¿Bolton paloma y Trump halcón?

Quien pretendiera entender al pie de la letra cualquier cosa que dijese un político, se movería entre la ingenuidad y la pendejera. Un político íntegramente sincero tendría muy pocas probabilidades de acceder al poder. No es porque el político quiera mentir, sino porque hay coyunturas en las que está obligado a hacerlo. Por eso a los políticos hay que leerlos entre líneas o, si se quiere parecer más técnico, hay que hacerles análisis del discurso o análisis semántico. Yo, que probablemente seré parte del perraje social hasta mi último suspiro, solo digo que, en general, a los políticos hay que prestarles oídos, pero jamás regalárselos.

El párrafo anterior viene a cuento por las distintas declaraciones que han sido publicadas después de que Trump mandara al diablo a John Bolton. Estas puntadas de trasero no son raras en “el inquilino de la Casa Blanca” como lo denomina el lugarcomunismo, pero en este caso debemos prestarle atención porque es asunto que nos atañe a los venezolanos directamente.

Bolton es considerado un “halcón”, un amigo de la guerra y, señaladamente, un hombre promotor de una línea dura contra Venezuela. El puntapié que le dio Trump prendió las alarmas a más de un opositor venezolano, de esos que viven esperando a los marines para que les hagan el trabajo de defenestrar a Maduro, aunque se habrán tranquilizado un tanto después que el presidente gringo descartó el pasado jueves el que vaya a asumir una postura más conciliadora hacia nuestro país y además estarán de plácemes por la invocación del TIAR por una docena de los países signatarios, incluido allí la entelequia del “gobierno interino” del autoproclamado e infeliz Juan Guaidó.

Cuesta creer la declaración de Trump de que es más duro, más radical, en el tema de Venezuela que el propio Bolton. Sobre todo porque el grotesco gobernante de Estados Unidos ha demostrado ser más que nada un perro que ladra pero no muerde. Se acerca al final de su actual mandato sin una sola victoria internacional relevante, más bien es alguien que no ha logrado sus objetivos a pesar de sus agresiones, como en el caso de Cuba y Venezuela, o ha retrocedido, como en Corea del Norte y Siria, y ahora está hablando hasta de la posibilidad de algunos acuerdos con Irán. En su maniática guerra comercial con China, acaba de postergar la subida de aranceles, en un movimiento que huele a acuerdo secreto con la potencia asiática, que ha tomado una medida recíproca al postergar igualmente el supuesto inicio de su contragolpe arancelario.

Bolton, por su parte, fue quien el año pasado acuñó la frase “Troika de la tiranía” para referirse a Venezuela, Nicaragua y Cuba, y promovió el endurecimiento de la política contra Venezuela desde su llegada al Consejo de Seguridad Nacional de Washington en abril de 2018.

Trump vive vociferando que “todas las opciones están sobre la mesa” y ahora afirma, sobre el ex asesor de seguridad, que “¡Él me estaba frenando!” en cuanto a la situación de Venezuela. Los hechos parecen indicar que son sobre todo bravuconadas.

Uno de los más preocupados con la salida de Bolton ha de ser el senador republicano Marco Rubio, adalid de la gusanera cubana y del escualidismo venezolano en el sur de Florida. De inmediato llamó a Trump para pedir cacao y este lo tranquilizó lanzando fuegos artificiales por la bocaza. Fíjese el lector que el diario Miami Herald, que representa a esos sectores reaccionarios latinoamericanos, asentó en su editorial del 11 de septiembre que “La salida de Bolton podría indicar una flexibilización del control financiero y político que estaba tratando de diseñar, con poco éxito hasta ahora”. Y ese mismo día Trump pareció confirmar el barrunto de una postura más de “paloma”: “Yo estaba en desacuerdo con John Bolton en sus actitudes sobre Venezuela. Creo que se pasó de la raya. Y creo que he demostrado tener razón”.

¿Puede alguien considerar que el reconocido halcón Bolton “se pasó de la raya” tratando de contener a Trump para que no fuera más agresivo hacia Venezuela? Ese no sería John Bolton. El ex asesor es más bien el personaje del cual habla el columnista del portal de CNN John Gans, en su artículo publicado el pasado 10 de septiembre bajo el título “John Bolton y el arte perdido de la intermediación” (John Bolton and the lost art of brokering), y sobre el cual señala que “Mientras estuvo en Japón, Trump recurrió a Twitter nuevamente para contradecir al asesor de seguridad nacional sobre Corea del Norte. En un momento en que los funcionarios en Irán y Corea del Norte acusaron a Bolton de impulsar una línea más contundente, Trump también se esforzó por distanciarse de las opiniones más belicosas de su asesor de seguridad nacional” ¿Halcón para todo el mundo y paloma para Venezuela? ¡Yo te aviso, chirulí!

No olvidemos que Trump busca la reelección en 2020. En el sistema electoral de Estados Unidos, hay estados con mayor peso que otros. Según el número de electores presidenciales indirectos designados (colegios electorales), el estado de Florida es el tercero en importancia (empatado con Nueva York), con 29 representantes, después de California (55) y Texas (38). En una elección cerrada de los colegios electorales, cualquiera de estos estados podría ser decisivo (recordemos que quien gana en un estado se lleva todos los delegados del mismo). En una sociedad estadounidense hoy por hoy altamente polarizada, Trump no puede darse el lujo de echarse en contra a las poderosas mafias de gusanos y escuálidos que pueblan Florida. En este caso se invierte la noción: no va a ser un lobo con piel de carnero, sino un carnero con piel de lobo.

Algunos analistas independientes estadounidenses, que no pertenecen al campo de la izquierda, han dicho cosas interesantes en torno al tema que nos ocupa. Para Michael Shifter, presidente del centro de reflexión Diálogo Interamericano, Trump “no quiere que nadie tenga la impresión de que es blando, pero es difícil creer que estuviera presionando por una política más dura que Bolton (...) Espero que haya un Plan B más diplomático en la Casa Blanca para ayudar a restaurar la democracia en Venezuela, pero soy escéptico”. Por su parte, Michael Camillieri, exdirector de Asuntos Andinos en el Consejo Nacional de Seguridad, declaró a la revista Foreign Affairs, que “Washington debe renunciar a una estrategia ideal en favor de una posible”

En todo caso, Venezuela es hasta ahora una nueva derrota de la política exterior de Washington en el actual período. Le ha pasado a Trump lo mismo que a la mediocre oposición venezolana, se ha echado a sí mismo la vaina de ponerse detrás de Juan Guaidó, que es decir de Voluntad Popular, un partido fascista, burgués, alejado del alma del pueblo venezolano, que solo ha conocido el fracaso en cada una de sus aventuras contra la Revolución Bolivariana. También habrá que invertir los términos del dicho: quien a mal árbol se arrima, mala sombra lo cobija.


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Néstor Francia


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