Yo no me callo, aunque provoque

La verdad es que provoca callarse un tiempo y esperar a que muchas cosas se aclaren, para no ser metido en algún saco.

Como dirían en el llano “deja quieta el agua sucia, que se asiente pa que aclare”.

Por una parte están los de siempre, los que se acostumbraron en los últimos catorce años a llevar las riendas y se sienten herederos legítimos de una monarquía democrática que nos permite elegir cada cierto tiempo solo a los que tienen derecho hereditario a estar en la lista de los elegidos.

Por otra parte están los que siempre quisieron figurar pero que, por múltiples razones, no lograron estar en las listas de los elegidos.

Y luego estamos los que miramos los toros desde la barrera y de vez en cuando abrimos el pico para exponer alguna idea, hacer algún comentario o simplemente opinar sobre algo.

Todos terminamos siendo una sola mezcla, donde lo que diga el escribidor ofende al heredero legitimo del puesto de candidato, o al aspirante eterno, o a otro escribidor que esta neutral, o parcializado en algún bando y termina la vaina de los toros desde la barrera en una verdadera gallera, donde los gritos no permiten hablar mucho, ni escuchar nada y los gallos terminan destrozados sin derecho a nada.

Hay que hacer como los del Otro Beta “bajémosle dos a la crítica”.

Nadie tiene derecho a estar en ninguna lista de elegibles, amparado en el derecho heredado en proporción al tiempo que dice estar militando o figurando.

Nadie tiene derecho a ingresar a ninguna lista de elegibles, amparado en el derecho adquirido en proporción al tiempo que tiene aspirando a ser elegido.

Y nosotros los escribidores no tenemos derecho a convertir esta tribuna de lucha contra la manipulación mediática y contra las acciones opositoras, en un campo de batalla verbal entre compañeros de lucha.

Últimamente han sido publicados una gran cantidad de artículos totalmente contrarios a la lucha que mantenemos a favor de la implantación del socialismo; artículos total y descaradamente opuestas al gobierno de Nicolás Maduro y a las acciones de los ministros.

Últimamente han aparecido una serie de artículos denigrando abiertamente contra personeros del partido y contra personeros del gobierno, con la única intensión de minar las bases de nuestra solidez grupal; si es que existe tal cosa más allá del papel.

Mi opinión en tono bajito para que no me manden a callar, cosa que no me importa pues no obedezco ordenes de nadie, es que el partido se deberá reunir en su momento y tendrá que escuchar a todos los que aspiran a un cargo de elección popular, pues se sienten con vocación para semejante responsabilidad y se sienten con cierto respaldo popular; para esto seguramente quienes aspiran a tal puesto tendrán en su “portafolio” un reconocimiento por parte de su entorno, ganado en el tiempo que tienen en la calle tratando de hacer el bien por sus coterráneos.

El partido y quienes hagan las veces de tribunal observador para determinar el método que se usará para elegir a los candidatos, deberá evaluar el respaldo popular comprobado de cada pretendiente y deberá elegir al que más opción tenga de triunfo.

Los que se postulan por derechos adquiridos solo por la cantidad de veces que han asistido a los eventos y reuniones del partido, la cantidad de cafecitos que han brindado, la cantidad de sanduches que han llevado a las reuniones; los que por el solo hecho de ocupar un puesto dentro de alguna organización ligada al partido, o ser amigo, compadre , o aliado de alguien que se cree y siente influyente y que creen que sea quien sea el candidato solo necesitará de la maquinaria del partido para ganar, deberá ser desechado de cuajo.

La única meta deberá ser elegir de entre las filas del chavismo a los que más bagaje tengan en actividades de calle y más conocidos sean en las comunidades; la meta es ganar todas las alcaldías.

En cuanto a los comentarios sobre las políticas del gobierno y el accionar de algunos representantes, la crítica siempre debería ser bienvenida, pero sin el odioso aparatico llamado revolucionometro, pues errar es de humano y lo ideal sería que la crítica conlleve además propuestas.

Últimamente la mayoría de los artículos publicados en Aporrea son replicas a las réplicas de compatriota a compatriota y de los infiltrados que se conocen por el olor a azufre que no pueden disfrazar en sus líneas.

Ya parecemos opositores en cuanto a las costumbres, ¿Será que muchos aún no se deslastran de sus orígenes?


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Oscar Jiménez


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