Uribe, perro ovejero del imperio

Al presidente Uribe lo “agarraron con las manos en la maza”, según el decir popular, con todo y las precauciones que adoptó para no ser descubierto. Actuar en la oscuridad de la noche para no dejar rastros de su bellaquería ¿Sería esto lo que pensó para lanzarse a realizar la acción tan burda y descabellada de invadir el territorio ecuatoriano violando normas del derecho público internacional de respeto a la soberanía de los Estados? Peor aún. La acción militar la realizó contra un país vecino, aliado, hermano. No fue lanzada contra un enemigo que amenaza su seguridad. Todo lo contrario, contra un país amigo con el cual tiene magníficas relaciones comerciales (3º socio. 1.500 millones $USS en uno y otro sentido). Un buen vecino que brinda cobijo y protección a los colombianos víctimas de la guerra interna. Las únicas divergencias surgidas provienen de las fumigaciones que realiza el gobierno de Uribe por orden de los EE.UU., con glifosfato, y los daños que les ocasionan a los habitantes de la frontera, a sus cultivos, su salud, su ambiente natural. ¿Por qué esa acción artera de Uribe contra el territorio de un país amigo?

“El que con lobos anda a aullar aprende”. Agresiones como la realizada por Colombia en contra del Ecuador, las viene realizando el gobierno de los EE.UU. desde mucho tiempo atrás (Granada, Panamá, Afganistán. Irak, Yugoslavia). La lista es muy larga. El general Smadley, de la marina de los EE.UU. escribió en sus memorias refriéndose a sus correrías por los mares, “…nada teníamos que envidiarle a Al Capone, con la diferencia que éste tan sólo actuaba en un distrito de Detroit y nosotros en todo el mundo.”

Uribe es algo así como el perro ovejero encargado por el imperio de cuidar el rebaño. Y sin más ni más le tiró una tarascada al Ecuador, lo mordió en la entraña: la soberanía, sin medir las consecuencias de su arrebato, de su rabia perruna, fruto del mal ejemplo que recibe del amo.

Frente al hecho cumplido de invadir el territorio ecuatoriano, la impudicia de Uribe llega al colmo de pretender convertir al agredido en agresor. Según la argumentación de Uribe, ahora resulta que el presidente Correa agredió a Colombia y el responsable de la agresión es el presidente Chávez, contra el cual Uribe de inmediato anuncia una demanda en un Tribunal Penal Internacional, en base a pruebas forjadas, extraídas de un computador encontrado en el sitio de la selva amazónica donde se realizó el bombardeo, donde los árboles en la extensión de una hectárea fueron arrasados, todo quedó destruido, menos la computadora.

Siempre he oído decir a los entendidos que en los tribunales no se aceptan pruebas sustentadas en aparatos electrónicos (grabaciones, etc.) Pero resulta que el material extraído de la computadora, además, también señala al presidente Correa por sus buenos tratos y entendimientos con las FARC para ayudar al intercambio humanitario. De ser cierta una y otra versión ¿Por qué el anuncio de la demanda es sólo contra el gobierno de Venezuela y el presidente Chávez y no en forma conjunta contra el gobierno del Ecuador y el presidente Correa?

Si el haber tenido conversaciones con el comandante Raúl Reyes - para Uribe es un delito- ¿Por qué no entran también en la demanda el presidente Sarkozy, y los gobiernos de España y Suiza? ¿Por qué Uribe dirige su furia sólo contra Chávez y no contra Correa y los demás gobiernos que han participado en conversaciones para el intercambio humanitario? El caso de Pastrana es más grave por haber hablado con Marulanda y haber estrechado su mano.

El representante de las FARC - para los diálogos de paz o de intercambio de prisioneros - desde hace muchos años había sido el comandante Raúl Reyes. Era algo así como el Canciller de las FARC, encargado de las relaciones internacionales y su vicecanciller Rodrigo Granda. En cumplimiento de estas funciones viajó por Europa y asistió a Congresos Internacionales para entrar en contacto con representantes de otros países y darles a conocer la política de paz de las FARC.

El perro ovejero del imperio pretende con subterfugios evadir la responsabilidad por la acción militar y criminal que lanzó contra el Ecuador. En la reunión extraordinaria de la OEA para recibir la acusación de Ecuador contra Colombia, el representante de Argentina, ante los subterfugios del representante de Colombia para eludir la acusación, lo declaró fuera de orden, “vamos a concretarnos al tema de la convocatoria”.

