Los ajustes del salario mínimo deben automatizarse, la nueva economía y el BDV

Cuando el Presidente Constitucional, hermano Nicolás Maduro anunció –en el marco del 2do. Congreso de la Clase Obrera José «Chino» Khan, el ajuste del Salarió Mínimo Nacional elevándolo hasta Medio Petro o su equivalente en Bolívares, fuimos los únicos que alertamos lo perjudicial que era invisibilizar en el Decreto Presidencial Nº 4.653, Gaceta Oficial Nº 6.691, publicado el 15 de marzo de 2022, la mención del Petro como unidad de cuenta y reserva de valor de la República vigente y legal (Ajuste salarial a Medio Petro y contrarrevolución burocrática, Henry Escalante, 27-03-2022, Aporrea). Lo hacíamos, no solo para visibilizar la repulsión que causa en cierta burocracia, burocratizada o enferma, el hecho que se mencione la palabra Petro y no dólar, que es la quisiera esa burocracia que se mencionara. Con la verdad, no temo ni ofendo, recordemos a Artigas. Cientos de excusas, surgieron para justificar ese odio y picazón que les causa la palabra Petro, y evitar que la misma apareciera en un documento ley de República como lo es una Gaceta Oficial y peor aún, si la misma es referida al tema salarial. Lo cierto es que en marzo representaba 130 BsD y al día de hoy representa el equivalente a 236,64 BsD, lo que nos indica que el Salario Mínimo de marzo de este año se ha depreciado en un 82 por ciento promedio, con referencia a marzo de este año. Si ese ajuste, se hubiera anclado –verdaderamente- al Petro, esa medida de Ley hubiese permitido al Estado Bolivariano ir reajustando ese Salario Mínimo, digamos que -cada dos meses- automáticamente, tal cual se hace con los bonos del Carnet de la Patria, y de haberse hecho así, los trabajadores, trabajadoras, pensionados y pensionadas de la Patria tendrían sus remuneraciones vigentes y al día con la devaluación que ha sufrido la moneda complementaria imperial, léase: dólar. Pero, el flojo burocratizado e improductivo por naturaleza, le gusta trabajar doble y ahora se requiere de una nueva decisión presidencial para reajustar el Salario Mínimo Nacional (SMN) a los niveles de la devaluación sufrida por el dólar frente al Petro. El ajuste del SMN, es una necesidad urgente que reclama una decisión presidencial y ojalá cuando dicha decisión, cuando se tome, considere esta previsión para evitar que una decisión de tal calibre no se convierta en un factor alimentador de las apetencias de los comerciantes y productores especuladores, siempre alertas para cuando se anuncien decisiones como ésta incrementar sus precios, lo que obliga al Ejecutivo Nacional a tomar este tipo de decisiones como lo ha sugerido el hermano Presidente, Nicolás Maduro: «en silencio ha tenido que ser…», y sin mucho ruido, al igual que lo realiza el productor privado, quien lo hace según sus necesidades de factor trabajo. La indexación o corrección monetaria, es un mecanismo consistente en actualizar el valor del salario en forma proporcional a los índices de inflación, y ello podemos hacerlo automáticamente al igual que lo hace el productor privado y también, el Carnet de la Patria, con los bonos que asigna –mensualmente- a la población venezolana como protección. La intervención presidencial, debería ocurrir solo cuando el ajuste salarial obedezca a un incremento superior al Medio Petro.

