Si yo fuera venezolano: a propósito de la autocrítica

Sí yo fuera venezolano en mi condición de independentista y combatiente identificado con la Revolución Bolivariana y su comandante histórico Hugo Rafael Chávez Frías, tuviera mucho más cuidado, sobre la forma como hago la autocrítica, sobre todo en un momento de quiebre como éste,  uno más pero tal vez el de más riesgo de involución,  de los tantos que han caracterizado y puesto en peligro a la revolución Bolivariana de Venezuela, una revolución que parece hasta ahora parida por cesárea y no por el parto vaginal sangriento y sanguinario de la historia, como todas las revoluciones hechas a sangre, fuego, masacres y degollinas sin piedad, incluyendo a las famosas revoluciones de colores, que no lo son tanto, por ser meros golpes de estado para forzar el bipartidismo lacayo a un poder imperial.
 
La autocrítica en la revolución bolivariana, sin dejar de ser valiente no debe renunciar a la cortesía, pues no se trata de un acto de autodestrucción, no se trata de acabar al que está trabajando tal vez con métodos equivocados, pero lo hace desde el mismo bando donde yo estoy. Cada vez que hacemos una autocrítica a un movimiento, a un partido político al servicio de la revolución, debemos ser escrupulosos al señalar a los demás, también señalarnos a nosotros mismos, porque sin cuestionarnos a nosotros mismos, sin llegar al fondo de nuestra imperfección estamos simplemente dándole clavo al otro o a los otros, pero no estamos haciendo autocrítica, la cual empieza cuando además de señalar lo erróneo que mis subjetividades miran en el otro, llegamos ante la difícil tarea de decirnos a nosotros y al oyente: "ahora voy a decirme y a decirles dónde es que estoy fallando"...Sin ese momento, no hay autocrítica, pues este "auto" que no tiene que ver con carros ni carretas, si tiene que ver conmigo mismo. 
 
La autocrítica por partir del yo, implica evaluar al otro mientras nos evaluamos a nosotros mismos, desde la certeza de no ser perfectos, sino difícilmente perfectibles, que se hace no para crear divisiones ni descargar la indignación contra un enemigo, sino para que ese compañero- en caso de que no sea mi amigo- pueda mejorar y aportarle al partido, a la revolución en la que yo me identifico, lo mejor que él tiene pero que no puede percibir por tener igual que yo, la limitante de no mirarse a fondo sus defectos, porque el ojo no mira hacia adentro, porque nuestro ego nos convierte en fariseos en potencia, hipócritas en potencia incapaces de afrontar nuestras propias miserias, esas que también son inherentes a la condición humana. 
 
Digo esto porque en Colombia ese mal ejercicio de autocrítica en la cual el criticón parte de su perfección deífica, y aprovecha la ocasión como pretexto para señalar a los otros, ha convertido estos espacios en oportunidades divisionistas, para crear nuevas enemistades a muerte y no para crecer en lo individual y en lo colectivo de la tendencia. Un dicho familiar me recuerda en este punto, que las cosas hay que saberlas decir porque una verdad mal dicha, termina creando tanto daño como ese vicio de lavar la ropa sucia en casa, que termina siendo un atajo para no hacer nada. Por eso, atrapada entre dos fuerzas opuestas que inmovilizan, la izquierda unida en el PDA fue estudiada, desprestigiada, criminalizada y dividida mediante las operaciones del DAS- algunos dicen con asesoría de JJ Rendón-  Amazonas, Bahía, Transmilenio, entre otras. 
 
Con relación a la autocrítica hay que partir del ejemplo, como Javier Biardeu en su nota de Aporrea Memorando de Alerta al pueblo Bolivariano: sí hay crisis en la revolución, la cual hace una crítica acertada a las cúpulas del PSUV como Jorge Rodríguez o Elias Jagua, muy en la línea en que Nicmer Evans -con la excepción de la nota sobre las sumas que restan de este valioso revolucionario- en su más reciente nota sobre el tan esperado golpe de timón. Ellos entre otros, dan cátedra sobre cómo hacer una crítica al proceso, sin caer en la tentación de quedarse en la tarea fácil de echarle la culpa a otro y lo peor, de no aportar una alternativa concreta, que también como obligación moral tiene quien critica: ofrecer una alternativa, clara, concreta y viable, donde el mismo se comprometa. 
 
