Muestras del deterioro

Algunas personas, ante ciertas noticias recientes en el país, manejadas por algunos medios y periodistas en forma sensacionalista, han expresado su preocupación por el deterioro existente de los valores morales y éticos de personas e instituciones y han querido transformarse en jueces últimos de los sucesos, a pesar del desconocimiento total que tienen de las situaciones concretas y de que individualmente han sido protagonistas de contextos parecidos en el pasado. Es casi el caso del delincuente de verdad que se defiende o encubre acusando al otro de delincuente. Si bien es cierto que existen muestras evidentes de deterioro en “personajes” e instituciones, no es menos cierto que una parte de quienes denuncian son también casos emblemáticos de ese deterioro.

Leer una noticia manipulada y aceptarla como cierta, sin análisis ninguno, generalmente impulsado por antipatías, odios o resentimientos, constituye no sólo una conducta perversa sino también una gran irresponsabilidad, sobretodo si se la toma como elemento para condenar personas, enjuiciar instituciones y efectuar proposiciones “salvadoras”. Oír una denuncia parcializada, efectuada con ensañamiento, sin más pruebas que la palabra de los denunciantes, todos relacionados consanguíneamente y confabulados en lograr el mismo objetivo particular, e inmediatamente pasar a la posición de juez y dictaminar en juicio más que sumario, sin derecho a la defensa y sin la presunción de inocencia, la culpabilidad del denunciado, descalifica totalmente a quien lo hace y lo convierte en parte del deterioro que se dice enfrentar.

Las calumnias y las difamaciones sólo son posible por la ligereza y complicidad de quienes las oyen y luego las transmiten, bien sea con la misma intención de los calumniadores y difamadores o sin darse cuenta que se trata de uno de las peores infamias que se puedan cometer contra instituciones y personas. Se trata de una lesión difícilmente reparable, a pesar de que después se determine su falsedad. Afecta la credibilidad de la persona, sus relaciones, su vida entera. Dicho perjuicio se extiende a los familiares del afectado, cuando se trata de personas; a sus amigos y conocidos, a sus compañeros de trabajo y a sus alumnos si se trata de un docente. Eventualmente, también es extensible a las instituciones donde trabajó y donde ejerció cargos directivos.

Pero la perversión se extiende a tratar, mediante la creación de una matriz de opinión adversa al acusado, de influir negativamente en el Poder Judicial para lograr una sentencia condenatoria independientemente de su inocencia. No les interesa la justicia, no les interesa la verdad de los hechos ni el castigo de los verdaderos culpables, les interesa la “cacería de brujas”, son los inquisidores modernos en búsqueda de sus víctimas, culpables aún antes de cometer un delito.

lft3003@yahoo.com


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Luis Fuenmayor Toro

Médico-Cirujano, Ph. D., Ex-rector y Profesor Titular de la UCV, Investigador en Neuroquímica, Neurofisiología, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Luchador político.

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