La vida sin las matemáticas, la química y la física

Todo comenzó huyendo de una pequeña dificultad que fue creciendo hasta hacerse gigantesca. Alguien,  las había llamado las tres Marías;  y nosotros, no solamente fue que le creímos, sino que pusimos todo nuestro empeño en que esas tres tocayas, tuviesen apenas  un 10 en su registro de notas, y que fuesen cada día más difíciles de tocar, más inalcanzables hasta el punto de hacerse estrellas imposibles de ser percibidas con nuestros dedos nuestra memoria y  nuestros sentimientos.

10 es 10 y lo demás es lujo… dijo la voz que aún no sabemos a quién pertenece.

Aparentemente por  ósmosis las tres Marías se hicieron seis.  Se sumaron al tocayismo, la historia, el castellano y la biología.  Las seis tocayas ahora  se constituyeron en un vacío en sí misma; cada una por separado, en un continente sin fondo; y las seis unidas se conformaron en un mundo vacío donde ahora estamos naufragando.

Al hecho pecho, dirían los extremeños.  Era necesario aprender a vivir sin las seis Marías. Entonces comenzamos a ver como natural que los bachilleres regresaran de sus estudios secundarios sin conocer las matemáticas, la química, la física, la historia, el castellano y la  biología.

Para entonces, ya se habían jubilado los últimos profesores de matemáticas, de física, química, historia castellano y biología. Y como no había quien diese clase de esas asignaturas, actuando con la misma lógica, del vacío que se responde con otro vacío, las seis Marías entraron en el reino de la innombradía que precede al olvido.

En este punto de nuestro ejercicio de mirar atrás para saber lo que viene, recordamos otra vez la misteriosa voz que nombró a las tres Marías, y que después sin nombrarlas hizo que fueran seis.

Intentemos  concebir la vida sin  matemática, física, química, historia, castellano y biología.  Como no sabemos  nada de números tendremos necesariamente que aprender a andar por el mundo sin saber  de su espacio, de la medida y de la relación entre los cuerpos. Tenemos obligadamente que aprender a no ver la materia en movimiento porque no podemos cuantificar ni relacionar su dinámica y sus contradicciones.

Como no sabemos  de física no podemos  registrar la dinámica  de los cuerpos debajo de la cúpula celeste;  como no conocemos  la biología, las religiones se multiplicarían hasta el infinito, para dar n  cantidad de explicaciones esotéricas sobre el origen de la vida y el destino final de la muerte.

Como no sabemos  de química, no podríamos abordar la mezcla de las sustancias y de los pesos moleculares que crean nuevos cuerpos a la materia en movimiento. Tendríamos que aceptar un retroceso científico técnico, para volver a las cavernas de nuestro lejano pasado.
Como no sabemos nada de historia, borraríamos para nuestra generación y para las que habrían de venir la lucha de clases, a través de la cual la humanidad se dividió en explotadores y explotados. Es el fin anunciado por Fukuyama, la sin historia y la sin ideología, que en definitiva es la historia y la ideología del imperialismo, quedadas para siempre en el discurso y en la mente de los oprimidos  del mundo.
Sin castellano, o sin la posibilidad de dedicarnos al oficio de la literatura, de la poesía y del arte.  Pero renunciamos también a la conversación con el otro y la otra.  Tendremos que aprender a vivir en un mundo de mudos y de sordos, más atrasados que en aquella leyenda mítica de la torre de Babel. Estaríamos impedidos para siempre para contarle a nadie lo que somos o lo que podríamos haber sido. Estaríamos condenados a comer vidrio los fines de semana en los grandes centros comerciales, después de haberle entregado nuestro trabajo y nuestra plusvalía al patrón, que ya no sería tan repugnante porque no sabríamos cómo decirlo.

 Creemos que ya sabemos de dónde salió la misteriosa voz que nos ha metido en este vacío, donde han desaparecido las fortalezas, las destrezas del conocimiento general del mundo, que nos pudo hacer  independientes frente al imperialismo depredador de la vida humana, y de todas las expresiones de la vida en el planeta.

  tutas13@yahoo.com



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Eduardo Mármol


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