La Nueva Economía, que ha puesto en boga el Gobierno Bolivariano proclama como paradigma, dejar atrás al rentismo que, como modelo económico petrolero, le impuso el gobierno imperialista de los EEUU a Venezuela durante todo el siglo XX, y los primeros veinte y un años del XXI. De manera similar a la hermana República de Colombia, que durante todo el siglo XX, se caracterizó por ser una potencia agrícola, entró al XXI con la imposición del gobierno imperialista de los EEUU de convertirlos en un país monoproductor de cocaína y hacer de sus campos grandes sembradíos de coca. La producción agrícola, quedó como negocio para los productores estadounidenses que, gracias al Tratado de Libre Comercio, se posesionaron de la mesa y el campo antes propiedad del campesinado colombiano. Venezuela, ingresa al siglo XXI, pasados 22 años, como una potencia agrícola en desarrollo y como tal, deberá reencontrarse con su hermana siamesa: Colombia. Ambos países, ¡unidos! pudieran convertirse en una gran potencia agrícola suplidora de alimentos a un mundo ávido de tal producción; como bien lo señala, el hermano Presidente Maduro, tras recorrer en gira al nuevo mundo que está emergiendo como potencia de nivel medio, Türkiye, Argelia, Irán, Kuwait, Qatar y Azerbaiyán. Exitosa gira, realizada por el hermano Presidente Maduro, mientras aquí en América fracasaba –estruendosamente- la cumbre de las américas, organizada por la Administración Biden-CIA. Los mensajes del Presidente Bolivariano desde Eurasia y el Norte de África, eran preclaros: «Venezuela tiene que consolidar su modelo diversificado no dependiente del petróleo», manifestaba desde Azerbaiyán; el objetivo [de la gira] es «no ser dependientes del petróleo y generar en la economía diversificada opciones de exportación vinculadas a la seguridad y soberanía alimentaria del mundo». Ya en Venezuela, el hermano Presidente Maduro, insistía en dejar atrás el modelo dependiente petrolero y avanzar por nuevos senderos de desarrollo independiente y soberano, ante la nueva realidad que atraviesa el planeta entero; como bien lo explica, el informe de las Naciones Unidas: «El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo», señala: «La cantidad de personas que padecen hambre ha aumentado hasta 828 millones en 2021. El año pasado, aproximadamente 2, 3 mil millones de personas (29,3 %) en todo el mundo se encontraban en inseguridad alimentaria moderada o grave, 350 millones más que antes del estallido de la pandemia de Covid-19. El conflicto en Ucrania, que involucra a dos de los mayores productores mundiales de granos básicos, semillas oleaginosas y fertilizantes, está poniendo en problemas las cadenas de suministro internacionales y elevando los precios de los cereales, los fertilizantes, la energía e incluso los alimentos preparados terapéuticos para niños con desnutrición severa. Las cadenas de suministro ya están sufriendo eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes, especialmente en países de bajos ingresos, con consecuencias potencialmente devastadoras para la nutrición y la seguridad alimentaria mundial». En la misma línea de alertar a la humanidad sobre la grave crisis alimentaria global, Andrés Conde, director general de Save the Children, señala: «La guerra de Ucrania no es la única razón, la región vive la peor sequía en los últimos 40 años, pero hay una guerra en la despensa del mundo y esto es una amplificador de la emergencia de alimentación global».

