​Los invisibilizables en tiempos de agresión imperial

En estos días, nuestra patria vuelve a enfrentar una amenaza que creíamos relegada a los libros de historia. La presencia de buques de guerra estadounidenses en nuestras costas, las sanciones y el discurso agresivo de un gobierno extranjero no son una simple tensión, sino una agresión en toda regla que busca doblegar nuestra soberanía. Es una amenaza que, como patriotas, estamos obligados a rechazar categóricamente, sin titubeos.

El gobierno ha convocado a un Consejo Nacional por la Soberanía y la Paz, haciendo un llamado a la unidad de todos los sectores de la sociedad. Yo, como muchos otros, saludamos esa iniciativa. Pero no puedo evitar sentir un profundo desencanto. Porque en esa misma convocatoria, en el mismo instante en que se nos pide dejar las diferencias a un lado, hemos sido testigos de un patrón que se repite hasta la saciedad: la política de invisibilización y ostracismo.

Una vez más, se les da la bienvenida a actores políticos tradicionales y a gremios empresariales, muchos de los cuales viven del ventajismo y del reparto de la renta petrolera. Pero, ¿dónde está la izquierda disidente? ¿Dónde están los ex ministros de Hugo Chávez, los académicos, los líderes sindicales, los maestros y obreros que defienden a la patria, pero reclaman a viva voz un salario digno y una Constitución que se respete? Somos los invisibilizables, los que no cabemos en su lista de invitados porque denunciamos la injusticia interna con la misma vehemencia con la que rechazamos la injerencia externa.

En medio de ese evento, se escuchó una voz que, por un momento, pareció romper el guion establecido. La rectora de la Universidad de Carabobo hizo un llamado sincero a la reconciliación y a la defensa de la verdad, subrayando la necesidad del “respeto y la tolerancia por la opinión disidente”. Su llamado a forjar “una nación donde las diferencias motiven el crecimiento y no la división” dejó claro que, incluso dentro de los espacios oficialistas, se reconoce la necesidad de un verdadero cambio.

La historia nos ha enseñado que este patrón de comportamiento no solo es una injusticia, sino que es un error estratégico de gran magnitud. La exclusión debilita. No se puede enfrentar a un enemigo con la moral de la nación fracturada, con un pueblo que no siente que la defensa de la patria también incluye la defensa de su salario, de sus derechos y de su dignidad. Una paz construida sobre la exclusión es una paz frágil, y una soberanía que se niega a la inclusión es una soberanía a medias.

Nuestra lucha no es por un puesto, es por la justicia. Creemos en la democracia participativa y protagónica, no en el sometimiento. Por eso, en estos tiempos de agresión imperial, el gobierno debe entender que la defensa más sólida no se construye en los cuarteles, sino en la apertura de los canales de diálogo, en el respeto a la pluralidad de las ideas y en la reconciliación real.

El pueblo venezolano ha demostrado su fuerza para resistir. Los invisibles de hoy estamos listos para unirnos en un gran frente nacionalista, no a pesar de nuestros principios, sino gracias a ellos. Solo con la participación de todos, sin exclusiones ni condiciones, podremos forjar una verdadera defensa de la patria y construir un camino de autodeterminación, justicia, libertad y paz.

 


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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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