El convidado de piedra en Puerto España

De portentosa imaginación han hecho gala en estos días los grandes medios corporativos de prensa para explicar la inusitada presencia del tema cubano como inevitable en los debates previos a la Cumbre que tendrá lugar a partir del 17 de abril en Trinidad y Tobago, sin identificar al responsable de la absurda situación.

¿Cómo explicar el “problema de Cuba”, y tratar de resolverlo, sin develar el verdadero origen del “aislamiento” de un miembro de la comunidad latinoamericana de naciones que ha ido estableciendo relaciones diplomáticas normales con todos los integrantes de la organización que convoca la Cumbre, en la medida en que sus gobiernos han recuperado la soberanía de su naciones respectivas?

Son imaginativos los giros de las noticias y análisis informativos en los “grandes medios” al referirse a los hechos que originaron la ausencia de Cuba de los foros regionales.

“Cuba fue separada de la organización en 1962 cuando los estados miembros dijeron que su sistema comunista era contrario a los principios interamericanos”, se dice casi sin excepción en todos medios corporativos, sin precisar que, con la honrosa excepción de México, todos cumplían a regañadientes un mandato de Washington.

Con el decurso de los años la imposición se fue haciendo cada vez más insoportable, especialmente para los nuevos gobiernos que surgían en los países del hemisferio cuando eran abatidas las dictaduras militares apoyadas por Estados Unidos. El ejercicio de la soberanía sobre sus relaciones externas permitió que los vínculos con Cuba se fueran restableciendo en un país tras otro en la medida en que la tendencia creciente hacia la independencia se extendía por toda Latinoamérica y el Caribe.

Los abusos hegemónicos de Washington en Latinoamérica provocaron que, cada vez más, los nuevos dirigentes de América Latina fueran políticos con más puntos de contacto con La Habana que con la Casa Blanca, no obstante la enorme influencia que el poderío económico, tecnológico y militar permite a los gobernantes de los Estados Unidos.

Ni siquiera el desprestigiado argumento de las violaciones de los derechos civiles en Cuba sirve ya en algo para argumentar el pretendido aislamiento internacional de Cuba. El bloqueo económico y comercial con que Estados Unidos quiso estrangular a la revolución cubana llegó a ser explícita y unánimemente repudiado por la comunidad mundial de naciones. Fue causante de las más humillantes derrotas de la diplomacia estadounidense en la Asamblea General de Naciones Unidas en toda la posguerra.

En un categórico documento público dado a la publicidad por su Secretariado Internacional radicado en Londres, la organización Amnesty International recuerda que Estados Unidos es ahora el único país de las Américas sin relaciones diplomáticas con Cuba y descarta el argumento de que el pretendido aislamiento de Cuba haya servido en algo a la causa de la defensa de los derechos humanos en el mundo.

La exclusión de Cuba de la Quinta Cumbre de las Américas que tendrá lugar en Puerto España, Trinidad y Tobago, pone en evidencia lo irracional de una política de Washington que ya ha durado mas de medio siglo y que nadie ignora que más temprano que tarde tendrá que cesar, sin que ni uno solo de sus propósitos, ni los reales ni los pretendidos, haya sido logrado.

Cuando la soberanía nacional de la isla caribeña y su derecho a darse el orden social y el sistema político que su pueblo ha elegido, sean efectivamente reconocidos y respetados por la superpotencia americana, el pueblo cubano habrá obtenido una victoria de alcance histórico.

Seguramente, cuando llegue ese momento, habrá que encontrar fórmulas protocolares y mañas mediáticas para disimular o atenuar la estrepitosa derrota de esa política imperial, pero el hecho indiscutible, que servirá de experiencia a todos los pueblos, es que cuando una nación, por pequeña y pobre que sea, se une tan estrechamente para la defensa de sus derechos y con tanta disposición al sacrificio como lo ha hecho el pueblo cubano desde 1959, no hay imperio ni potencia capaz de impedírselo.

Todo parece indicar que el nuevo Presidente norteamericano tiene la opción de aceptar o posponer ese momento cumbre. Diez antecesores suyos optaron por esto último. Barack Obama es, a todas luces, un líder distinto a todos los anteriores, pero habrá que ver si el imperio mismo, sus bancos y su industria militar, han aprendido la lección y aceptan el cambio.

En Puerto España, parece que inevitablemente, estará presente un “convidado de piedra”.



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Manuel E. Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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