Venezuela y Colombia, ¡unidas! pudieran hacer mucho en aliviar las penurias que hoy sufre el mundo, en especial, aquellas regiones pobres del planeta. La recuperación de la empresa Monómeros, ubicada en Colombia, secuestrada por el gobierno imperialista de los EEUU y otorgada su administración a la banda de estafadores del G4, dirigida por Juan Guaidó. Esa política imperialista, llevó la empresa a la quiebra, producto de la vulgar corrupción que rigió la conducta de sus administradores. Hoy, le toca al Gobierno del hermano Presidente Maduro con el apoyo del gobierno de Petro, recuperar la empresa y llevarla –nuevamente- a los niveles que tenía años previos a la intervención imperialista del gobierno de los EEUU, que la ubicaban en los primeros niveles del ranking de las empresas más productivas de Colombia y que garantizaban al campesinado colombiano, acceso a fertilizantes a precios solidarios y accesibles. Por otro lado, la llegada de la administración estadounidense a la empresa, solo la condujo a producir urea, materia prima fundamental en la producción de cocaína, valga decir, se reorientó la empresa a producir solo para los cárteles de la droga y muy en especial, para el Cártel de Nariño, dirigido entonces por Iván Duque. En la medida que el campo colombiano, logre recuperar sus niveles de productividad y eche a un lado ese TLC, y la actividad comercial entre ambos países se recupere a los niveles precedentes que rondaba sobre los 6 mil millones de dólares, en tiempos del capo del narcotráfico llamado cariñosamente por Pablo Escobar como el Dr. Varito, entonces ambos pueblos se verán beneficiados con producción binacional que generará una sana competencia entre pueblos hermanos. Para ello, es necesario avanzar –conjuntamente- en mecanismos que desmonten el contrabando de extracción o economía delictiva, impulsada principalmente por el contrabando y el fraude cambiario, que llegó a movilizar cerca de 7 mil millones de dólares, perjudicando el comercio entre ambas naciones. Necesario, el desmontaje de mecanismos legales colombianos que instrumentalizaron la ilegalidad como es el caso del Decreto 4136 de 2004, que reconoce los más de 60 pasos ilegales o trochas por donde circula el grueso del contrabando de extracción, legitimando esa práctica ilegal. Otra medida de guerra económica contra Venezuela, es la Resolución 08, de fecha 05-05- 2000, emanada de su Banco Central, la cual permite que el narcotráfico uribista dedicado al negocio del intercambio monetario en la frontera, los cambistas, laven sus ingresos impunemente. Esa Resolución, permite lavar dinero proveniente de la actividad del narcotráfico y además, les permite fijar el valor del Bolívar versus el peso colombiano con efectos en toda Venezuela, el cual tiene un valor en Bogotá y otro en Cúcuta, constituyéndose los cambistas del narcotráfico en referentes para las fijaciones del precio del dólar que ejecuta la CIA desde su página web: dólar today, muy seguida por los comerciantes venezolanos a la hora de fijar los precios de sus mercancías en toda Venezuela. Los incrementos desmesurados del dólar, como moneda de intercambio, además de perjudicar a la población venezolana, terminan afectando al productor criollo pues les resta mercados y competitividad. Un dólar fuerte, encarece nuestras exportaciones y resta competitividad a nuestros productos, además que incrementa los precios nacionales haciéndolos inaccesible a la población, perjudicándola. La Nueva Economía, reclama al productor nacional y los comerciantes, ponderar estos temas y decirle a adiós a esa cultura especulativa que ha prevalecido por más de un siglo en nuestro país. Cada vez, que aumentan el precio del dólar arrastran al resto de los precios y perdemos todas y todos quienes convivimos en este preciado espacio territorial llamado República Bolivariana de Venezuela. Juguemos a ganar-ganar. Ganando, todas y todos, hará de Venezuela lo que ya es físicamente: un paraíso para la vida.

