III Congreso de la Internacional

Del 6 al 13 de septiembre de 1868 tuvo lugar en Bruselas, en el Teatro Circo, el III Congreso de la Internacional. El Consejo General estaba representado por Eccarius, Jung, Shaw, Lessner y el tradeunionista Lucraft, y otros. En total asistieron cerca de un centenar de delegados representando a Inglaterra, Francia, Suiza, Italia, Alemania y España. Por primera vez asistía un delegado español a un Congreso de la Internacional, representando a la organización secreta de Barcelona, la “Legión Ibérica”. Bakunin había ingresado en la Internacional dos meses antes de la celebración del III Congreso, tomando parte en el mismo pudiera decirse en forma indirecta, como había hecho en el anterior de Lausana. Maniobró intensamente en torno al Congreso de la Internacional de Ginebra y de Bruselas y participó activamente en los I y II de la Liga de la Paz, celebrados ambos pocos días después de los de la Internacional y de los que trataba de servirse para llevar adelante sus planes de grupo, de secta secreta.

En los cuatro años de existencia, la Internacional había penetrado profundamente en el seno del movimiento obrero. Los numerosos conflictos huelguísticos a los que atendió con sus orientaciones y con su ayuda fortalecían su crédito y su prestigio ante las secciones y, en general, ante los trabajadores. La palabra “internacional” empezaba a adquirir todo su significado político y revolucionario. La reacción no perdía de vista el desarrollo de la Internacional. En la medida que crecía su prestigio, crecía igualmente el odio hacia ella de las fuerzas reaccionarias. La Internacional progresaba en el movimiento obrero alemán y su influencia alcanzaba al proletariado norteamericano, en aquella época en pleno período de formación.

La reacción francesa fue la primera en romper el fuego en contra de la Internacional desencadenando una campaña de represión y deteniendo a numerosos elementos “internacionalistas”. Las fuerzas patronales confabulábanse en contra de la Internacional. En sus principios de unidad veían a su principal enemigo. Los obreros de la construcción de Ginebra, que mantenían una huelga por aumento de salarios y reducción de la jornada, vieron por primera vez que la patronal les ponía como condición previa para resolver el conflicto la separación de su organización, de la Internacional, condición que fue rechazada. Este mismo hecho dióse en otros muchos casos. De cada victoria la clase obrera salía fortalecida y su eco traspasaba las fronteras, animando en sus luchas a los trabajadores de otros países. Gracias a las acciones victoriosas la Internacional logró penetrar en el seno del movimiento alemán, que hasta entonces ofrecía cierta resistencia a sus principios. En España, como consecuencia de la revolución de septiembre y la caída de Isabel II, el movimiento obrero registraba un gran auge en su desarrollo. A contar de esa fecha aparecen en España los primeros “internacionalistas”, y cierta influencia de la Internacional en el movimiento obrero, sobre todo de Cataluña.

El delegado español al III Congreso era un maquinista naval barcelonés, anarquista, llamado Antonio Marsal Anglora, que, para eludir las persecuciones, se presentó con el seudónimo de Sarro Magallán. Por no tener mandato concreto participó en las discusiones, pero se abstuvo de votar. En este Congreso aparece por primera vez Guillermo Liebknecht.

He aquí el mensaje de Sarro Magallán (Antonio Marsal Anglora), delegado de la organización secreta “Legión Ibérica” de Barcelona al III Congreso de la Internacional al que asistía por primera vez una representación de España; por lo tanto, es el primer mensaje presentado a un Congreso obrero internacional en nombre de la clase obrera española:

Informe de las asociaciones obreras de Cataluña.

“Encadenadas después de largo tiempo por un poder despótico, las sociedades obreras de España envían un saludo cordial a sus hermanos del resto de Europa. El momento presente no es muy favorable para las asociaciones. No obstante, sotto voce, en Cataluña y en Andalucía las asociaciones obreras desarrollánse poco a poco. Se arresta a los obreros que están a la cabeza de estas sociedades, pero cada día se nombran docenas de delegados nuevos. Por más que los poderes quisieran detenerlos, no pueden seguir esa vía y se ven obligados a dejarlos libres. Los obreros españoles están dispuestos a luchar con sus hermanos contra esa formidable asociación del Ejército, del Trono y del Altar, para establecer, al fin, sobre bases sólidas. La paz, la justicia y el trabajo”.

El Congreso discutió ampliamente el problema de la propiedad en sus diferentes formas. Los elementos proudhonianos volvieron a la carga sobre sus concepciones sociales y sus teorías económicas. El problema de la propiedad de la tierra mereció especial atención. Los de la guerra, de las huelgas y del maquinismo fueron igualmente examinados por el III Congreso.

En la discusión del problema de la guerra aparecieron confundidas posiciones de elementos anarquistas y otros que figuraban como “socialistas”. Así, Charles Longuet, socialista francés, aparece como el autor de la resolución aprobada que dice:

El Congreso recomienda a los trabajadores cesar todo trabajo en el caso de que una guerra estalle en sus países respectivos.

Tolain, delegado francés proudhoniano, mantenía, en general, igual posición. Esta decisión, que han ratificado más tarde los siguientes congresos, dice E. Dolléans en su libro Historia del movimiento obrero, contrario a Marx. En su carta a Engels, el 16 de septiembre, ironizando, habla “de una tontería belga de querer hacer la huelga contra la guerra…” Marx alude a los belgas porque había porque había sido la delegación que presentó la principal resolución en contra de la guerra aduciendo a la huelga general, como única acción.

Lo importante es que el Congreso de Bruselas, superando la posición del Congreso de Ginebra, deja plantado el problema de la paz y de la guerra ante el movimiento obrero, denunciando su importancia capital en relación con la lucha del proletariado por su mejoramiento económico, y así como por sus conquistas sociales y políticas.

Finalmente, El Congreso acordó romper con la Liga de la Paz y de la Libertad, que iba a celebrar su II Congreso en Berna durante los días 21 al 25 del mismo mes de septiembre.

El III Congreso de la Internacional ha sido un peldaño más en la marcha ascensional del movimiento obrero.

¡Independencia y Patria Socialista!

¡ChávezViviráPorSiempre!

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cinco cubanos héroes de la Humanidad!


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Manuel Taibo


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