Las desastrosas guerras por encargo de Estados Unidos: Siria es la última

Desde la decisiva victoria militar de los Aliados contra las potencias del Eje en la II Guerra Mundial, Estados Unidos ha luchado alternativamente una serie de campañas militares de guerra total o de guerras por encargo. La guerra de Corea llegó a un punto muerto con Corea del Norte por lo tanto Estados Unidos decidió enfrascarse en una serie de guerras de baja intensidad y por encargo en Cuba, el ex Congo Belga, Tibet, Laos e Indonesia utilizando estados clientelares y ejércitos de mercenarios.

A mediados de la década de los sesenta, no contento con las guerras de baja intensidad y por encargo que luchaba en Vietnam del Sur confiando en "asesores" militares norteamericanos y fuerzas locales, Estados Unidos utilizó medio millón de hombres para "luchar contra el comunismo" en el Sudeste Asiático. La decisión se tomó inmediatamente después de la invasión total de la República Dominicana el año 1965, uno de los actos de agresión militar norteamericana bastante olvidado. La guerra de Indochina fue un desastre para Estados Unidos, guerra que es recordada por las escenas de helicópteros evacuando apresuradamente a sus diplomáticos y personal militar desde los techos de la embajada norteamericana en Saigón en 1975.

Luego del fiasco de Vietnam, Estados Unidos regresó al concepto de la guerra por encargo contra lo que consideraba el expansionismo de la Unión Soviética.

Estados Unidos mantuvo fuerzas guerrilleras en Afganistán, Angola y Nicaragua. La obsesión de Estados Unidos con amenazas inexistentes inventadas, concluyó con el país apoyando --a través de una guerra por encargo-- contra Vietnam y contra la brutal dictadura de Pol Pot en Cambodia, la cual a pesar de ser comunista y pro-china, era una enemiga jurada de Hanoi.

El apoyo norteamericano a Pol Pot produjo un genocidio de por lo menos un millón y medio de camboyanos. La guerra por encargo de Estados Unidos contra el gobierno sandinista de Nicaragua empleando mercenarios incluyó el ilegal minado de los puertos nicaragüenses y los asesinatos programados de funcionarios nicaragüenses.

Los diferentes ejércitos mercenarios por encargo de la CIA acarrearían otras consecuencias para Estados Unidos, proceso conocido en la comunidad de inteligencia como un "tiro por la culata". Los mercenarios cubanos estuvieron directamente involucrados en el asesinato del presidente John F. Kennedy y el escándalo de Watergate. Los contra-mercenarios nicaragüenses fueron un elemento clave en el escándalo Irán-contra que casi produjo la salida de Ronald Reagan del gobierno.

La recluta y armamento de muyahidines musulmanes en Afganistán por parte de la CIA produjo el Talibán y Al Kaida y transformó a un tal Osama Bin Laden, hijo poco conocido de un rico magnate de la construcción saudí-yemení en la más grande figura terrorista que el mundo haya conocido desde Carlos el Chacal. Antes de su prematura muerte el año 2005, el ex Secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Robin Cook, quien tuvo toda la responsabilidad y acceso a los archivos más secretos del MI-6 Servicio de Inteligencia de Gran Bretaña, escribió que Al Kaida no era otra cosa que una base de datos computarizada de la CIA sobre reclutas yijadistas árabes, gente en entrenamiento, mercenarios, financistas y proveedores de armamento diseñada para reabastecer las filas de muyahidines en Afganistán.

Luego de sus guerras por encargo en Afganistán y América Central, Estados Unidos regresó al concepto de invasiones militares totales. La exitosa invasión norteamericana de la pequeña Granada en el Caribe en 1983 estimuló a los planificadores del Pentágono, promotores de la acción militar rápida. Esta política renovada culminó el año 1989 con la invasión de Panamá y en 1991 con la invasión de Irak, esta última a consecuencia de la invasión de Kuwait por parte del líder iraquí Saddam Hussein. La invasión de Panamá terminó con el derrocamiento del hombre fuerte de Panamá, Manuel Noriega. Sin embargo, su encarcelamiento en una prisión norteamericana acusado de contrabando de estupefacientes relacionado con la CIA contribuyó al aumento del sentimiento anti-norteamericano a través de América Latina. Estados Unidos permitió que Saddam Hussein continuara en el poder en Baghdad y utilizaría los ataques del 9/11 del año 2001 culpando al otrora cliente de Estados Unidos, Osama Bin Laden para justificar la invasión y ocupación de Irak, denominada "choque y temor".

Luego que Estados Unidos fracasa en su intento de derrotar al Talibán y a sus aliados yijadistas en Afganistán y luego que Irak cayera bajo el control de un gobierno chiita en Baghdad, vinculado con Irán, Estados Unidos decidió una vez más regresar al concepto de la guerra por encargo. En el caso de las rebeliones contra el líder libio Muammar Gadafi denominadas "Primavera Árabe" y contra el presidente sirio Bashar al-Assad, esta resucitada política de la guerra por encargo encontró a Estados Unidos aliado con sus viejos amigos de Afganistán en los años 1980, Al Kaida y sus desprendimientos, algunos de cuyos mercenarios reclutados declararon al Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIL (sigla en inglés) en Siria e Irak y no ocultaron su intención de expandir su auto proclamado califato desde Indonesia a través del Medio Oriente, Asia Central y África hasta España y los Balcanes.