Hechas estas consideraciones, trataré de no caer en los vicios que he señalado y sí lo hago, invito a los demás a que me ayuden, por eso empezaré desde lo que haría, como venezolano revolucionario en cualquier rincón de un país donde la contrarrevolución viene creciendo pero comete errores garrafales, fiel a su naturaleza fascista y consciente de la hegemonía comunicacional que tiene en lo interno y externo, para que le laven su cara nazi y fascista. 
 
Sí yo fuera venezolano, no criticaría tanto la corrupción que hoy muestra señales purulentas en muchas instituciones emblemáticas como Corpoelec, Seniat, Indepabis, Sundecop, evidentes focos de la contrarrevolución, promotores de un cáncer que hace metástasis en los apagones, el acaparamiento, la escasez y los altos niveles de inflación de una guerra económica coordinada desde el USA Departamento de Estado y la CÍA, sino que aprovechando el poder popular y comunal de la constitución, me organizaría con otras personas en contralorías sociales, promovería campañas por twitter contra los acaparadores, los denunciaría y sí las instancias cómplices de la corrupción no funcionaran, organizaría una gran marcha sin descanso para hacer llegar a Miraflores y al Ministerio, en donde está cada delito y falla denunciadas con su pruebas;  y no me quedaría contento, hasta que el foco de corrupción no haya sido extirpado. 
 
Sí yo fuera venezolano, como independentista y revolucionario, le haría las críticas a Mario Silva, pero sin tocar las diferencias personales, le instaría a denunciar la corrupción dentro del partido y dentro de la revolución. Pero también le reconocería su gran papel dentro y fuera de Venezuela, para ilustrarnos a muchos cuando nos iniciábamos en la defensa y el estudio de la política bolivariana -mediatizada y criminalizada por grandes enemigos internos como Globovisión- un formidable y sucio contentendor contra quien,  en lugar de levantar sus instalaciones a piedra, promovería en las redes sociales un gran referendo revocatorio de su licencia, por ser un medio que miente, deforma y manipula la información. 
 
Tendría en cuenta que toda revolución por ley, tiene su contrarevolución, y consciente de ello, no me preocupara tanto por seducir, sino por conquistar esa masa de votantes que siendo parte de mi objetivo de lucha, se me ha ido retirando por los apagones, el desabastecimiento, y la corrupción que yo no denuncié ni combatí, cuando me salté las filas aprovechando influencias o utilicé atajos que niegan la ética revolucionaria. Estaría más pendiente por educarme en revolución para educar a mis amigos. Trataría de promover en mis dirigentes, la necesidad de adecuar la educación pública a la revolución, porque es una ingenuidad que personas como Cecilia Arocha, algún día se les va a ocurrir educar en pro de la revolución, cuando sus intenciones, acciones y criterios son enemigos de la revolución. Promovería la expulsión de estas personas sin ambages del sector educativo. 
 
Sí yo fuera venezolano, imitaría a los motorizados en su disciplina y solidaridad revolucionaria, tomara ese ejemplo, y no esperaría a que el ministerio tal, empiece a promover la creación de comunas, sino que me organizaría con otros para exigir y establecer comunas en mi barrio o en otras partes donde haya oídos receptivos. Haría como Winston Vallenilla y Roque Valero, que a pesar de estar rodeados de zombies ecuálidos, aprovecharon los recursos de la comunicación para resistir con asertividad: y pensar que les dijeron que eran sumas que restaban. 
 
