Ante la conducta genuflexa del Consejo de Seguridad de la ONU y la grosera sumisión de su Secretario General, se evidencia que la humanidad vive en total ausencia de seguridad jurídica desde que la desaparición de la URSS puso fin a la época que garantizaba el equilibrio militar y geopolítico frente al siempre agresivo Estados Unidos.
Contrariamente a lo difundido por las influyentes empresas de propaganda imperialista, el asesinato del líder libio, Muammar Al Gaddafi, no fue el triunfo de la libertad, ni de la democracia occidental contra una dictadura islámica; sino más bien un paso más en la sangrienta operación de sometimiento sobre Libia por parte del Imperio más poderoso y brutal que el mundo ha conocido (EEUU) junto a un puñado de gobiernos europeos y grupos mercenarios que recibieron armas y apoyo militar aéreo de la OTAN.
Preocupa que el Derecho Internacional Público sea materialmente reducido a la ficción pues hoy no existe nada parecido a un genuino sistema de normas capaces de regular las relaciones entre los Estados en función de la no agresión, la mediación, la multilateralidad y la resolución pacífica de conflictos.
Con la invasión a Libia, una vez más han prevalecido las matrices informativas de las agencias mediáticas imperialistas, las cuales se especializan en justificar sus crímenes frente a la opinión mundial.
Por lo tanto, sólo mediante una audaz política de alianzas con los movimientos progresistas que luchan por la paz y la democracia popular en cada país será posible construir la necesaria multipolaridad del siglo XXI.
Constitucionalista y penalista. Profesor universitario.
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