Dialogar con terroristas y especuladores es perder el tiempo

La capacidad de abrir espacios para el coloquio ha sido un sello distintivo de la Revolución Bolivariana durante dos décadas. De acuerdo con una de sus acepciones, el DRAE define el término "diálogo" así: "Discusión o trato en busca de avenencia (convenio)". La plática sana y constructiva es el camino idóneo para dirimir diferencias con el fin de alcanzar consensos; la solución pacífica de los conflictos es el escenario ideal que evita una escalada de la confrontación. Cuando Chávez regresó a Miraflores el 14 de abril de 2002 en la madrugada, el vocablo "diálogo" fue el norte de su línea discursiva y con ello desactivaba el fantasma de la guerra civil, de la revancha del pueblo contra la derecha y su deleznable sedición. Sin embargo, esta magnánima acción del Comandante Eterno acabó en la restitución de los golpistas en PDVSA, lo cual condujo al sabotaje petrolero que comenzó en diciembre de 2002 y provocó 20 mil millones de dólares en pérdidas para la República. Igualmente, los dueños de los medios de comunicación privados y los empresarios que habían "departido" con el Gobierno Bolivariano, volvieron por sus fueros y mantuvieron en zozobra al país durante 60 jornadas consecutivas. ¿Sirvió de algo la "charla" con los "meritócratas" de la estatal energética y la clase empresarial-comerciante parasitaria representada por Fedecámaras? ¡No! De hecho, mientras más enunciábamos desde este flanco la bendita palabra (diálogo), más se radicalizaba la infamia criolla.

A medida que avanzó el primer decenio del siglo XXI, las "guarimbas" (terrorismo urbano) se alternaban con los llamados a "conversar" del Comandante Chávez y perdimos la cuenta de las veces que sentamos a la oh-posición en una mesa y ésta, al final, siempre acababa pateándola como escuincle malcriado. Ante la sempiterna pataleta de la cúpula dirigente de la Coordinadora Democrática y la posterior Mesa de la Unidad Democrática (MUD), el chavismo ha tratado de "domar" a la bestia: hemos guardado las formas diplomáticas y civilizadas con una caterva de delincuentes profesionales. Así arribamos a una peligrosa actitud de contención en la que hemos permitido el cruce de líneas amarillas y rojas, por parte de la derecha, y se ha ido un poco más allá en cada convocatoria de "guarimba", cada acto de insubordinación criminal al Estado de Derecho. La tradicional inacción manifiesta de organismos como la Fiscalía General de la República, verbigracia, ha logrado que los chavistas seamos perseguidos y hasta quemados vivos por turbas disociadas, enajenadas. Todo ello a pesar de que somos "gobierno" y, según los escuálidos, "tenemos todo el poder"; algo sí es una veracidad de las dimensiones de una catedral: si desde el primer momento en que un chavista fue blanco de "cacerolazos" o algún tipo de acoso proveniente de fachas envalentonados, se hubiese castigado a los culpables con penas ejemplarizantes, hoy no estaríamos lamentando asesinatos tan abominables como el de Orlando Figuera. No olvidemos que este joven fue prendido en fuego mientras caminaba por las rúas de Altamira, zona fresa de Caracas, porque lucía como "chavista". La temeraria estrategia de "tolerancia" con la derecha ha sido dañina, puesto que ésta ha asumido que puede hacer lo que sea con el objetivo de desestabilizar y no pagará por ello; la impunidad ha brindado licencia a la oh-posición para incendiar el país y después, con su faz muy enjuagada, repantigarse a "dialogar" con la Revolución. Otra variante de esta "tolerancia" es la que en nombre de la "inclusión" mantuvo a adecos y copeyanos enquistados en la Administración Pública, lo cual estamos pagando hoy con saboteadores en todos los ministerios y dependencias gubernamentales, sean nacionales, regionales o municipales. Luego de la siembra -en 2013- del Comandante Eterno, Hugo Chávez y la convocatoria a nuevas elecciones para la primera magistratura, el Presidente Obrero, Nicolás Maduro, conservó la actitud de apertura a la discusión de cara a una derecha prepotente que anhelaba derrocarnos con toda su ira.