Por estos días de mediados de septiembre, el Banco de Venezuela (BDV), hace uso de propaganda para engañar incautos con el tema de la divisa imperial o dólar. La propaganda, engañosa por demás, señala que los usuarios y usuarias del banco podrán comprar y retirar por taquilla desde un dólar o un euro, para luego meter la estocada fulminante a los mismos, aclarándoles que el monto mínimo será de 100 dólares o su equivalente actual rondando los 800 BsD. La actual directiva del BDV, repite los mismos errores que la anterior y que obligara al hermano Presidente Maduro a decidirse por su destitución. Las mentiras de la directiva de dicho banco, rebotan contra la credibilidad del Gobierno Bolivariano. Crecida por demás, gracias al empeño puesto por el Jefe de Estado por elevar el debate político nacional y garantizar que la obra de Gobierno sea palpable a la realidad del pueblo todo. Y, ello debe cuidarse como valor supremo de la identidad nacional del venezolano y/o venezolana. Los directivos del BDV, mienten descaradamente cuando propagandísticamente difunden la falsa idea que venezolanas y venezolanos pueden comprar –libremente- las divisas que quieran o puedan adquirir en sus taquillas. Los hechos confirman que miente esa directiva pues dicho banco mantiene secuestradas un poco más de 2 millones de dólares de las trabajadoras y trabajadores de la Caja de Ahorros de la UCV. Ya van 3 o más años, que la directiva de CAPSTUCV intenta posesionarse de lo que por derecho les pertenece para fortalecer su patrimonio y asistir económicamente el bienestar de sus asociados y asociadas, no siendo ello posible. Actúa, esa directiva, tan igual que el Banco de Inglaterra y la justicia inglesa, quienes se han unido para truncar las esperanzas de los venezolanos y venezolanas de poder acceder y hacer uso de lo que por derecho les pertenece: el Oro allí colocado. De nada, ha servido un mandato Constitucional Bolivariano, previsto en el artículo 118: «Se reconoce el derecho de los trabajadores y trabajadoras, así como de la comunidad para desarrollar asociaciones de carácter social y participativo, como las cooperativas, cajas de ahorro, mutuales y otras formas asociativas. Estas asociaciones podrán desarrollar cualquier tipo de actividad económica, de conformidad con la ley. La ley reconocerá las especificidades de estas organizaciones, en especial, las relativas al acto cooperativo, al trabajo asociado y su carácter generador de beneficios colectivos. El Estado promoverá y protegerá estas asociaciones destinadas a mejorar la economía popular y alternativa». Esa protección, que proclama la Constitución Bolivariana de 1999, como un mandato a sus órganos de gobierno, ha brillado por su ausencia en perjuicio de los trabajadores y trabajadoras de la UCV. Es hora, hermano Presidente Constitucional, Nicolás Maduro, que haga uso de uno de sus atributos como Jefe de Estado, en especial el 236.1: «Cumplir y hacer cumplir esta Constitución y la ley», lo que significa ni más ni menos, obligar a la actual directiva del Banco de Venezuela a levantar la «sanción» que mantiene contra dicha Caja de Ahorros y restituirle esos activos a sus legítimos propietarios –los trabajadores y trabajadoras de la UCV- asociados en Caja de Ahorros (CAPSTUCV)…

Postscriptum: Un amigo trabajador de una de esas universidades que se autoproclama como autónoma pero que en la realidad, es propiedad de todas y todos los venezolanos; se consideran autónomos del Gobierno que nos hemos dado lo venezolanos y venezolanas democráticamente, pero son serviles a los mandatos del gobierno imperialista de los EEUU. Pues bien, el hecho cierto es que el amigo trabajador nos invita a que le expliquemos –racionalmente- como es ese cuento que se ha inventado su sindicato de derechas, fascista por demás, que su sueldo se ha disminuido gracias a la ONAPRE. Le pregunto cuánto ganaba en enero de este año, 140 Bs, nos responde. Y, a partir de marzo con el ajuste del Medio Petro a cuánto ascendió su salario le preguntamos: umm como a 500 y pico bolívares nos responde. 500 es mayor que 140, le explicó y concluyo: cómo pudiera alguien en su sano juicio creer eso que le bajaron el sueldo? Pues sí, hay gente que les cree, nos responde. Tal parece, le decimos, que intenta –tu sindicato- imponerte una especie de opinionamanía, hacerte creer algo que no es verdad, insistir e insistir hasta que se produzca la metamorfosis, sin choque ni violencia, valga decir, hasta que la ficción y lo imaginario se vuelvan tu realidad, hasta que el error y la falsedad se vuelvan tu verdad y tú mismo, repitas como supuesta «verdad» que te redujeron el sueldo. «Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad», proclamaba como su divisa: Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Adolf Hitler. Y, pensando en el nazismo y cómo actúan los nazistas, sus sindicatos, dimos con la respuesta más certera a la interrogante que nos planteara el amigo trabajador universitario, fue entonces que vino a nuestra mente aquella metáfora, elaborada por el ex director de la CIA y ex Secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, en una conferencia que dictara en la Universidad de Texas A&M, el 15 de abril 2019, donde afirmó: «Yo era director de la CIA. Mentimos, engañamos y robamos. Teníamos hasta cursos de entrenamiento completos»…



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Henry Escalante


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