Cuando los sindicaleros marchan agarraditos de las manitas blancas

La oposición sigue allí, haciendo banco a la espera de que el gobierno caiga.

Que se rinda.

Que pida cacao.

Fueron durante tanto tiempo gobierno que no se amañan a otra cosa.

Chillan, patalean, se encadenan, saltan verjas, se escudan tras la cúpula eclesiástica, la OEA, USAID, HRW, o los frentes golpistas que se llaman institucionales y militares, y se traen a patanes insultantes como el Bill Jordan para que defienda a los sindicaleros nuestros, que toda la vida han estado vendidos a los empresarios.

El sábado 5 de febrero, 2011, vimos a grupos de sindicaleros y manitas blancas y que marchando por reclamo de mejoras salariales, el fomento del empleo y en protesta por las expropiaciones del gobierno del presidente Hugo Chávez. Todos esos carajos tienen que ser derecha para estar protestando contra las expropiaciones.

Lo que se supo es que a la mayoría les dieron una cajita feliz por la referida marchita

La marchita, dicen, que fue convocada por sindicatos de diferentes ramas laborales que intentan desligarse de las centrales obreras, que han quedado casi desactivadas por pugnas internas y el desconocimiento de parte del gobierno.

Las manitas blancas se autodenomiron: “trabajadores del futuro”. Es decir, que ahora mismo no quieren, ni necesitan, trabajar ni por el carajo

La banda de vagos salió desde Parque del Este para finalizar cerca de las 1 de la tarde en la avenida principal de Los Cortijos, punto final de la marchita. Caminaron, festejaron felices y comieron perdices.

Estos sindicaleros y que intentan revivir la lucha obrera por su lado, ya que la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) está prácticamente paralizada por falta de elecciones internas.

El portavoz de AD, del Movimiento Solidaridad Laboral, Orlando Chirinos, dijo que la manifestación es en defensa de empleo, el salario, la seguridad social y la lucha sindical. “Es también por un aumento general de salario por no menos del 40% y (para pedir) que en la revisión del salario mínimo cese la unilateralidad”, dijo.

Sindicaleros en fin que han sido la ultra guarida de los ladrones más descarados, que jamás se preocuparon porque delincuentes como Eleazar Pinto purgaran cárcel.

Aquel patán Bill Jones gesticulaba como un macaco rabulero mientras algunos vagos de la resistencia sindicalista le aupaban sus gritos.

Qué valientes estos “trabajadores” que se trajeron a este sajón para que les defendiese sus parcelas de intereses particulares.

Se parecen a aquellos canallas liberales nicaragüenses del siglo XIX, que para alcanzar la libertad y los ideales (por los que tanto deliraban) pusieron a la cabeza de sus huestes al esclavista, sureño y racista, William Walker.

Este esclavista quería extender la unión hasta Centroamérica para darle fuerza a los proyectos expansionistas del Sur de Estados Unidos. Un proyecto que tenía como punto principal hacerse de esclavos para crecer económicamente. La mafia sindical de aquellos tiempos, y William Walker era el Bill Jones del momento. Y hubo negros y mulatos e indios que se rindieron extasiados ante el verbo tritonante y la audacia mercenaria de aquel hijo de puta.

La historia redundante de primer orden.

Cuando no son los mulatos ricachones (residentes por demás en Miami) de la CTV quienes traen a su William Walkers para que los defiendan, montan el show los impolutos y cruzados diputados de la oposición que desesperadamente buscan una gran “esperanza blanca” para 2012.

No hay consigna ni epíteto insultante del que no hayan echado mano para endilgárselo al gobierno: “Chávez es otro Hitler”, “el gobierno es fascista”, “no se respira libertad”, “hay torturados y campos de concentración en cada esquina”. “Se atenta contra la santa religión cristiana y al obispo Porras lo quieren destruir porque es santo, noble y puro”.

Liberales como aquellos nicaragüenses siempre los ha habido en nuestra América Latina.

 Liberales cultos y furiosamente revolucionarios como aquel Francisco Soto que propuso poco después de muerto el Libertador que se le regalara Panamá a los gringos.

Como aquel Florentino González de los septembristas que atentaron contra Bolívar, que luego de gozar por más de una década del poder con Santander y Obando (el asesino de Sucre) pedía a gritos que los Estados Unidos se anexara a Colombia.

O aquel otro Vicente Azuero, el padre de todos los liberales granadinos, ultra radical también, que cuando Bolívar lo mandó al carajo (y se refugió en una isla vecina) le hizo llegar un proyecto para que se coronara emperador.

Podemos asegurar de todo corazón, viendo retrovisoramente nuestra historia, que en cada uno de esos gritones que viven atacando al actual gobierno, hay un grandísimo canalla y un grandísimo hijo de William Walker o de Jordan, da igual.

jsantroz@gmail.com




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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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