P.U.P.U

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Por: Raúl Betancourt López



En esta última inter pelazón dieron vergüenza, aún más, porque el cinismo de Dávila (que la inició) traspasó todos los límites posibles al negar la fuente indubitable de la foto que mostrara en la anterior para pretender demostrar el presunto decaimiento de unos plátanos enfermos (¡quizás de sus propios plátanos! y no de los que constituyen parte de la buena cosecha nacional de este rubro agrícola).

El discurso de Giordani constituyó una muestra de elevado contenido académico. Y en sus intervenciones posteriores, lo hizo siempre matizadas de una pedagógica ironía y con la relajación propia del hombre feliz.

Borges la inició, propiamente dicha, con las estupideces que le son tan inherentes. Con el ramplón ejemplo, en dos platos, de que si en 1950 yo compraba 30 cucas (por cierto, galleta dulzona de contorno estrellado y deliciosa de los años de mi niñez que vendía don José en su bodega a puya* cada una) por determinada unidad monetaria, hoy, con la misma unidad de vaina compro un quinto de ella. ¿Habría una ejemplificación más idiota que esa? Y después dicen que para qué hablar de historia.

Mata por su parte actuó una vez más como todo un perturbadito enfurecido, tal como Matador lo hacía también en los años de mi niñez y que era causa de mis frecuentes pánicos infantiles.

Todos pelaban por gráficos chimboides, por no decir chimbos, y ser con esto indulgente.

El flamante diputado Pilleri, en el día de su debut, se hundía en su curul como con ganas de esfumarse cuando Giordani hablaba de especuladores y de pilletes que debían estar presos. ¡Coño, ya van a arremeter contra mí! Pero nada, pasó totalmente inadvertido. Quizás porque no habló.

Flores invitó a unir ambas agendas sociales tal como si se tratara de un simple apareamiento. ¿Cuál agenda social tienen o han tenido ellos en su puta vida?

La carta que leyó Cabello fue toda una vindicación a la gestión político-administrativa de la Revolución. Por cierto que Cabello se ha revelado como todo un jodedor de pava a los MUDiputados, tanto, que Borges le volvió a torcer los ojos como con apetitos inconfesables.

En esta última María Corina, con su rostro sempiterno de actriz sobreactuada y con su habitual cotica de organdí, se remitió sólo a dar un curso de ayuda personal de baja factura, además de hacer atípico jogging por todo el hemiciclo. Y pudimos observar, además en el close up, que el cutis se le está marchitando por la amargura que la posee como a una exorcisable. Es una verdadera lástima, y mostró, al momento que me dirigía al baño a practicar la micción, lo que capté como un carteloncito con un 69 con un 4 en el medio, y, sobre el que pensaba cuando miccionaba con la siempre recomendable placidez geriátrica, acerca cuál substrato subliminal podía contener dicho carteloncito. Pero incontinenti Blanca le respondió vestida de negro y con su cotica verde botella de tafetán. ¡Y vaya la forma en que hubo de zarandearla manteniéndola enganchada por cinco minutos en su encornadura colmada de emoción taurina!

Ah, y se me olvidaba destacar que, cuando la Sampedro hablaba con la fina estampa propia de una plañidera decimonónica, un idiotón le ponía de “backing” una cartelera muy parecida a las que se utilizaban en la antigua P.T.J. y que, cuando la bancada revolucionaria entonó el Himno Nacional henchida de pasión patria, los MUDiputados contestaron con la creativa consigna de ¡dónde están los reales! que es lo único que en verdad aman de este país, por lo que les recomiendo que, en un próximo debate, y cuando pregunten de nuevo dónde están los reales, se sirvan acompasarlos, a ritmo de reguetón, diciéndoles: tuqui-tuqui… tuqui-tuqui… tuqui-tuqui.

En fin, la gran mayoría de los MUDiputados actuaron no sólo en esta sino en todas las extendidas jornadas parlamentarias con evidente y lamentable y sobre todo histórica turpitud…

Y ante la desproporcionada somanta que le estaba propinando Giordani a esos desangelados MUDiputados, me fastidié por no decir que me “lavillé” como dice hoy un nietico media lengua que como que va a resultar vulgar como su abuelo. Apagué entonces el televisor, y me fui a caminar un rato.

Y en otro en fin, lo cierto del caso es que esta última inter pelazón resultó como la zurra – también con el relajamiento de un hombre feliz- que el camarada Jesús Farías le propinara al economista Guerra en Televén temprano en la mañana. Y que, todo unido hiciera ver a los caballitos de batallas de la MUD (Guerra y Ochoa) como unos verdaderos basiliscos económicos.

También lo cierto del caso es que los ministros volvieron a los MUDiputados lo que el nobel Paul Krugman acostumbra denominar (para ilustrar cómo el capitalismo se vuelve a nivel mundial) “Pésima Utilización Política del USA-dólar” (P.U.P.U), por sus siglas en español derivado del latín vulgar, y no del culto como el que habla el monjón de Urosa Sabino (y tómese por favor, aquí monjón, como el superlativo de monje, y no como un error ortográfico).


(*) Para los jóvenes de hoy, “puya” es el nombre que el pueblo le daba a una moneda - oficialmente el centavo - cuyo valor equivalía a 5 céntimos de bolívar.

canano141@yahoo.com.a






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