El artículo 21 de la OEA y no el 1373 de las Naciones Unidas es el que se aplica en el caso de agresión de un Estado contra otro Estado. La Resolución 1373, no viene al caso, por cuanto “es harina de otro costal”. Allí está pautada la obligación de los países de luchar contra el “terrorismo”. Pero ¿qué es terrorismo? Término ambiguo en el cual se pretende meter las luchas justas de los pueblos por sus derechos, por su independencia, por la democracia, cuando no les permiten la lucha cívica y tienen que tomar la lucha armada como único camino. Es el caso de Colombia desde hace sesenta años. Todos los intentos de las FARC y del ELN para incorporase a la lucha cívica, han fracasado por incumplimiento de los acuerdos por parte de la oligarquía, las fuerzas armadas, la jerarquía católica.

Ahora bien ¿Qué es terrorismo? Resulta que ni la OEA ni la ONU han calificado de “terroristas” a las FARC ni al ELN ni a los Naxalitas de la India ni al Nuevo Ejército Popular del Partido Comunista de Filipinas ni al movimiento Saharaui de Liberación Nacional ni al Partido Comunista de Nepal que domina el 80% del territorio y sólo le falta tomar la ciudad de Katmandú, la capital. En consecuencia las FARC, el ELN y los movimientos insurgentes nombrados, son Fuerzas Beligerantes, enfrentadas a gobiernos que niegan los derechos humanos. En el caso de Colombia, la FARC y el ELN, están enfrentados a la oligarquía que detenta el poder y a EE.UU. que ha invadido con su ejército el territorio de Colombia. La FARC y el ELN no son la causa del conflicto que existe en Colombia, son efectos, consecuencias del conflicto cuya raíz está en la negación de la lucha cívica como fórmula pacífica de dirimir las controversias que se presentan en toda sociedad de clases por causa de la propiedad (el latifundio y otras formas de propiedad capitalista), que condenan a la pobreza a 33 millones de colombianos. La oligarquía colombiana no permite la lucha cívica. Todo aquel que lo ha intentado en los últimos sesenta años, muere asesinado. Desde la muerte de Gaitán la lista es muy larga de dirigentes políticos, sindicales, campesinos, estudiantiles, periodistas y del pueblo en general. ¡Asesinados! Es una oligarquía que utiliza el asesinato de sus adversarios como fórmula para mantenerse en el poder. Para ello ideó el paramilitarismo y el sicariato.

En la última década, el auge de las luchas populares en Latinoamérica y la profundización de la crisis social en Colombia, llenan de temor a la oligarquía y a su amo. En días pasados, en una entrevista por televisión al sociólogo estadounidense James Petras, hablaba del servilismo de Uribe y comentaba el desprecio con que es recibido en el Congreso de EE-UU, cuando en sus muy frecuentes viajes va a suplicar ayudas para mantener la guerra o le firmen el TLC. En ciertos medios de la política de los EE.UU., Uribe es un personaje indeseable por su hoja de vida que ya todo el mundo la conoce: narcotraficante (ocupa el Nº 82 en la lista de la DEA, ya debe haber descendido al puesto Nº 1 luego de la muerte de Pablo Escobar y la extradición de los capos de los carteles de Medellín, Cali o la Costa.Atlántica); fundador de las Convivir, que con el tiempo se constituyeron en los grupos de paramilitares, que cometen masacres en la base social de la guerrilla y asesinan a todo aquel que no respalde el candidato de su elección (alcalde, diputado, gobernador, senador). Es así como el narcotráfico y el paramilitrismo tomaron el gobierno de Colombia, con Uribe de presidente, con numerosos diputados y senadores en el Congreso, con magistrados en los tribunales, con generales en el ejército, con obispos y cardenales, muchos de esos congresistas hoy están en la cárcel, junto a generales, gobernadores y alcaldes. A Uribe le tienen reservada desde hace años una celda en una cárcel de EE.UU. Puede ser la misma que ocupaba Noriega. Es el destino de todo perro ovejero al servicio del imperio: Montesinos, Fujimore, Pinochet, Videla, Sadam Hussein, Bin Laden, que son útiles mientras sirven los intereses del imperio.

El imperialismo siente que el dominio y sumisión que ejercía sobre los países de Latinoamérica se le escapa de las manos ante el avance arrollador de los pueblos que han dicho ¡Basta! En consecuencia le ha dado ordenes a su perro ovejero para que profundice las agresiones contra los países vecinos y escogió como primera víctima al Ecuador. ¿Cuál será la segunda: Panamá, Nicaragua, Perú, Brasil o Venezuela?

“Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”. Es lo que ha hecho el presidente Chávez con las acciones de previsión tomadas en la larga frontera de 2.200 kilómetros. Un perro ovejero atacado de mal de rabia es muy peligroso… Muerde las ovejas. Infecta el rebaño.

leonmoraria@cantv.net


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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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