Salario igual a la canasta básica e indexación mensual: ¿“no hay” recursos para eso?

En un artículo reciente expusimos por qué es totalmente legítimo el reclamo de la clase trabajadora sobre #SalarioIgualCanastaBásica y su indexación mensual a la inflación. Aquí continuamos la discusión abordando el argumento patronal de que, supuestamente, "no es posible" una cuestión tan elemental como esa. Datos y argumentos que desmontan la lógica patronal. Que nuestras vidas valgan más que sus ganancias.

Señalamos en la nota anterior cómo en el país a la clase capitalista no se le pone ningún tipo de reparos a la hora de garantizarse diariamente su nivel de ganancias, sin mayor rollo empresarios y comerciantes toman periódicamente las medidas que consideran convenientes para sus intereses de clase: fijar salarios por debajo del umbral de la sobrevivencia, incumplimiento de contratos, aumento de horas o ritmos de trabajo con el mismo salario, aumentos de precios, etc. Es decir, imponen a su antojo sus intereses de clase por sobre los de la clase trabajadora y los consumidores populares, pero en cambio, si la clase obrera exige salarios para por lo menos comer completo y cubrir necesidades elementales, allí si aparecen todo tipo de argumentos en contra: que si "no se puede", que si "es imposible", que "pone en riesgo la fuente de trabajo".

Mostramos que tanto en el Gobierno como de la oposición de derecha coinciden en esos argumentos patronales, y cómo los capitalistas privados tienen el cinismo de decir que los trabajadores deben "aterrizar" sus expectativas porque "no es posible". O sea, que sí es posible y sí hay recursos para que la minoría social representada por empresarios, comerciantes y la casta gobernante garantice sus intereses, pero "no hay" para que las mayorías trabajadoras salgan de la indigencia salarial y la pobreza crónica.

¿No hay recursos? ¿O "no hay" porque se lo quedan algunos pocos?

Los trabajadores y trabajadoras tenemos todo el derecho de inscribir con fuerza en nuestras banderas de lucha la exigencia de un salario que cubra lo básico para vivir y que se indexe mensualmente al ritmo de la inflación. Las únicas "razones" por las cuales supuestamente eso "no es posible" o "es inviable", son los intereses de clase de quienes dominan la economía de toda una sociedad en función de su provecho particular. Lo que "no pueden" otorgarnos es porque se lo quedan ellos, así de claro: estamos hablando de un país capitalista, con explotación de los trabajadores y brutales desigualdades sociales, donde aún después del colapso económico, sí hay más plata que la miseria que nos ofrecen, sí hay más recursos, solo que secuestrados y manejados por intereses de otra clase.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) presentada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB en septiembre de 2021, en nuestro país "la desigualdad se ha incrementado de manera muy significativa", al punto en que 10% de las personas con mejores ingresos concentran 40% de todo el ingreso nacional. Un contundente aumento con relación a una década antes, cuando obviamente también éramos un país con groseras desigualdades sociales, y el 20% más rico del país se quedaba con el 45% del ingreso nacional, mientras al 20% más pobre le tocaba apenas 6% (datos del INE, 2011 [1]).

Si nos fijamos en la política de impuestos, es decir, a quién le mete más mano en el bolsillo el Estado, las desigualdades también son totalmente favorables a la minoría social que representan quienes viven de las propiedades y de la explotación de trabajadores. Tomemos al azar dos meses de los informes del SENIAT: en diciembre de 2021, del total de impuestos recaudados, 47% fueron por IVA, mientras el Impuesto Sobre la Renta (ISLR) aportó el 21%; así mismo, en agosto de este año, del total recaudado el IVA aportó 44% y el ISLR solo el 12%. Esa realidad es más o menos similar en otros meses. Es decir, el impuesto que pagamos los del pueblo común, que es un impuesto indirecto al salario y a los consumidores populares, aporta casi la mitad de los ingresos fiscales del país, mientras los que más tienen, esos que se quedan con la mayor parte de la torta del ingreso nacional, aportan muchísimo menos que eso.

