La intervención como espectáculo: Cuando la política se convierte en contenido estúpido

​En la Venezuela de la diáspora, una clase de influencers políticos ha encontrado una fórmula infalible para alcanzar a ser visible y vivir de la monetización: la promoción constante y ruidosa de la intervención militar estadounidense. Figuras como "Kilómetro" y Wilmer Azuaje (Alias Chuchú), entre otros, no solo aúpan una solución bélica, sino que la adornan con planteamientos dignos de una caricatura geopolítica, como la anexión de Cuba a una "Venezuela liberadora" y el uso del poderío aliado para recuperar el Esequibo.

​Este discurso, a primera vista, parece un fervoroso, aunque equivocado, llamado al rescate. Sin embargo, al despojarlo de su retórica épica, se revela como un ejemplo perfecto de lo que es hoy el "Circo Romano del Siglo XXI" en las redes sociales: la monetización de la estupidez y el morbo político.

La degradación premiada: Morbo vs. Soberanía

​Vivimos en una época en la que los algoritmos han descubierto nuestra debilidad más oscura: el morbo vende más que la educación. El contenido que genera choque, polarización o zozobra tiene una retención superior a aquel que propone soluciones complejas, legales o diplomáticas.

​En este contexto, la intervención militar no es una estrategia; es un producto de marketing. Es la "bala de plata" que se opone a la "tediosa" mesa de negociación. La promesa de una guerra rápida, donde EE. UU. hace el trabajo pesado y Venezuela solo "manda después", es el equivalente a la payasada viral en la plaza pública: genera clicks y shares, manteniendo a los influencers en el tope del feed y el reconocimiento del algoritmo. 

Hacen dinero, ganan rating a punto de la manipulación del morbo de los desesperados en el exilio y dentro de Venezuela.p

​Las narrativas que proponen son la antítesis de la inteligencia política. Proponer anexar a Cuba no es un acto de liberación; es una violación flagrante del Derecho Internacional y de la soberanía cubana. Exigir respeto por el Esequibo mientras se pisotea el territorio de otro país es la doble moral del neocolonialismo criollo. Estas son posturas inviables e irresponsables, pero son explosivas, y por eso se monetizan mejor.

La responsabilidad del exilio seguro

​Lo más cínico de esta narrativa es que emana de personas que viven libres de las consecuencias directas de lo que promueven. El llamado a alistar "50.000 jóvenes" para ir a liberar Cuba se hace desde la seguridad del exilio, muy lejos del teatro de operaciones. El costo humano, la destrucción de la infraestructura y el inevitable caos que trae consigo toda intervención militar son un riesgo que sus seguidores en Venezuela pagarían, mientras ellos mantienen su estatus de "líderes de la resistencia" en plataformas digitales.

​Esto es un claro ejemplo de premiar la degradación y castigar la excelencia. Mientras los profesionales, diplomáticos y constitucionalistas que buscan una salida soberana y no violenta luchan por ser escuchados, su contenido es catalogado como "largo" o "aburrido" por un algoritmo sediento de conflicto. Por el contrario, el mensaje rimbombante, simplista y violento de la intervención es amplificado.

​La consecuencia es nefasta: el debate político venezolano es arrastrado a un terreno de fantasía épica y belicista, donde se le exige a la nación una renuncia implícita a su soberanía a cambio de una promesa de "rescate" que, históricamente, ha traído más ruina que estabilidad a América Latina.

​Desmontar el espectáculo

​Quienes se enfrenten a este discurso en el debate público deben dejar de tratarlos como analistas políticos serios. Hay que exponerlos por lo que realmente son: productos de un ecosistema digital que recompensa el dramatismo sobre el pragmatismo.

​Debemos preguntarles directamente: ¿Cuánto vale la soberanía de Venezuela en comparación con la cantidad de likes y la relevancia que obtienen al promover la guerra?

​La solución a la crisis venezolana no vendrá de una invasión militar ni de sueños de anexión imperial, sino de la capacidad soberana de los venezolanos para reconstruir sus instituciones. Dejar de prestar atención al show de la intervención y enfocar el debate en la estrategia política real es el primer paso para desmantelar esta peligrosa y rentable venta de humo.

 


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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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