La Historia falsificada: Maracaibo no fue fundada en 1529 ni Alfínger es su fundador (II)

II

“La historia es émula del tiempo,

depósito de las acciones, testigo

de lo pasado y aviso de lo presente,

advertencia de lo por venir”

Miguel de Cervantes



Si con respecto a las ciudades del nuevo continente americano, tomásemos la posición de Alfredo Tarre Murzi, en un libro titulado Biografía de Maracaibo, lujoso en presentación pero escrito con muchas imprecisiones i errores que hace años comenté en varios artículos de prensa, al decir que no tuvo tres sino cuatro fundaciones, porque antes de la llegada de los conquistadores ya existían estos pueblos, posteriormente aldeas, villas i ciudades, resultaría que de ninguna tendríamos fecha histórica de fundación. De manera que existió una primera fundación indígena quien sabe cuando i, luego, las discutidas de Alfinger, Pacheco i Maldonado. Lo negativo de muchas personas que tratan con la historia, es no querer admitir que hacer crónica, es una cosa i hacer historia otra; así, aunque la segunda se fundamenta muchas veces en las crónicas de hombres que vivieron tiempos pasados, no se puede dar crédito a las narraciones o crónicas de tradiciónes orales o escritas, porque probado está cómo se deforman los hechos, pasados, no solamente de una generación a otra, sino de hombre a hombre i en tiempo relativamente corto. En lo que tiene razón Tarre Murzi es –en el capítulo de Los Fundadores- decir que las discusiones sobre la fecha de la fundación todavía están en pie, es por lo siguiente. “Las discusiones y las dudas tuvieron su origen en los errores y falsedades de cronistas hispano, como Oviedo y Baños, Fray Pedro Simón, Juan de Castellanos, Fray Pedro de Aguado y Oviedo y Valdés, quienes tejieron una bruma de disparates sobre el primer poblado indoespañol que se llamó Maracaibo, a orillas del lago” Luego agrega esto, en lo que no es preciso en su interpretación, como tampoco lo fueron los miembros del Centro Histórico del estado Zulia. Agrega: “Acaso el Hermano Nectario María, un curita tenaz y sabio, nacido para pasar la vida en los Archivos de Indias y entre infolio e incunables de las bibliotecas, desentrañó la verdad en su libro sobre “Los orígenes de Maracaibo”; y tal libro sirvió de base para que el centro de Historia del Estado Zulia, en 1965, estableciera el criterio siguiente”. I expone de seguido el texto del Decreto comentado en anterior artículo. Luego sigue con la idea ya comentada “yo pienso que Maracaibo ya estaba allí, con miles de indios, hermosas mujeres, viviendas y palafitos, ritos y culturas, es decir una indiscutible identidad autóctona, cuando llegaron Ojeda, Vespucci, Alfinger, Pacheco y Maldonado. Por ello debemos decir que Maracaibo es inmemorial en la larga aurora de los tiempos”. Como vemos, hasta en estas expresiones, hai errores. Si hubiese sido un pueblo grande de miles de indios con “viviendas i palafitos” en una parte que es prácticamente el “cuello” del lago (necesario de verse el sitio entre dos costas cercanas que se miran) ¿Cómo es que Ojeda i su gente no vieron ese pueblo o trataron de llegar a él? Estas son las cosas una visión lógica de los hechos o los rasgos lógicos del lenguaje, no puede admitir. Además, fíjense que Ojeda descubre el lago en 1499 i que Alfinger, llega a esta ribera señalada por algunos con una gran laja, en 1529; nos llevaría a pensar que ese pueblo o ranchería como dicen otros, se habría constituido en ese corto plazo de 30 años i no sería inmemorial en la larga aurora de los tiempos .En cambio sí habían visto al pueblo palafítico a la entrada del lago, que los naturales llamaban Venecihuela, de donde se originó el nombre VENEZUELA. Finalmente, admitiendo que no existía en 1499 ese poblado, ¿Cómo de la noche a la mañana i solamente de paso i en acampado provisional, Alfinger pudo fundar una villa? Reconozco como otros historiadores que pudo haber un discreto poblado indígena i que el explorador o conquistador aprovechara para formar un campamento; i Gómez Espinoza (historiador colombo-venezolano) alega que, aunque no formó Cabildo, nombró un gobernador (i hasta aporta el nombre: Hernando de Beteta; ¿No sería un capataz o ayudante simplemente?) i pone dos ejemplos que se contradicen. Alega que, si Juan de Ampíes, admitido como fundador de Coro (inició la ranchería en 1527) i cuando llegó Alfinger en 1529 (después de los convenios de Carlos V con los Welsser) dotó de Cabildo al pueblo, el fundador de Coro debería ser Alfinger i no Ampíes. Sin embargo atribuye a Ojeda (que prefiere escribir con H: Hojeda) el haber iniciado ranchería en el sitio de Maracaibo, con lo cual el fundador según el criterio que favorece a Alfinger, el fundador de Maracaibo sería Alonso de Ojeda. Empero, si es porque establece Cabildo, entonces el verdadero fundador de Maracaibo como efectivamente lo es, resulta ser Alonso Pacheco. Como vemos, si los primeros cronistas de las “Indias” fueron los que enredaron todo, más lo han enredado los historiadores del presente inmediato.