Y si vamos más allá de lo que se contabiliza como ingreso nacional la cosa es más reveladora todavía, porque no solo hay enormes desigualdades en el aprovechamiento de los reducidos ingresos nacionales de una economía que perdió casi 80% del tamaño de su PIB, sino que además, afuera del país hay una cantidad enorme de recursos nacionales: la cifra más cauta estima en 350 mil millones de dólares, y hay quienes la cifran en 500 mil millones, la plata que se fugó y se acumuló afuera entre 2003 y 2014.

¿Cuánto es eso? ¡Muchísimo! Para que nos demos una idea, lo que el país recibió por exportaciones petroleras en las casi dos décadas que van de 1999 a 2018, se estima en 947.000 millones de dólares, y la actual deuda externa del país, que es altísima, puede estar (no hay datos oficiales) por 160.000 millones de dólares; es decir, lo fugado equivale a un montón de años de ingresos petroleros en época de boom [2] y al doble de la hipoteca nacional. ¿Quién los fugó, quiénes los tienen en sus manos? Los más variados sectores de la clase capitalista: empresarios y banqueros, tanto los tradicionales como los nuevos ricos, testaferros, empresas transnacionales que operan en el país. ¿Y cómo los obtuvieron? De manos del Estado, por diversos mecanismos de un mismo proceso: la conversión de la renta petrolera pública (y la deuda pública) en capital privado de un puñado de aprovechadores, el mecanismo de toda la vida de la burguesía venezolana.

Si los capitalistas privados no exportan casi nada, si casi todos los dólares que capta el país los capta el Estado a través del petróleo, ¿de dónde sacan los burgueses semejante cantidad de dólares para fugarlos? ¡De los dineros públicos!, por mecanismos tanto legales como ilegales, pero de cualquier manera ilegítimos, porque, ¿dónde deberían estar esos recursos y en manos de quién? Es un saqueo descomunal a la nación, son recursos públicos que nunca debieron pasar a manos privadas ni salir del país, a enriquecer en el exterior a unos cuantos vivarachos mientras aquí el pueblo venezolano se hunde en una de sus peores tragedias históricas.

"Imposibilidad" y correlación de fuerzas

Este muy breve repaso por algunos datos es útil para comprender que en realidad, la posibilidad o imposibilidad de mejores ingresos para la clase trabajadora depende de cuáles sean los interese de clase que se impongan en la pugna por los recursos nacionales (incluyendo los que se generan en el sector privado), es decir, depende de la lucha. Sí, de la lucha de clases, de la lucha y correlación de fuerzas entre las distintas clases sociales.

Podemos y debemos exigir tanto en el sector privado como en el público #SalarioIgualACanastaBásica y escala móvil mensual (indexación mensual a la inflación), que los patronos vean de dónde sacar los recursos, porque sí los hay. Y si "no saben" de dónde, los trabajadores sí sabemos y podemos acompañar esas exigencias con otras:

