Nuestra responsabilidad en el caso de Joaquín Becerra

El problema  en el PSUV es que se plantea transformar la sociedad con métodos contaminados por la lógica Capital, con prácticas filtradas de la administración rentista, carentes de un pensamiento crítico e innovador, y ausencia  del sentimiento y visión transformador, sustentados en una enmarañada madeja de complicidades convirtiendo a la revolución democrática y socialista en un proceso no tan democrático y con  una "nueva clase político-económica" que hegemoniza la conducción de la revolución bolivariana; por lo que inventaron un método “la coaptación” con la idea de mandar por arriba  o sea desde los cogollos,  eliminando el postulado fundamental de este proceso la Participación  y la Soberanía del pueblo, conscientes que sin democracia deliberativa y participativa, dispone la burocracia, la derecha endógena.

Institucionalizado, este método, con la práctica cuarta republicana del partido-maquinaria-aparato, este grupo ha logrado darle un golpe  a la propuesta del partido-movimiento, lo que nos indica muy claramente que soñamos que formábamos un partido con democracia interna, con un centro de dirección colectiva sometido a la voluntad mayoritaria no solo de una militancia, sino del bloque social de los explotados y oprimidos; despertamos con un partido-único dominado por el “centralismo burocrático”, por la cultura del cogollo y del aparato electoral.

El grupo económico-político dominante que genera la deformación del socialismo que nos planteamos construir, quienes desvía el rumbo de la revolución bolivariana, quienes manejan con ineficacia e ineficiencia la política social, coartando la participación de los movimientos sociales y populares esta actuación nos indica un proyecto de poder atraído por el dominio político y no por la redistribución del poder.

Ante esta situación ¿Qué hacer? reorientar al PSUV hacia la práctica constitucional democrática, que es el fundamento de la transformación y del reimpulso, para no caer en el Socialismo fracasado del siglo pasado, ni reproducir el capitalismo rentista y monopólico de Estado, siendo primordial un urgente diagnóstico de la relación de fuerzas tanto internacionales, nacionales como en el pueblo, para impedir el fracaso del proceso bolivariano bien sea de las garras de la oposición de derecha o de la alianza entre la nueva clase político-económica y sus subalternos políticos.

La Constitución es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico y con ella debemos dar la pelea en defensa de este proceso, iniciando por restablecer el principio democrático en las normativas del libro rojo. “El sufragio es un derecho. Se ejercerá mediante votaciones libres, universales, directas y secretas” ya que por principio jurídico los reglamentos deben estar en concordancia con la norma suprema, restaurando el derecho  de todos los ciudadanos y ciudadanas a la participación para lograr el protagonismo en la toma de decisiones y se logre reorientar a ese instrumento fundamental para el establecimiento del socialismo: El Partido,  guiado por los valores constitucionales de la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la supremacía de los derechos humanos, la ética; que a la vez estuviera relacionado de forma orgánica con el aparato estadal y que este respete sus observaciones; en esta situación jamás Joaquín Becerra hubiese sido extraditado y los revolucionarios no estuviéramos como los japoneses después del tsunami: DESORIENTADOS, con la esperanza oculta de una razón de Estado,  por la supervivencia del proceso para la toma de esta decisión contraria a los principios revolucionarios.

Afirmo el comandante Fidel “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado” he aquí la gran diferencia entre un gobierno cualquiera y uno que se diga revolucionario, el cumplimiento de los principios son los indicadores que señalan que una revolución va por buen camino, no es la construcción de obras de bloque y cemento, lo que indica el éxito o fracaso  de una revolución, sin negar la “OBLIGACIÓN” de cualquier gobierno revolucionario o no, de cumplir con la ejecución de las atribuciones que satisfagan las primordiales necesidades de la población; pero  un gobierno que se plantea la  transformación social, sus frutos se miden fundamentalmente por el cumplimiento de sus principios, condición sine qua non para considerarse gobierno revolucionario.

Por lo expuesto se convierte en nuestro objetivo rescatar al PSUV de esa dirección que ha tomado, acción que asegurara el éxito del proceso revolucionario.

martaortega4@gmail.com

 



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Marta Ortega

Docente jubilada, militante por la transformación social desde el voto nulo hasta hoy. Pionera en la formación de la Liga Socialista y defensora de los Derechos Humanos

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