Descubramos el soporte de esta acreditada ley del mercado

Conozcamos la Escasez [i]

“Por consiguiente, si bien la oferta y la demanda regulan el precio de mercado, o, con más exactitud, las diferencias de este respecto del valor de mercado, en cambio este último, regula la relación entre la oferta y demanda, o constituye el centro en torno del cual las fluctuaciones de la oferta y la demanda hacen variar los precios de mercado.

“Señalemos aquí, de paso, que “la demanda social”, la que regula el principio de la demanda, es condicionada en esencia por las relaciones de las distintas clases  entre sí y por su respectiva posición  económica; en consecuencia, ante todo, por la relación entre las diversas fracciones en que se descompone la plusvalía (ganancia, interés, renta del suelo,  impuestos, etc.). Volvemos a comprobar que nada puede explicarse en términos absolutos mediante la relación entre la oferta y la demanda, si no se muestra antes sobre que base funciona dicha relación”.  Tomado de: Carlos Marx, El Capital, Libro Tercero, Cap. X.

De entrada, distingamos entre “escasez” e “inexistencia” de una mercancía cualquiera. Son situaciones mercantiles muy diferentes. Lo que no existe mal puede variar entre escasez y abundancia, a pesar de que tanto esta como aquella suelen contraponerse entre sí.

Ahora, fijémonos en las mercancías existentes en mayor o menor cuantía, de acuerdo con las variables de producción capitalista, o sea, según las relaciones de producción del sistema burgués: Sólo a punta de ensayo y error, y luego de varios procesos, la oferta (producción) logra equilibrarse con la demanda (consumo); cuando esto ocurre, el precio de mercado se acerca bastante al “precio de producción”.[1] Este precio, recordemos, es una transmutación del valor de producción, como resultado de la competencia intraclasita entre productores diferenciados por los niveles tecnológicos de sus medios de producción.

Eso, por parte de la oferta; por parte de la demanda, nos hallamos frente a una dilatada  banda de consumidores diferenciados por sus rentas, o poder de compra, unos como productores, terratenientes, comerciantes, banqueros y gobernantes, y otros, como simples trabajadores. Dentro de cada uno de esos grupos de “rentistas” o demandantes potenciales (solventes), se da una diferencia de poder de compra de segundo grado. Unos capitalistas, terratenientes y gobernantes disponen de más ganancias e impuestos que otros, así como unos trabajadores devengan más salarios que otros colegas.

Bien, así las cosas, es de inferirse que lo que viene llamándose baja demanda es bajo poder de compra para unos consumidores, según determinado nivel de precios de mercado, y por supuesto, si el precio baja se infiere también que haya más demandantes , y viceversa.

Tal es la esencia del falso apoyo teórico de la Economía Vulgar o Burguesa  que atribuye y califica como supuesta Ley de oferta y la demanda, a la contraposición entre la producción y el consumo que  identifica como escasez o abundancia.

De esa manera, se ha pretendido esconder el drama de la mala distribución de la riqueza imperante, no sólo en el capitalismo, sino en todos los regímenes clasistas.

Lo más científico es reconocer que si las rentas del trabajador fueran suficientemente holgadas y cubrientes de su cesta de consumo, siempre habría capacidad de compra para las diferentes mercancías que la sociedad ofrezca, porque el equilibro proviene y se da entre producción y consumo, antes, y no entre oferta y demanda, después, habida cuenta de que el mercado es secundario (un segundo momento), luego de que la producción se halla consumada.

Lo que preexiste puede ser la demanda potencial, pero luego de iniciada la correspondiente producción, esa demanda social se concreta o no, parcial o totalmente, según el apetito lucrativo burgués, o según el poder de compra de sus clases y correspondientes miembros, un poder adquisitivo (renta) , de partida,  desigual en manos de la masa de empresarios y, particularmente de los trabajadores asalariados.

De resultas, no estamos frente a ninguna adivinanza sobre huevos y gallinas, no; estamos sí frente a un problema de competencias lucrativas entre un productor que fija precios que no podrán ser satisfechos por todos los trabajadores, más allá de cierto nivel, y que abre mercados por debajo de otro. A un precio “x”, por ejemplo, demanda “x”; a otro precio “x+1”, menor demanda “x-1”, mientras a precio “x- 1”, mayor demanda “x+1”. Porque siempre habrá una mayor o menor cantidad de consumidores que podrán comprar a determinados precios. Obsérvese que no se trata de que a un precio menor un consumidor consuma más, lo que ocurre es que a precios mayores la demanda se reduce porque habrá menos compradores para cubrir esos precios, y viceversa.

Imaginemos una masa de asalariados uniformemente remunerada. Bastaría un simple cálculo estadístico para conocer con máxima acuracidad cuánto podrán comprar de tal   mercancía, y cuánto de esas otras, y, en función de ese dato, la oferta quedaría equilibrada con la demanda,   el   problema   de la escasez desaparecería en el acto, y con ello tendríamos que reconocer que los movimientos de precios en el mercado son efectos y no causas.

En conclusión, la escasez es una coyuntura de producción que aflora en el mercado, y que refleja los desajustes de la distribución de la riqueza burguesa a nivel de fábricas.







[i] Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.


marmac@cantv.net


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Manuel C. Martínez M.


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