Parte de esa historia la recordamos ayer, 23 de enero de 2012, cuando hace 53 años, una insurrección cívico-militar derribó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Es importante recordar que el primero de enero de 1958 se produjo el primer intento de rebelión militar contra Pérez Jiménez. El movimiento encabezado por el Coronel Hugo Trejo contó con la participación de oficiales de la guarnición de Caracas y de Maracay. Por diferentes causas, ese levantamiento militar fracasó y sus principales dirigentes fueron hechos presos por la dictadura.
Sin embargo, a partir de ese momento, la crisis interna del gobierno dictatorial se acrecentó. Se produjeron nuevos brotes insurreccionales en las fuerzas armadas y el movimiento popular se manifestó con más vigor en la lucha contra el dictador. Diversos e importantes sectores sociales se incorporaban activamente a la lucha.
Las acciones más fuertes contra la dictadura se iniciaron el 21 de enero cuando los militares comprometidos y los sectores populares organizados, respondieron al llamado de huelga general, hecho por la junta patriótica. Como cuenta la historia: “El paro se cumplió a cabalidad y en muchos sitios de Caracas se produjeron enfrentamientos con las fuerzas del gobierno. En la noche del día 22, la Marina de Guerra y la Guarnición de Caracas se pronunciaron contra la Dictadura; y Pérez Jiménez, privado de todo apoyo en las Fuerzas Armadas, huyó en la madrugada del 23 de enero, rumbo a Santo Domingo”.
Pero la energía
popular de ese 23 de Enero, la posibilidad revolucionaria de esos días,
esa esperanza resurgida del pueblo por alcanzar la libertad, la independencia
y la soberanía, fue desviada y secuestrada por un luctuoso Pacto de
Punto Fijo que condujo al pueblo al margen de la desintegración. Como
se plantea en la columna “Un Grano de Maíz”, ese pacto, “…fue
la puerta de un fraude “democrático”
que nos llevó a medio siglo de oscuridad”.
Ese pacto de
punto fijo fue firmado por los representantes de los partidos Acción
Democrática, Copei y URD, por mandato del Departamento de Estado de
los Estados Unidos de Norteamérica, el cual puso como condiciones,
entre otras, para darle el apoyo total al nuevo gobierno, primera, el
desconocimiento de la junta patriótica que se había creado el 14 de
Junio de 1957 y que era presidida por el periodista Fabricio Ojeda;
y segunda, la exclusión del Partido Comunista de Venezuela en ese nuevo
gobierno, a pesar de haber sido ese partido, junto al ala izquierdista
de Acción Democrática, los verdaderos combatientes contra la dictadura.
Así se consolidó, una vez más, la traición a los deseos libertarios
del pueblo.
Poco conocen
de esto las generaciones que se formaron en la llamada “Venezuela
Puntofijista”, porque convenientemente la historia describía ese
pacto como un proceso para recuperar la democracia, ordenar la administración
pública, modernizar al país y gobernar para las mayorías. Cuando
la realidad se trataba del dominio de las oligarquías nacionales, de
la subordinación del pueblo a los intereses del capital trasnacional,
de la persecución, de la desaparición y muerte de opositores al régimen,
corrupción y exclusión de las mayorías.
Más de 30
años de oscura “democracia” transcurrieron para que el pueblo,
cansado de soportar un paquete económico subordinado ante los intereses
imperiales, a través del Fondo Monetario Internacional, se levantara
a viva voz para reclamar sus derechos, hecho representado el 27 de febrero
de 1989 con “El Caracazo”. Tres años más tarde, el 4 de Febrero
de 1992, a esa rebelión de pueblo, se les une un importante sector
de las fuerzas armadas venezolanas, lideradas por Hugo Chávez Frías,
en un nuevo intento por recuperar las riendas independentistas de esta
Venezuela.
La historia
es un compendio de procesos, dignos del análisis profundo y certero,
ya que de ello depende la comprensión del momento histórico que estamos
viviendo. Y lógicamente, de tener cada día mayor claridad política
e ideológica, del camino que nos falta por transitar. La historia reciente,
la de ya casi 19 años, nos produjo un líder extraordinario y el despertar
de un pueblo, que había sido adormecido por los planes imperiales que
se le impusieron. Se precisó medio siglo, para que la patria
de Bolívar retomara el rumbo perdido del 23 de Enero de 1958.
Ahora contamos
con la experiencia de los errores cometidos. No permitiremos, nunca
jamás, que nos desvíen nuestro camino, que no es más que el camino
que nos diseñó nuestro Libertador Simón Bolívar, el camino hacia
la Consolidación del Socialismo Bolivariano. Unidad, conciencia revolucionaria
y pasión patria, son necesarias para vencer…y estamos venciendo.
Patria socialista o Muerte!!
Venceremos!!
sentirbolivarianobarinas@gmail.com