A Primera Vista

Rectificación

La vida democrática de un país permite contemplar el espectáculo de la contienda electoral y en ese mismo movimiento, conocer a los aspirantes que ambicionan cargos de elección popular; llegados a la política-dijera Maquiavelo-por medio de la suerte, la virtud o el engaño. Casi todos confundiendo carisma con liderazgo. Lindos rostros, discursos encendidos y elocuentes, promesas llenas de buenas intenciones y por supuesto, la muleta mediática. En democracia, claro que todos tienen el derecho de optar, ¿pero también tienen la legitimidad social para hacerlo? Me explico. En una oportunidad Jerry Adams, fundador del IRA, decía que para llegar a formar parte de la dirección de dicha organización, entre otras cualidades, el aspirante debía tener como mínimo, 10 años de militancia en alguna organización social de base. Haber realizado trabajo voluntario en la comunidad durante más de cinco años continuos, ocupando responsabilidades en organismos de base y, por supuesto, tener trabajo de masas, contando con un solido aval de sus compañeros, los cuales debían postularlo. Qué decir de las aspiraciones a un cargo público. Para ello debían renunciar a cualquier posesión material, poniendo sus propiedades en manos de la organización postulante. “Sólo así podemos garantizar cierta idoneidad de nuestros cuadros, más allá del carisma personal, o de la imagen mediática”, afirmaba Adams. Nada de recién llegados con suerte o apadrinados y mucho menos gente sin fragua y humildad pero tocados por la magia de los medios. Para estos irlandeses tercos, “el más simpático no necesariamente es el más desprendido, humilde, capaz y sabio, por eso, es mejor perder con aquel que merece ser candidato porque cuenta con la confianza certificada de la gente que con él milita, que incluso ganar con uno muy visto en los medios, pero sin siquiera un poco de arraigo en alguna localidad”. Adams llama la atención sobre aquellos cuadros que ya ocuparon cargo y se ofrecen “voluntariamente” para otro inmediatamente. “hay que descartarlos de plano y optar por los que han sido postulados varias veces por la base y que con mucha humildad han declinado a favor de otros compañeros. Pues sólo aquel desprecia el poder puede administrarlo sin contaminarse. ¡Desconfiad de los políticos simpáticos que se ofrecen a la gente como vendedores de autos! Ellos son la ruina de cualquier causa”. Recordemos Que el IRA es católica y que en su socialismo hay mucho de cristianismo primitivo. Aquí, con los calores del trópico no aspiremos a tanto. Jericó, la ciudad anatema de Jehová, se encontraba tomada por la tribu de Celleb. Los generales judíos organizaron juegos, para escoger al más valiente y aguerrido. Decenas se ofrecieron. Pero he aquí que la voluntad de dios es inexpugnable. Jehová entre todos los habitantes escogió a Rahab, una prostituta. “Porque el liderazgo depende más de la influencia y la ascendencia real sobre los hombres, que de la simpatía que siempre es infiel y efímera como la ilusión”, dicen las escrituras. Rahab era mundana y tenía la sabiduría de la calle. “Conocida por todos, era rechazada por los puritanos y habladores llenos de prejuicios, que desprecian lo que temen y lo que no conocen. Valiente, leal y bondadosa con la gente de buen corazón y sin envidia, sabía vivir su vida, tenía humildad y agallas. Conocía el corazón de su pueblo, sus debilidades y ambiciones…Por eso, no sólo salvó su vida y la de Jericó, sino que garantizó el triunfo de los planes de dios”.

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Juan Barreto

Periodista. Ex-Alcalde Metropolitano de Caracas. Fundador y dirigente de REDES.

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