Mi palabra

La metamorfosis de Capriles

"Conozco para creer, creo para conocer."
San Agustín

El sábado 27, muy temprano leí los diarios locales y algunos de circulación nacional a través del mágico mundo de internet; en todos me encontré la inconfundible figura de Henrique Capriles Radonski, como un sacerdote de pueblo, invitando para la homilía dominguera; confieso que tuve la tentación de asistir a un recinto eclesiástico, ubicado muy cerca de mi hogar, para ver, si, algunos feligreses totalmente comprometidos con su candidatura, recuperaban la paciencia y cordura como personas de buena voluntad, alterada los últimos días por la violencia incitada por este señor, al desconocer los resultados electorales del 14 de abril.

Hasta ayer, la predica de este nuevo “santo” de la iglesia venezolana, era de un ser soberbio y violento, aunque andaba buscando los votos en todos los templos religiosos del país; le repetía hasta la saciedad a sus seguidores, que había un camino; pero no precisamente de ir a rezar, sino de salir a defender los resultados electorales, supuestamente favorables con una ventaja abrumadora para enfermar a cualquiera y salir a pedir prestado, contando los pollos antes de nacer; para luego encontrarse con la triste realidad de la derrota, dejando una amarga y pesada frustración, que ni siquiera las confesiones mañaneras de los domingos puede consolar.

Esta expectativa la fueron inflando en la mayoría de las iglesias y templos destinadas para la convivencia y la fe cristiana; apenas terminaban de escuchar la oración y el mensaje católico, algunos encargados de organizar las homilías de fin semana, le recordaban con voz muy suave como un susurro a la feligresía, la necesidad de votar con “conciencia”; repartían los folletos de manera descarada con el mensaje muy visible “hay un camino”; esa desviación religiosa la emprendieron desde el mismo momento del primer triunfo del fallecido Presidente Hugo Chávez; acumularon una pesada frustración, para luego transformarse en violencia y arrebatos de rabia con los resultados conocidos, después de la limpia y transparente elección de Nicolás Maduro Moros.

Por mi parte he sufrido muchas veces la penosa tortura de escuchar los caprichosos desvaríos de Radonski, es la única manera para poder opinar con propiedad. Este señor no se cansaba de nombrar a Nicolás, como los niños ilusionados esperando a Santa Claus los días de navidad; cuando se dio cuenta, que su treta no surtía ningún efecto para hacerle perder la compostura a su máximo oponente, arreció el discurso para ofender a su compañera y no conforme con esto, la agarro con la progenitora, haciendo énfasis en su raíz colombiana, tratando de conseguir votos, como, si eso fuera un pecado mortal.

Este señor, arremetió con todo lo que conseguía en el “camino”; las mujeres fueron las más “golpeadas” en su discurso, tratando de marchitar los hermosos manojos de flores, que adornan la verdadera vía para la paz, el amor y la fraternidad; sabía que ahí estaba la mayor fortaleza para el triunfo de Nicolás Maduro, las reseñas gráficas de la mayoría de los diarios nacionales lo hacían ver; atacó algunos mandatarios de países amigos; saco a relucir parte de su incubada fobia hacia las féminas, cuando agredió de manera verbal a la Presidenta Argentina Cristina Fernández, recibiendo una rápida respuesta por parte de un batallón de recias luchadoras de la patria; pero no conforme con esto, ofendió al ministro de la defensa, cuando de manera irrespetuosa lo llamó “una vergüenza nacional” y todavía sigue hablando de dictadura.

Toda esta actuación antes de las elecciones, contrasta con la demostrada en estos momentos, cuando se quiere hacer pasar como un inocente, para no decir lo que ustedes están pensando; tratando de confundir a la opinión pública, escondiendo su actitud irresponsable, producto de los desenfrenados deseos de poder, apoyado en la descarada intromisión norteamericana. El “angelito”, parece cargar en la mente la idea de proyectarse para el premio Nobel de la Paz. No asume la derrota ante ese número importantes de seguidores que lo apoyan, como un dirigente verdaderamente responsable con los testículos bien puestos. Los últimos cómputos dan una diferencia 224.739 votos, una cifra bastante importante, más, en un sistema electoral 100 por ciento confiable, en el cual los electores cargaban en su mano la llave para abrirlo: la huella dactilar; por esa razón el rector del CNE Vicente Díaz, quien no tiene nada de chavista, ni nada que se parezca, no le quedó otra, que decir: “Yo no tengo dudas del resultado que haya arrojado el sistema de votación porque, efectivamente, ha sido auditado, certificado, revisado y hubo presencia de los testigos, reconozco el triunfo de Nicolás Maduro'' pero más adelante lanzó esta perlita: “Henrique Capriles, tiene derecho al pataleo” más claro no canta un gallo; está poniendo en práctica el “pataleo” con una guarimba electoral, que no sabemos cuándo finaliza, pero, si, para donde va.

narciso_t_29@hotmail.com

Acarigua


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Narciso Torrealba


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