Del por qué yo mismo enseñaría a mi hija a manejar un Kalashnikov

Bien sabido es que nuestro país literalmente flota en petróleo y que éste seguirá siendo por mucho tiempo el motor fundamental de la economía a nivel mundial, al menos hasta que se encuentre una fuente alternativa de energía que sea limpia y viable, cabe resaltar que de no ser encontrada el sistema entero colapsaría.

Tenemos presente que las guerras en Irak (la primera y la segunda), la guerra en Afganistán, el apoyo a Israel por parte de EEUU para que le sirva como gendarme en la región y la desestabilización de los gobiernos progresistas en América Latina obedecen a una sola razón, el control de los recursos energéticos y acuíferos de estos países o de los que los bordean.

Ante tal perspectiva, es insólito que salgan voces en contra de la compra de armamento por parte de la República Bolivariana de Venezuela, que por cierto no es un equipo para hacer una guerra convencional contra potencias como EEUU, pero que sirve como disuasivo ante vecinos entreguistas y también para que de resultar agredidos por el principal delincuente de la humanidad sirva para hacer una guerra de guerrillas en su contra, una defensa integral de nuestra nación. Al ver el panorama mundial, más aun cuando Irán al parecer está a punto de ser atacado y Venezuela sería la fuente más accesible de energía para el imperio es fácil concluír que las compras de armas son necesarias y prudentes, por decir lo menos.

Ahora bien, ante la demarcación de circunstancias como las descritas, urge que todo los venezolanos en capacidad de hacerlo –física y legalmente- sepan utilizar las armas que el estado ha adquirido, y en ese sentido se nos debería preparar a todos en lo básico de las ates militares y guerras de cuarta generación.

Quizás este planteamiento cree asombro en unas clases altas y medias hipócritas y apátridas, pero es eso lo que debe hacerse y no hay otra alternativa para que estemos en capacidad de defender lo que por derecho es nuestro, de nuestros hijos y de las futuras generaciones.

Por ahora no puedo enseñar a mi hija a utilizar una kalashnikov, es muy pequeña, pero cuando tenga la edad suficiente y haya comprendido el deber que tiene para consigo misma y para con su patria, de seguro trataré de hacerlo, pues es preferible morir de pie que vivir de rodillas, esperemos por el bien de todos que podamos seguir en paz (de armas, porque estamos sometidos a guerra mediática) y nuestros hijos hereden un país mucho mejor, en socialismo que es el más cercano sinónimo que se le puede dar a la palabra amor.


Miguelvillalobos9@hotmail.com

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José Miguel González Villalobos

Abogado, Magíster Scientiarum en Derecho Procesal Civil, Cristiano, Bilingüe, con baja tolerancia a la estupidez. Entrenador personal.

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