La bolivalogía (IV)

Nuestros aborígenes son pie y base para la bolivalogía en ellos encontramos las lecciones mas claras y precisas para una emancipación, en ellos están las lecciones, lo básico y fundamental del verdadero revolucionario, como es su espíritu de rebeldía. La tierra amada se defiende del invasor luchando hasta morir. Bolívar, continuo esa lección y encontró a diferencia de otros; que el dirigente o líder, lo primero que tiene como deber es combatir la tendencia a la resignación, la lucha, la organización, la estrategia es una batalla de veinticuatro horas, para poder llegar a las masas y convencerlas, que para ello es necesario realizar un estudio de la realidad que se vive. Pero, continuemos con el estudio del proceso histórico donde nace esta ciencia.

LA IGLESIA COLONIAL

En ella encontramos el brazo derecho de la monarquía, Es la unión de la espada y la cruz que llegó a someter, a cambiar con su estrategia “humanitaria”, la forma y la creencia de nuestros aborígenes, estableció una influencia duradera en la sociedad en cuyos destinos trajo los mandatos divinos, formó y agrandó los grandes misterios que no pudo explicar, pero en los que había que creer sin preguntar, lo que se debía tomar como regulaciones e inmunidades especiales para todos.

Esta institución llegada junto con los conquistadores, determinó institucionalmente la rutina cristiana y la sembró a partir de 1687, cuando el obispo Diego de Baños y Sotomayor expide las Constituciones Sinodales para la provincia. Las Sinodales regirán hasta 1904 y permitirán que, además de penas espirituales como la excomunión, pudieran los obispos encarcelar, torturar, multar y desterrar a los fieles. Gracias a estas disposiciones, comparten autoridad con el gobierno civil y no pocas veces entran en colisión con ellas. La idea de inferioridad humana del elemento aborigen encuentra fundamento en los textos episcopales y doctrinarios que circulan en la provincia, así como en las concepciones sobre la dependencia natural de los esclavos negros y sobre la indiscutible supremacía de los blancos criollos por mandato divino. A partir de 1600, esta iglesia desarrolló una inmensa actividad misional, a través del trabajo de tres órdenes religiosas: los franciscanos, los dominicos y los jesuitas, quienes desarrollaron una pedagogía peculiar para la conquista espiritual y se ocuparon del estudio de las lenguas aborígenes con fines de catequesis.

En Oriente se evangelizó fundamentalmente por capuchinos. Se hicieron famosos sus establecimientos de Guayana y del Caroní, no solo por la propia labor misional sino por el fomento material de la región. Los dominicos trabajaron la zona de Barinas, en la desembocadura del Tuy y en el área de Rio Chico. Los Jesuitas, cuya presencia fue más bien tardía, se asentaron en las tierras bañadas por el Orinoco y por el Meta. Adelantando su población, en las aéreas controladas por el elemento blanco, más accesibles y comunicadas, en lugar del régimen de misiones se establecieron los pueblos de doctrina, regidos por la autoridad diocesana y supuestamente libres de la influencia de los laicos como mecanismo para librar a los adoctrinados de la explotación y del pecado. No fue así, sin embargo. Pese a los esfuerzos del doctrinero y no pocas veces con su consentimiento, los blancos, especialmente los propietarios criollos, usaron a su antojo a los habitantes de los pueblos de doctrina. Entre los obispos más destacados del periodo colonial destacan: en la época fundacional, Rodrigo de Bastidas, Mauro de Tovar, Diego Baños y Sotomayor y Juan García Abadiano; ya “civilizada” la grey, Diego Antonio Diez Madroñero, Mariano Martí y el Criollo Francisco Ibarra.

LA ESCLAVITUD

Fueron muy pocos los aborígenes que se sometieron al dominio de la bota española, su mayoría había sido exterminada en la resistencia y principalmente los lideres.

Esto creo otro régimen de servidumbre y dependencia de determinados vasallos, especialmente de los negros.

