¿Por qué el camarada Chávez regresó de contrabando?

 

Como nunca antes, en la historia de un paciente, se habían generado tantas opiniones en favor y en contra como ha sucedido con la enfermedad del camarada Chávez. Como jamás antes, por lo menos en Venezuela, se habían producido tantas preocupaciones por el estado de salud de un gobernante como ha acontecido con el camarada Chávez. Como nunca se había generado en nación alguna tantas intervenciones político-jurídicas o invocación a la Constitución, por un caso de enfermedad de un Presidente, como ha sucedido con el camarada Chávez. Como jamás, ante la enfermedad de un paciente, las masas en América Latina –por lo menos- se habían dedicado tanto a rezar u orar por la salud como en el caso del camarada Chávez, lo que demuestra que la creencia en un Dios y en poderes sobrenaturales siguen siendo mayoritarias en la sociedad venezolana muy por encima de creencias en doctrinas políticas o científicas. Sin embargo, es justo reconocer –por hacerle honor a la verdad- que el mayor número de opiniones, preocupaciones, rezos, oraciones e intervenciones político-jurídicas han sido en favor y no en contra del camarada Chávez.

         El secreto hermético nunca es posible mantenerlo el cien por ciento. Siempre habrá una rendija por donde se cuele algún vestigio que rompe lo hermético integral y, especialmente, cuando se trata de un líder político de la dimensión del camarada Chávez reconocido –por cierto- hasta por importantes dirigentes de la Oposición. Puedo decir, por ejemplo, que el domingo en la noche recibí un mensaje de un camarada que mucho admiro y quiero donde me decía que el camarada Chávez sería traído el lunes a Venezuela. Le respondí: “todo sea por el bien del proceso bolivariano”, amén del deseo infinito que el camarada Chávez logre recuperar completamente su salud, aunque sé que los deseos –por lo menos hasta ahora- no deciden la marcha de la historia mientras ésta esté regida por la lucha de clases, que es su motor.

         No me voy a extender dando explicaciones sobre la enfermedad del camarada Chávez que no me corresponden, porque ni soy funcionario del alto Gobierno ni tengo título de médico ni de sicólogo. Lo que sí sé es que la enfermedad que aqueja al camarada Chávez tiene que ser extremadamente compleja y debe haberle sometido a una difícil situación personal para que haya pasado tanto tiempo en Cuba y, además, haya sido traído a continuar su tratamiento en el hospital militar de Caracas con todas las medidas de seguridad que se requieren. Estoy seguro, también, de saber que el pueblo quiere verlo y, fundamentalmente, escucharlo hablar. De eso no hay dudas, porque las demostraciones de calles que se han dado así lo testimonian.

         Pero de tantas cosas que se han dicho sobre la enfermedad del camarada Chávez y, especialmente, de su regreso a Venezuela existe una que me ha llamado mucho la atención y que me ha obligado a pensar y reflexionar sobre ella para poder emitir una opinión que no sé si resulta la más acertada o la más desafortunada. En sectores de la Oposición se dijo que el regreso del camarada Chávez había sido como una especie de contrabando, es decir, que nadie lo supiera para que nadie lo viera y de esa manera seguir manteniendo la incertidumbre en la población. Incluso hasta se preguntaron: ¿Será que lo van a juramentar acostado y sin poder hablar?. De eso no voy a opinar.

         Reflexionando sobre el regreso del camarada Chávez uno no puede esconder el deseo de verlo y de saber que regresó con, por lo menos, sus facultades intelectuales intactas. Ese es el deseo, pero ni en la política ni en la medicina, por citar dos ciencias (una social y la otra natural) el deseo preña, es decir, no es productor de realidad o de lo que se quiere sea la verdad objetiva. Pero reflexionando, creo, haber entendido correctamente el método aplicado para el regreso del camarada Chávez. Partiendo de que la enfermedad que padece no es cualquier cosa que se mejora o se cura con una aspirina o con sólo un rezo en una plaza pública o prendiéndole una vela a un santo de preferencia, sino que requiere de un intenso cuidado, manejo y control médico y sicológico, me convencí que tal como lo trajeron a Venezuela fue el método más idóneo o acertado. ¿Por qué? Y lo que digo a continuación no es la síntesis o conclusión venida, extraída o solicitada –como consejo- a un médico o un sicólogo. No, es el resultado de la intuición o de una deducción lógica de uso del sentido común. Confieso que me puse a buscar en internet el significado de “emoción” y me costó más de una hora encontrar una respuesta, de la cual voy hacer uso de pocas cosas sin saber si científicamente eso es valedero. Ya habrá algún camarada sicólogo –ojalá sea el tocayo Freddy Figueroa- que me aclare la verdad verdadera.

         Bueno, decía que reflexionando sobre el traslado del camarada a Chávez a Venezuela en forma de “contrabando”, llegué a la siguiente síntesis o conclusión: no podía ser de otra manera, porque los seres humanos tenemos emociones que pueden ser positivas o negativas. Dicen que la alegría y la tristeza pertenecen al campo de las emociones como también el odio y el amor. Pero igualmente dicen que las emociones se caracterizan por una serie de trastornos fisiológicos y sicológicos. Si eso es cierto, tendríamos que hacernos varias interrogantes para saber el por qué el camarada Chávez regresó de contrabando al país donde resultó reelecto para ejercer la Presidencia de la República en el período 2013-2019. Entre esas preguntas se me ocurren las siguientes: ¿cuál hubiese sido la reacción emocional del camarada Chávez al comenzar a salir del avión y mirar a miles de miles de sus partidarios esperándolo y sabiendo él que aún no le está permitido realizar movimientos físicos como está acostumbrado en el ejercicio de su función presidencial? ¿Cuál hubiera sido la reacción emocional del camarada Chávez al comenzar a bajarse del avión y observar a miles de miles de sus seguidores exigiéndole que les hablara sabiendo que no está facultado por los médicos para hacer uso de la palabra por ahora? ¿Cuál hubiese sido la reacción emocional del camarada Chávez al iniciar su descenso del avión escuchando a miles de miles de sus partidarios gritando “Chávez: te amamos”, “Chávez: sin ti no somos nada”, “Chávez: contigo todo, sin ti nada”? Lo que es más: creo que sólo el camarada Chávez tiene la potestad para dar respuestas exactas a esas interrogantes mucho mejor que los sicólogos y los fisiólogos. Por algo algunos sostienen que la emoción es una representación de la percepción, que es la primera fase del conocimiento humano.

Es todo lo que quería opinar. Debe entenderse, de manera definitiva y por el bien del proceso bolivariano, que el camarada Chávez es un ser humano y no un Dios.



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Freddy Yépez


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