Las gotas que derramaron el vaso del "diálogo" las atisbamos el año pasado: en primer lugar, la ronda de conversaciones en Santo Domingo, República Dominicana. En éstas, la "diestra" coincidía con el Gobierno Bolivariano en varios puntos, entre ellos, el adelanto de los comicios presidenciales. No obstante, el mismo día en que debía rubricarse el texto del convenio, la oh-posición decidió no firmar y echó todo por la borda. ¡Así como si nada! Más tarde se comprobaría que Julio Borges, uno de los interlocutores de ese "diálogo" en Quisqueya, planificaba un magnicidio contra Nicolás Maduro -que se ejecutó el 4 de agosto de 2018 y por fortuna no tuvo éxito- al mismo tiempo que estaba de "coloquio" con los delegados de la Revolución Bolivariana. ¡Vaya, vaya! En segundo lugar, en el marco de la Reconversión Monetaria que entró en vigencia el 20 de agosto de 2018, el Gobierno "charló" con los empresarios y se establecieron unos "precios acordados" que -por cierto- fueron modificados en varias oportunidades. El detalle es que, a pesar de haberse comprometido a respetar los guarismos de las listas publicadas, la clase capitalista se burló de esos "importes consensuados" y prosiguió la ruin escalada de valías que persiste hasta nuestros días. ¿Sirvió de algo el "diálogo" con los especuladores? ¡De nada!

De República Dominicana se derivaron varias concesiones nuestras, entre las cuales se hallaba la liberación de "presos políticos" (terroristas) de las "guarimbas" de 2017 y varios de estos -meses después- reincidieron en sus reprochables conductas. O sea, la oh-posición se ha aprovechado de nuestra disposición al diálogo para deshacerse de sus fechorías y pulsar la tecla de "reset" en su prontuario; tras cada "perdón", ésta retorna con más saña, más violencia. ¿Da resultados satisfactorios el "diálogo"? A la oh-posición sí... a nosotros no. Incluso, esa propensión nuestra a platicar y debatir de buena fe ha sido utilizada por la derecha continental para proyectarnos como "débiles" al resto del mundo, así no lo queramos admitir (*): ¿por qué demonios sólo hay "diálogo" en Venezuela o Nicaragua? ¿Por qué siempre debe ser la izquierda la que ceda y dé tribuna a las abyectas peticiones de la reacción? ¿Nos imaginamos a Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Pérez o Jaime Lusinchi "dialogando" con la izquierda? ¿Por qué no hay "diálogo" en Argentina por el desastre que ha provocado Mauricio Macri en la economía? ¿Por qué no hay "diálogos" en Chile por las AFP o la represión a los mapuches? ¿Por qué no hay "diálogo" en Colombia por la masacre de líderes sociales tras la "pacificación"? ¿Por qué no hay "diálogo" en Honduras por el abierto fraude de las más recientes elecciones presidenciales o las masivas caravanas de migrantes? ¿Por qué no hay "diálogo" en España por el tema de Catalunya? ¿Por qué no hay "diálogo" en Francia por las reivindicaciones de los "chalecos amarillos"? Dialogar es la ventilación sincera de inquietudes -de lado y lado- que coadyuva a la concreción de acuerdos mínimos de convivencia y respeto, para lo que ambas partes deben ser independientes y no recibir presiones de terceros. Entonces habría que inquirirse varias cuestiones: ¿está interesada la oh-posición en que prevalezcan la convivencia y el respeto? ¿Se gobierna sola la derecha o acata intereses foráneos? La actitud histórica de la oh-posición ha demostrado que no le importa la paz de la República y está dominada por los imperativos de Washington, por ende, bajo esas condiciones nunca habrá un diálogo creíble y fructífero con los despojos de la Coordinadora Democrática y la MUD (**). Eso debemos tragarlo y digerirlo, señoras y señores.

