Whisky 18 años

Nunca he entendido la mediocridad. Se me da más fácil comprender la maldad o la
incompetencia. Pero ¿qué hago con el cineasta que, pudiendo con la gran película, se
consagra a la cuña intrascendente y lucrativa, solo para beber güisqui 18 años?

¿Cómo hace uno con el gobernador que en vez de gloria busca sobornos? ¿Qué hacer con el artista visionario que termina pintando monas para un mercachifle de la estética?

Culpa del whisky 18 años. El Ministerio de Salud debiera concentrar sus esfuerzos en la inspección de este menjurje porque causa ruinas aparatosas. La mayoría de las
mediocridades que conozco se emprenden bajo la influencia de este brebaje.

¡Cuántos escritores dejan el teclado, movidos por esta pócima! ¡Cuántas vocaciones de lucha popular terminan allende las talanqueras, en la peor sordidez, solo por este
bebistrajo!

Evito este tósigo. Si voy a ser mediocre que sea por esfuerzo propio o por medios
naturales y no por esta nefasta poción. ¿Terminaría trabajando para una televisora,
entrevistando gente con un guion enviado o inspirado por la Embajada de ya sabes dónde?

¿Pondríame a redactar palangres? ¿Terminaría vociferando: «¡Primero muerto que igual!», disfrazado de bandera? ¿Terminaría en esta oposición, guiado por una dirigencia de una mediocridad rayana en la locura? ¿Terminaría de adeco de boina roja? Porque la mediocridad que más me estorba no es la opositora, sino la otra. Allá aquella, que más bien ha causado efectos muy benéficos, cual ha señalado Luis Britto García, como el rescate de la Fuerza Armada y de Petróleos de Venezuela, entre tantas liberaciones.

Veo con más impaciencia que congoja cómo demasiada gente de talento y hasta genio termina su vida irrepetible en una tasca consumiendo tapas con 18 años, sin horizonte, sin perspectiva, sin norte, cambiando la morocota por el menudo, a diferencia de lo que proponía Juan Parao, el inmortal personaje de Cantaclaro, la novela de Rómulo Gallegos.

Prefiero a los malvados. Los amenazas y puede que se porten bien. Pero ¿cómo obligar al tonto a ser inteligente? Ni siquiera al que aprendió a ser tonto para ser mediocre, pues es proceso irreversible. No conozco recuperaciones.

Esto es, pues, una solicitud formal a las autoridades sanitarias. Es urgente.



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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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