueda. Como hoy, viernes, donde asistiré a una fiesta salsera del barrio 23 de Enero, mi barrio.

 



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Alfons Bech

Militante obrero, y revolucionario marxista. Miembro de de la CCOO, la federación sindical más grande de España. Activista político de L?Aurora y EUiA.

 albech12@gmail.com      @alfonsbech

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