Las causas históricas de la devaluación del Bolívar

La devaluación del bolívar tiene sus antecedentes históricos. A partir de 1920, años más, años menos, Venezuela, por obra y gracia de las potencias extranjeras, EE.UU e Inglaterra en primer lugar, y por la entrega que les hizo J.V.Gómez del territorio nacional y con ello sus recursos, fue transformada progresivamente en una “economía de puertos”, diseñada para exportar materias primas y mano de obra baratas, y mercado donde colocar esas materias primas, ya transformadas, en manufacturas caras. Así nos hicimos cada día menos productores para satisfacer nuestras necesidades primarias, más dependientes, más importadores, más consumidores de bienes y servicios extranjeros. En la década de 1960 se anunció con bombos y platillos que Venezuela cambiaba su modelo mono exportador en otro modelo llamado de “sustitución de importaciones”, mediante el cual, supuestamente, pasaríamos en pocos años a ser un país industrializado capaz de transformas nuestras materias primas en productos manufacturados, por lo que no tendríamos que estar importando tantas mercancías y pasaríamos a ser una economía pujante, con una demanda efectiva plena y de pleno empleo. Por supuesto que fueron fantasías porque, al correr de los años, pasamos a ser más importadores, más dependientes, más endeudados, con una pobreza del 70% y miseria de hasta el 30%, desempleo hasta el 16%, empleo informal hasta el 57%, 11% de analfabetismo, depauperación de la educación, la salud, cinturones vergonzosos de ranchos en las ciudades. Uno de los hechos más lamentables es que el promedio de la ingesta alimentaria de la población venezolana llegó a menos de 2 mil calorías, mientras que nuestro índice de desarrollo humano rozó el 0,600, uno de los más bajos de América Latina.

El balance de todo lo anterior es que llegamos a 1999 con una población rural ocupada en la siembra y la ganadería reducida a su mínima expresión, apenas el 9 por ciento, mientras que la población urbana y semi urbana llegó a 91%, con el agravante de que habíamos perdido por completo la vocación por el campo, por la siembra, por la cría de animales.

La devaluación del signo monetario de un país es propio del modelo de producción capitalista. En este, prevalece la economía del consumo sobre la producción de bienes materiales, mientras que en los últimos treinta años, la economía financiera, ésa de las bolsas de valores, de los “mercados a futuro”, de los préstamos “atados” con intereses depredadores, con sus principales beneficiarios “enchufados”en los gobiernos y parlamentos de los grandes países, crece sin freno, sin manchas aparentes, impolutamente.

Es en los países “pobres”, con bajos niveles de industrialización, con economías deprimidas, dependientes y vulnerables, donde la devaluación campea por sus fueros. Para satisfacer las necesidades alimentarias y la demanda de productos sofisticados de una población “alienada” por la publicidad televisiva que taladra nuestras costumbres, sentimos los impulsos irrefrenables de adquirir cuanto objeto desechable nos ofrecen.

Como para los “comerciantes, industriales y empresarios” es más fácil y rentable IMPORTAR, presionamos a los gobiernos para que nos entreguen divisas de manera rápida y preferencial. Así, el circulante, por mucho que se impriman billetes, se hace escaso y con ello los productos de primera necesidad que son acaparados para luego especular; así es mucho más productivo el negocio.


El gobierno, en consecuencia, para obtener más dinero para satisfacer el consumismo, se “siente obligado” a devaluar, de manera que, por la entrega de divisas a los importadores especuladores, se obtengan más bolívares.


Yo, por todo lo señalado, creo más en los beneficios de la “REVALUACIÓN” que en los de la “DEVALUACIÓN”. De esa manera los empresarios de la ciudad y el campo se verán más impulsados a dedicarse al trabajo productivo, en sus tierras y en sus fábricas, que a la importación. Y el gobierno, igualmente, deberá propiciar las condiciones para que los productores del campo y la ciudad tengan las condiciones óptimas para desarrollarse.

cepo39@gmail.com



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César Prieto Oberto

Profesor. Economista. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Candidato a Dr. en Ciencia Política.

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