Por otra parte, el título de la obra del Hno. Nectario María, refleja claramente que no afirma que el fundador fuese Alfinger; ha podido titularlo La Fundación de Maracaibo, o Alfinger, fundador de Maracaibo. Lo que realmente hace es exponer los orígenes de Maracaibo i si se lee el libro, se nota que le da parecida importancia a las tres “fundaciones” i que trata de dejar a la posteridad el decidir cual es el auténtico fundador, pues manifiesta sus dudas. Es un plural que deja abierta distintas posibilidades i corresponde entonces a una reflexión con criterios de Filosofía de la Historia, el buscar la verdadera o auténtica fundación. Eso han hecho hombres como Mario Briceño Iragorry i Guillermo Morón, quienes afirman que el fundador de Maracaibo, con todas las de lei, es Alonso Pacheco. Existía prácticamente un ritual o un protocolo de fundación; se clavaba muchas veces un gran madero; se creaba una pequeña iglesia i se establecía el Cabildo con nombramientos de muchas autoridades i funcionarios, se levantaban actas i lo más importante: se enviaba formal participación al rei de España, así como se traían familias constituidas i se buscaba la forma de lograr recursos alimenticios, ganadería, siembras, etc. Por cierto que hai un argumento, no recuerdo de quien –creo haberlo leído en la obra de Gómez Espinoza, pero es de otro autor- que alegaba en favor de Alfinger, el hecho de haberse plantado viñedos i otros árboles frutales en su ranchería, los cuales persistían para 1581. ¡Qué duración i que cuido sostenido e identificable durante más de 60 años! ¿Puede esto ser un “testimonio” histórico? Sin embargo sorprende que personas como Carlos Medina Chirinos, pueda decir que antes que ellos, ningún historiador se había ocupado de descubrir lo cierto alrededor de las tres fundaciones de Maracaibo, Ciudad Rodrigo i Nueva Zamora, pero lo más llamativo que “ninguno advirtió que las dos últimas nada tienen que hacer con la primera”. Además, como si eso influyera se refiere a Alfinger, diciendo que los cimientos de esta ciudad “fueron obra del formidable teutón Micer Ambrosio Alfinger”. Realmente, es poco lo que se conoce de Alfinger i no dejó ningunos cimientos de la ciudad, puesto que despoblada permaneció casi 40 años.

Esta actitud de Medina Chirinos i los miembros del Centro Histórico, deslizaba, además una falacia. Difundieron que Bessón, por ejemplo se fundaba en las ideas de Rafael María Baralt, historiador, poeta i hombre consagrado al idioma i quizá la más grande autoridad intelectual del pasado en el Zulia. En realidad creo que, este periodista historiador no conoció la obra de Baralt o la quiso poner de lado no sé por cuales razones o intereses, pero Baralt, cuando habla de Ambrosio Alfinger, lo muestra como un aventurero feroz, ladrón i criminal i se limita a narrar sus andanzas en busca de riquezas, esclavos que fue a vender a Coro para financiar sus correrías i en absoluto dice que fundó un pueblo. Todo expuesto la primera parte, capítulo VIII de su obra Resumen de la Historia de Venezuela, citando las fechorías del teutón, simplemente como “Jornada de Ambrosio Alfinger” i señalando en el Capítulo XIII, en uno de sus apartes la verdadera Fundación de Maracaibo por Alonso Pacheco en 1569. (Continuará)


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Roberto Jiménez Maggiolo


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