Hace varias semanas nos enteramos de que la Revolución está de "plática" -en la nórdica urbe de Oslo- con el ala más radical de la derecha vernácula, lo que nos conduce -sin escalas- a establecer contrastes con la frustrada aventura de República Dominicana: ¿qué garantías hay de que esto no será otra "boutade" de los mitómanos de siempre? ¿Qué seguridad hay de que el Tío Sam no intimidará de nuevo a sus títeres locales con el propósito de que no suscriban ningún documento? ¿Vale la pena gastar dinero en viáticos y estadía -por aquellos recovecos escandinavos- para volver a presenciar otro berrinche de la apátrida dirigencia escuálida? En un contexto de bloqueo financiero, sabotaje eléctrico y amenazas de invasión militar desde la Casa Blanca, lo más saludable para nuestra supervivencia es imponernos como Gobierno, como Estado: el que viole la ley debe ir a la cárcel y ser sujeto de las condenas más severas. Empresario o comerciante que especule tiene que ir tras las rejas, así como todos los componentes de la oh-posición (sean líderes o seguidores) que realicen actos terroristas y -desde luego- los apologistas de una probable intervención extranjera en Venezuela. Con todo respeto, creemos que el Presidente Obrero, Nicolás Maduro, debe dialogar -a profundidad- con las masas revolucionarias, la clase obrera y campesina, los sindicatos, los consejos comunales, los estudiantes, el poder popular en general y hasta con las bases que no nos apoyan pero desean un mejor país. Ello con el ánimo de recabar propuestas e inquietudes que ayudarían a demoler con mayor precisión dolores de cabeza como la guerra económica. Lo pretérito debe ser lo primordial para el Gobierno.

Si esgrimimos con frecuencia el "diálogo" como la solución a nuestros problemas mas éste no se traduce en resultados concretos, la herramienta irá perdiendo credibilidad. No podemos caer en la candidez de cavilar que "dialogando" con los cipayos de la burguesía lograremos que Washington nos levante las sanciones: el Tío Sam se ha propuesto como misión destruir el proceso bolivariano y nada lo sacará de su obsesión. Por el contrario, nuestra obligación es reforzar las alianzas comerciales y militares con China, Rusia, Turquía y otras naciones que acompañan nuestra legítima lucha por la soberanía nacional (***). No perdamos el tiempo "dialogando" con terroristas y especuladores, ¡apliquémosles la ley!

ADÁN GONZÁLEZ LIENDO

@rpkampuchea

P.D. Si las conversaciones de Oslo lograsen algo positivo en la praxis, sería un acontecimiento inédito y maravilloso. Sin embargo, y a la luz de los antecedentes descritos, no abrigamos muchas esperanzas en ello. De hecho, mientras finalizamos la corrección de este ensayo nos llegan noticias de que las reuniones en "Norge" están suspendidas.

(*) La manipulación de los mecanismos de propaganda capitalista vende en el exterior un panorama de territorio en "guerra", en Venezuela, al estilo Siria. Aunado a esto, el "diálogo" crea la falsa sensación -puertas afuera- de una entidad de "mayores" proporciones que arrincona al Gobierno y lo "obliga" a pactar, cuando en realidad es lo opuesto: un Ejecutivo que ha ganado con la votación más abrumadora de nuestra historia contemporánea y, a pesar de ello, ha decidido no avasallar a un cenáculo de malandros sin remedio. Es como si varios ladrones se metieran a robar a una casa y el jefe de familia -armado hasta los dientes- tratase de convencer "por las buenas" a los mangantes de "no mudarlo", mientras estos se van haciendo de pertenencias a lo largo del recinto y ni le prestan atención. ¿Quiénes serán contemplados como los débiles en dicha analogía: los antisociales o el dueño del inmueble?

(**) ¿No han percibido que cada vez que la derecha "dialoga" con nosotros, el trepar de los importes se intensifica y se agrava? ¿Son impresiones nuestras?

(***) Los cubanos han resistido por más de 50 años un criminal bloqueo estadounidense. En ese espejo debemos atisbarnos, camaradas. Desde luego, el Imperio no durará otro medio siglo, no obstante, tendremos que batallar -al menos- un decenio más hasta que se desintegre Estados Unidos por sus graves contradicciones internas.



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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

 elinodoro@yahoo.com      @rpkampuchea

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