Alonso de Ojeda es autorizado para traer mano de obra esclava a principios del siglo XVI. Es en este momento que se crea el llamado tráfico negrero, cuyos centros principales de abastecimiento fueron establecidos en la Habana, Veracruz, Santo Domingo, Portobelo, Cartagena de indias y la Guaira. Aunque los Welser ya lo habían realizado con pequeños contingentes, son los españoles quienes introducen un lote de 80 negros constituyendo el inicio masivo de mano de obra gratis. En 1560, Sancho Briceño recibió autorización para introducir 200 esclavos, cifra que se elevo luego hasta 3.000 en un permiso de introducción y venta dado a don Simón Bolívar. Este comercio fue controlado en sus orígenes por los traficantes ingleses, quienes encontraron un poderoso rival a partir de 1672, en los holandeses quienes se establecieron como compañía en las Indias. Pese a su total sometimiento y a los atroces castigos que debieron soportar, se “permitió” a los esclavos el ejercicio de ciertos derechos torcidos y mínimos, como el trabajo libre a través de un sistema llamado “arboledilla”, podían comprar su libertad mediante el trabajo y la acumulación de ciertos capitales menores; y podían pelear en los tribunales por derechos como el matrimonio. Pese a que El Libertador solicita la eliminación de la esclavitud en el Discurso de Angostura, sólo logra una Ley de Manumisión establecida por el Congreso de Cúcuta en 1821. En 1830, el país segregado de Colombia modifica la ley en favor de los propietarios. En 1836 se regula el castigo de los esclavos, procurando su disminución y atenuación. La ley de abolición perpetua de la esclavitud se suscribe el 24 de Marzo de 1854, debido al interés y a las presiones del Presidente José Gregorio Monagas.

LA SOCIEDAD COLONIAL

Se basa en las leyes y costumbres que se realizan entre los siglos XVI y XVIII, esta sociedad colonial se caracteriza por una distribución estamentaria de los miembros del conglomerado, en la cual se fundan los rasgos del comportamiento hasta tiempo después.

En la cúpula de esta distribución se ubican los blancos, teniendo en cuenta los nacidos en la península, pero ocupando posición estelar los individuos nacidos del tronco peninsular que tuvieran antigüedad en el establecimiento, llamados criollos, quienes en realidad controlaban la vida de la provincia. Aquellos individuos blancos llegados de manera tardía o procedente de las islas Canarias, usualmente dedicados al comercio menudo y a la agricultura en pequeña escala, se denominaban “blancos de orilla” y no gozaban de las inmunidades propias de españoles y criollos. Al resto de la sociedad, formado por aborígenes, negros y mulatos se le denominaban “castas” y “colores”. En el lenguaje religioso se les llamaba “multitud promiscual”. Era usual que se hablara de “pardos” para denominar las mezclas humanas de mayor extensión y número en la provincia. No tenían acceso a los derechos y preeminencias de los blancos porque la tradición juzgaba quienes tenían taras congénitas que obligaban a su tutela y educación por el estamento superior, aunque podían, con excepción de los negros, ejercer funciones menores en la milicia y en los empleos públicos y atesorar fortuna como dependientes. Esto, por supuesto se Consideró una posición tiránica de los criollos, cuyos métodos imitan en su espacio estamentaria una fidelidad al imperio.

Desde 1621, por Real Ordenanza, se redujo la participación de las “castas” en los empleos públicos. Apenas podían ejercer en la burocracia de menor monta. En 1778 se les prohibió contraer matrimonio con personas blancas.

Diversas disposiciones les impiden vestirse como los blancos y usar insignias propias de la llamada “gente principal”. También les estuvo vedado el ingreso a la universidad y al orden sacerdotal, aunque existieron contadas excepciones en el particular. Los Borbones trataron de suavizar las apremiantes medidas, acaso mas para evitar el engreimiento del criollaje que para hacer justicia a las clases denominadas inferiores, pero la situación de la sociedad no se modificaba por el interés del trono. Predominó la posición exclusiva y excluyente de los blancos, quienes soslayan los regios mandatos para evitar las metamorfosis, por leves que estas fuesen.

Tal el caso de la Real Cédula de Gracias al sacar, promulgada en 1795, la que permitió ciertas dispensas de calidad a los pardos, para anteponer el titulo de “Don” antes del nombre y acceder a funciones que antes se les impedía “la torpeza de su linaje”. Los criollos reaccionaron con virulencia antes estas gracias y evitaron por todos lados que esto se llevara a su aplicación, haciendo un pugilato de vida o muerte. Solo cuando Bolivar, el libertador inicia sus combates revolucionarios con las armas, se comienza a borrar las distinciones de clase sociales en esa sociedad colonial y las costumbres provocadas por ellas.

(Continuará…)

vrodriguez297@hotmail.com


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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