  • Si dejara de alcahuetear al gran capital privado en materia de impuestos, como lo hace actualmente el gobierno, exonerándolos de cualquier cantidad de impuestos, incluso a las transnacionales petroleras, se podrían conseguir recursos. ¡Fuertes y progresivos impuestos a las ganancias y grandes fortunas!
  • Ante el argumento empresarial de "no hay recursos" o de "se pone en riesgo la fuente de trabajo", ¡que se haga pública hacia los trabajadores la información financiera y contable de las empresas! Los trabajadores no tienen menos derechos que los burgueses de conocer toda la verdad sobre las empresas que, al fin y al cabo, son ellos quienes las sustentan con su trabajo.
  • Repatriación forzada de capitales. Exijamos que se conmine a quienes tienes esos recursos afuera a traerlos para emplearse en las múltiples necesidades obreras y populares (salarios, hospitales, viviendas, electricidad, agua, vialidad, etc.), so pena de ser llevados a juicio y confiscados sus bienes en el país.
  • Desconocimiento de la ilegítima y "odiosa" deuda externa: destinar enormes recursos a satisfacer los intereses de usura de los capitales financieros internacionales es una de las cosas que nos llevó al desastre actual, esa hipoteca está en el centro de la decadencia nacional, y hasta con bienes de la nación se viene pagando. No hay presente ni futuro progresivo posible para el país ni sus mayorías mientras no se rompa ese mecanismo de expoliación.
  • Si los patronos salen con la cantaleta de que un salario que cubra la canasta básica y su indexación mensual "pone en riesgo la fuente de trabajo" y amenazan con cerrar, rechazamos ese vil chantaje y no solo exigimos apertura de su contabilidad sino que decimos claramente que ¡la empresa puede seguir funcionando bajo gestión de sus trabajadores! No la farsa de supuesto "control obrero" de los gobiernos del chavismo, donde jamás las empresas estuvieron bajo control de los trabajadores. Que la empresa siga funcionando dirigida por comités electos por los trabajadores, sin burócratas ni militares; numerosas experiencias en otros países (y algunas también aquí) demuestran que cuando los patronos declaran "quiebra" y los trabajadores asumen la gestión se pueden mantener los puestos de trabajo y la empresa funcionando; se demuestra que detrás de la supuesta "quiebra" lo que hay es la negativa a ceder parte de su cuota de ganancia.

En todo caso, la cuestión es clara: un salario que cubra nuestras necesidades básicas vitales es posible solo si revertimos la actual distribución de los recursos públicos y de las riquezas que produce la clase obrera, pero se las quedan los empresarios; en fin, si se atacan las cuotas de explotación empresarial y de apropiación de recursos públicos que por varias vías se quedan los capitalistas (nacionales y extranjeros) y la casta burocrática del Estado. La posibilidad o imposibilidad es algo que solo la lucha puede resolver, como lo demostró la pasada lucha del sector educativo contra el pago fraccionado de las vacaciones: ¿acaso no les decían una y otra vez que "no había recursos", que "no era posible"? ¿Y no "aparecieron" después los recursos para el pago? Sí, ¿y qué hizo que lo "imposible" fuera posible? La lucha, la persistente lucha que iba ganando cada vez más fuerza, que tenía amplia simpatía popular y que podía decantar en un paro educativo nacional.

Una reflexión pertinente: ¿un sistema social que solo puede sostenerse condenando a la indigencia y pobreza crónica a la clase trabajadora?

Toda esta discusión actual sobre el salario puede permitirnos a los trabajadores pensar más a profundidad el sistema social en el que vivimos. Si nos guiamos los argumentos de la clase dominante, es decir, los burgueses en todas sus variantes (viejos y nuevos ricos), su sistema económico "no es viable" sino a condición de postrar a las mayorías trabajadoras en la degradante y humillante situación de indigencia económica actual o en los niveles actuales de súper explotación laboral (en el mismo trabajo o en varios a la vez) para poder sobrevivir. ¿Qué tipo de justificación histórica y social puede tener semejante sistema?

Es un tema para largo, pero debe colocarse sobre la mesa, porque nuestra clase debe lograr alcanzar los más elevados niveles de comprensión sobre el sistema social en el que estamos –el decadente capitalismo venezolano¬– y la necesidad de superarlo.

 

[1] Instituto Nacional de Estadísticas: Síntesis estadística de pobreza e indicadores de desigualdad. 1er semestre de 1997 – 1er semestre de 2011, N° 1, Año 2011.

[2] Cifras de José Manuel Puente y Adrián Rodríguez en "Venezuela en etapa de colapso macroeconómico: un análisis histórico y comparativo", América Latina Hoy, 85, 2020, Ediciones de la Universidad de Salamanca.

 

 



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Angel Arias

Ex-dirigente estudiantil, sociólogo, militante de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), columnista de La Izquierda Diario. http://www.laizquierdadiario.com.ve/Venezuela

 angel.arias.perez@gmail.com      @angelariaslts

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