En todo caso, el ISIL tiene sus raíces en "El Despertar Suni" dirigido por los norteamericanos, una entelequia neo conservadora diseñada el año 2006 para a través de la cual suministrar armamento y dinero a las tribus sunitas en el occidente de Irak opuestas al gobierno títere de mayoría sunita de Baghdad, dominado por Estados Unidos. No obstante, solo por el hecho que estas tribus se oponían a los provocadores Salafistas/Wahhabistas financiados por Arabia Saudita en su medio. Lo único que "El Despertar Sunita" logró fue el despertar del yijadismo en Irak que preparó el terreno para que se afincara el ISIL. El Despertar Sunita y Al Kaida en Irak cuentan solo con el encantador neoconservador y caído en desgracia por un escándalo sexual, general David Petraeus, el inventor del Despertar Sunita a quien agradecerle por el lanzamiento del ISIL.

Cuando Estados Unidos proclamó que estaba aportando entrenamiento, equipos y armamento para un ejército de rebeldes sirios "moderados", en realidad estaba canalizando asistencia militar para las guerrillas musulmanas más radicales, núcleo central del ISIL, consistente mayoritariamente de extranjeros reclutados principalmente entre las filas chechenas, afganas, uigures, iraquíes, libios, yemenitas y argelinos, algunos de ellos con experiencia de combate en las guerras de Afganistán, Irak, Yemen y Libia. Existen cálculos aproximados en el sentido que un 80 por ciento del armamento de la CIA destinado para los rebeldes "moderados" sirios terminó en las manos del ISIL y de sus afiliados.

Al igual que el apoyo a las filas afganas y "árabes-afganas" Muyahhidines durante la guerra soviético-afgana, la ayuda financiera vino de los potentados wahhabistas de Arabia Saudita, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Bahrain y Kuwait, ricos en petróleo. Estas mismas entidades wahhabistas ricas en petróleo, también aportaron tropas, armamento y mercenarios para combatir a los rebeldes hutíes chiitas en la sangrienta guerra civil de Yemen. Estados Unidos estaba feliz que en Siria y Yemen los ejércitos más radicales yijadistas se hicieran cargo de Assad y de los hutíes ya que ambos estaban apoyados por Irán. Esencialmente, a través del Medio Oriente, Estados Unidos estaba utilizando a salafistas, wahhabistas y yijadistas sunitas para llevar adelante un guerra por encargo contra Irán y sus representados.

Altos dirigentes neoconservadores norteamericanos, de la misma calaña de aquellos que contribuyeron a empujar a Estados Unidos a una devastadora y directa intervención militar en Afganistán e Irak, insisten en que Estados Unidos se alíe con los yijadistas por encargo, incluyendo a Al Kaida. La alianza Estados Unidos-Al Kaida fue promovida por el ex director de la CIA, David Petraeus. El ex comandante general de la OTAN, General Lesley Clark, urgió a Estados Unidos apoyar a los grupos yijadistas existentes en el norte de Siria para establecer una zona de interdicción aérea contra los aviones militares rusos en la región. El Secretario de la Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, pareció que había escuchado el consejo de Clark cuando anunció la eliminación del programa "entrenamiento y equipamiento" de Estados Unidos para nuevos reclutas sirios y en cambio concentrar el apoyo militar norteamericano en los actuales frentes rebeldes sirios, muchos de ellos de carácter yijadista.

Los grupos rebeldes sirios cuyos vínculos con los elementos yijadistas están bien establecidos, ya han recibido de parte de Estados Unidos, misiles anti-tanque TOW y toneladas de armamento transportado por aire.

Los neoconservadores norteamericanos incluso han pedido que Estados Unidos suministre a los rebeldes sirios misiles antiaéreos portátiles.

Estados Unidos todavía podría avizorar que su insensata guerra por encargo en Siria podría alcanzar un costo elevadísimo. Los sirios erradicados a la fuerza de sus hogares debido al apoyo norteamericano a los violentos extremistas musulmanes que luchan bajo la bandera yijadista blanco y negra del ISIL, Al Kaida, Frente Al Nusra, Mujyirin wa Ansar, Ahrar as-Sham, Yabbat Ansar al-Din, Brigada Mártires Yarmouk, Yaish al-Yihad y el Grupo Jorasán.

Tal vez habría una solución para esta última guerra por encargo norteamericana que podría compensar al pueblo de Siria que ha perdido vidas de sus seres queridos y sus hogares a manos de los rebeldes yijadistas apoyados por Estados Unidos. En el año 1986 la Corte Internacional de Justicia de La Haya, se ocupó de la guerra por encargo de Estados Unidos contra Nicaragua, la cual incluyó el minado ilegal de los puertos nicaragüenses y el armamento para los rebeldes contras. La Corte encontró que Estados Unidos había violado el derecho internacional en su guerra por encargo contra la soberana República de Nicaragua. Aunque Estados Unidos de manera belicosa rechazó la jurisdicción de la corte y juicio en su contra, y que incluso vetó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que exigía a Washington reconocer el dictamen de la corte, sentó un caso precedente contra países que se involucren en guerras por encargo. El gobierno de la República Árabe Siria tiene que plantear el mismo caso legal contra Estados Unidos como lo hizo Nicaragua el año 1986.

Si Estados Unidos continua infringiendo el derecho internacional e ignora las reiteradas decisiones de la Corte Internacional de La Haya, existen otros remedios: aplicar sanciones contra Estados Unidos a través de negación de visas para altos funcionarios norteamericanos, congelamiento de haberes en el extranjero de altos funcionarios norteamericanos y el embargo de aviones, barcos y otros bienes en territorios extranjeros hasta que Estados Unidos reconozca sus crímenes contra el pueblo de Siria y, por extensión, otros pueblos que han sido afectados por las guerras por encargo de Estados Unidos.

Otras partes agraviadas son los pueblos de Irak, Libia, Yemen, Ucrania Oriental y otros países y regiones atacadas por los señores norteamericanos de las guerras por encargo.

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Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona



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Wayne Madsen

Escritor. Especializado en Asuntos Internacionales


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