Menos mal que están los chamos -señaló Carlos-, sino la dinámica de nuestra vida nos alejaría de momentos tan especiales. Es que, vivimos acelerados, tratando de dejar a nuestra gente y a las generaciones futuras un camino más armonioso y justo. Creo que es el regalo más hermoso que se le pueda dejar a los seres queridos y a la humanidad. Pero no por eso, podemos dejar escapar estos días tan especiales.
Así que salí corriendo a comprar, solo lo necesario, para que estos días fuesen lo más confortablemente posible.
Lo primero que hice fue ir al banco. ¡Madre mía! ¡Tremenda cola! No se podía ni entrar. Me llamó la atención que más del 80% eran los gladiadores adultos mayores o juventud prolongada. Me decían que estaban cobrando los aguinaldos y su pensión.
Salí de allí tardísimo, pero debo confesar que es una de las colas que más satisfacción me ha traído en estos días. Pues, ver esas caras de alegría me reconfortó mucho. Sobre todo por la forma como se expresaban “aquí llevó unos churupos para hacer mis hallaquitas y darle el regalito a mis nietos”. Luego me fui a varios centros comerciales (porque el centro era inaccesible), donde todo es extremadamente costoso, pero aun así estaban repletos de gente.
En el trayecto observé varios edificios nuevos recién habitados, en sus ventanas colgaban muestra de alegría y de un profundo agradecimiento con Dios y con el Gobierno del presidente Hugo Chávez. También noté que habían muchísimos carros nuevos, todos muy bonitos, incluyendo al mío. En los estacionamientos no había dónde aparcar un auto más y dentro de las tiendas de los centros comerciales no cabía un alma. Los anaqueles se encontraban como si hubieran sido saqueados.
Finalmente, regresé a casa lo más pronto que me fue posible, porque debía acompañar a unos amigos recién casados al aeropuerto de Maiquetía. Nos quedamos sorprendidos al ver la avalancha de vacacionistas. No había boletos ni para regresar a “Caracas” hasta el 12 enero. Y me dije, ¡que desagracia! ¡Este Comunismo nos está Matando!