Estaría siempre como venezolano de alguna manera, recordando que gracias a mi yo colectivo con los demás, no gracias a mi individualidad mezquina, revertimos un golpe de estado en el 2002 y lo haremos con éste de ahora y los que vengan, puesto los ejemplos de Chile, Honduras o Guatemala que no los pudieron revertir, me exigen no dar lechosa o papaya en buen costeñol de Colombia, a no dormirme en los laureles y por eso no dudaría en hacer parte de las milicias, me entrenaría militarmente porque las revoluciones exigen en un momento salir a defenderlas y eso obliga también, a estar alertas y dispuestos a emplear la fuerza legítima hasta las últimas consecuencias; y dejar de ponerle la otra mejilla a los zombies y a sus zombificadores, que saben a lo que vienen y no tiene piedad.
 
Le exigiría a mi gobierno que en reciprocidad, así como Uribe hizo detener a los diputados del PSUV que fueron a reunirse una vez en Barranquilla con la gente del PDA, apenas Uribe empiece a hablar estulticia y a promover golpes de estado en suelo Venezolano como hizo en Mérida, lo metan a la cárcel o de no como pueblo, debo estar dispuesto a caerle a él y a todo Vargas Llosa y echarlo de mi patria que me duele: si Cuba se hubiera puesto con el, "perdone usted"; o el me hace el favor señorito, no sobrevive a un Bahía Cochinos. Yo trataré entonces de dormir lo necesario, de no escatimar ni menoscabar espacio de opinión en donde pueda dar la batalla con seguridad numérica, porque de un revolucionario se espero que esté dispuesto a dar la vida, pero es mejor que sea la de un agente imperial la que se pierda, porque esos tienen para comprar zombies que joden. 
 
Por eso seguiré como ahora, despreciando la coca cola, promoviendo el saboteo a los McDonalds, los KFC y cuanto producto gringo pueda darles a enemigos de mi revolución como Procter and Gamble, la posibilidad de seguir en mi país, promoviendo contrarrevoluciones y todas esas cosas, con el dinero que invierten en ellos compradores que no piensan que la pelea es peleando en todos los escenarios y sin cuartel ni piedad. Como estoy en Colombia, pero soy un soldado mediático de la revolución bolivariana, entiendo que mi trinchera por ahora, son los espacios del Internet, los espacios comunicacionales y sociales, el empleo de las leyes disponibles a mi favor para combatir a Prisa, Planeta, Fox, RCN, CNN y Caracol, entre otros, expertos en propaganda fascista y embustería.
 
Haré mi mejor esfuerzo por dejar de alabar y endiosar a todo personaje que promueva la ideología del imperio, así la música de tal artista me guste, la eliminaré de mis gustos y la criticaré con la misma saña o peor, con la cual Globovisión y el NAZIonal, intentan acabar con esta revolución que se está danto en un país vecino que en pasado fue uno con el mío, pero revolución que un un día decidí hacer mía: a todo esto me comprometo desde la RED INDEPENDENTISTA DEL CARIBE, a colaborar con APORREA, así no publique todos mis artículos, ante eso buscaré formas alternativas como contactar a los revolucionarios que escriben en ese y otros medios, para con ellos conformar redes, como la gente de ensartaos. Pero por sobre todo evitaré a toda costa, atacar a los demás revolucionarios como si fueran escuálidos, con ellos debo intentar ser cordial y olvidar las ofensas que algún día me hayan hecho, siempre y cuando no atenten contra esta revolución y no sean obtusos e irracionales promotores del divisionismo. 
 
El autor es: Ciudadano Afroabiayalense de la Región Caribe en la República de Colombia. RED INDEPENDENTISTA DEL CARIBE. Observatorio de medios independientes y de estudios académicos desde perspectivas de género y etnia. 
 
Inforeferencias:
 
http://www.semana.com/opinion/articulo/empresa-criminal/115602-3- Sobre operación divisionista contra la izquierda en Colombia ejecutada por el gobierno Uribe como Transmilenio, Bahía, etc. 
 
http://www.lasillavacia.com/historia/10436  - Uribe cerebro de la operación Amazonas y otras.
 
makromokamboniko@gmail.com


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Nicolás Ramón Contreras Hernández

Ciudadano Afrodescendiente Independentista de la Región Caribe en la República de Colombia. RED INDEPENDENTISTA DEL CARIBE. Observatorio Independiente de Medios y estudios académicos desde perspectiva de género y etnia.

 makromokamboniko@gmail.com

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