Misión Ciencia enfrenta al neoimperialismo del conocimiento

De la revolución Bolivariana hay dos batallas que seguramente serán memorables y no es casualidad que ambas sean de corte tecnológico. Una de ellas la mediática, donde la comunicación alternativa ha tenido que enfrentar en el mismo terreno al imperio de la información con herramientas también alternativas. Propias de un escenario de resistencia dentro del concepto de guerra de cuarta generación (guerra de información) y paralelo a la política comunicacional de estado, que lamentablemente sigue fracasando.

Ahora, mas recientemente, el lanzamiento de la Misión Ciencia, se perfila como el cambio cultural más ambicioso que se nos haya planteado y recordemos que las revoluciones sociales son esencialmente cambios de cultura.

Como todo cambio, tiene sus actores y la resistencia natural. Por lo que es importante identificar y caracterizar esos elementos. Miremos a lo interno. En un proceso como el venezolano, en donde todo parece estar al revés, no es raro que la sociedad sea quien determine cuales son sus instrumentos o sus operadores y no el estado. Las clases populares han determinado cuales son sus códigos comunicacionales, cuales son sus organizaciones, ejerce tanto la contraloría social como la inteligencia social y mas aun, establece cuales son sus liderazgos con una fuerte tendencia a lo colectivo.

Resulta absurdo entonces plantearse que cual apóstoles de la ciencia vamos a determinar desde “arriba” estrategias que impulsen cambios en los cinco ejes de desarrollo e iluminar la oscuridad en las mentes del pueblo venezolano. Eso es arrogancia. Por el contrario, la posibilidad de éxito “puede” estar en la observación del como se mueve esa sociedad y como insertarse dentro de ese movimiento sirviendo de catalizador a través del conocimiento. Hasta ahora, todo lo que el pueblo toma en sus manos queda blindado de retrocesos, no importa la fuerza interna o externa que se intente. Si en verdad queremos apuntar al concepto de lo endógeno, parece necesario redefinir la Misión Ciencia como un proceso de generación de conocimiento “desde abajo”, no en una estructura piramidal si no horizontal. Misión Ciencia debe definirse en términos de empoderamiento ciudadano y finalmente en bienestar social. De resto, encontraremos la misma resistencia que ha tenido la población a los lineamientos del imperio.

Reflexionemos por un momento: ¿Que pasaría en Venezuela si de golpe se paraliza toda labor científica tanto en Universidades como en institutos de investigación? Muy seguramente NADA. Eso es sumamente grave cuando debería ser vital y cambiar eso debe ser una de las metas de la Misión Ciencia.

“Para acabar con la pobreza hay que darle poder a los pobres. El primer poder debe ser el conocimiento”.

HCF.

Pero también hay actores externos. Es necesario asumir que vamos enfrentar grandes poderes económicos. El capitalismo ha establecido la norma que una vez generado el conocimiento, deben ponerse barreras para que el resto de la humanidad lo obtenga. Entre otras barreras debes pagar por ello, es un bien negociable. Pues bien, el movimiento del software libre (SL) ha venido planteando que se trata de la peor aberración ética de todos los tiempos. El conocimiento o es libre o se convierte en simple mercancía, o peor aun , en un instrumento de dominación. El conocimiento libre es un principio tan sencillo se convirtió a la vuelta de unos años en algo realmente subversivo. Un modelo de negocios distinto que choca y lesiona grandes intereses económicos. Amen que en Latinoamérica lo que nos sobra es la creatividad y lo que casi siempre falta son los recursos. En la ciencia al servicio de los mercados, el saber popular siempre se ha descalificado con la etiqueta de “informal” No entra dentro del esquema mercantilista. Es imposible pensar que nuestras abuelas le pusieran precio a la tradición oral o que nuestros piaches cobraran por comunicar a las nuevas generaciones sus conocimientos de etnobotánica. Tampoco habría la posibilidad de poner precio al amor de una madre a sus hijos o del afecto de nuestra pareja. Hacerlo sería prostitución. Lo popular o gratuito no es de ninguna manera algo de segunda y así han tratado que lo veamos porque no se puede negociar con eso. El punto es que debemos elegir una escala de valores adecuada orienada a lo humano y no al libre mercado.

No nos sorprenda que el capital reaccione en contra de la misión ciencia. Para muestra, tan solo en las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) se ha venido dando una batalla que lamentablemente ha pasado bajo la mesa. A un año y cuatro meses de la publicación en gaceta del decreto presidencial 3390 sobre el uso del software libre (SL) y a más de ocho meses de la aprobación del plan nacional para este decreto, ni siquiera el mismo Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT) ha completado (y me atrevo a decir iniciado) un proceso “eficiente” de migración al software libre aun cuando existe un calendario para quemar etapas. Todavía vemos eventos del MCT en donde la documentación viene en formatos propietarios de Microsoft. Resulta aun más absurdo cuando el MCT es el ente encargado de diseñar las políticas públicas tecnológicas y siendo el decreto 3390 una política de estado esbozada por el mismo presidente que amerita su más acelerado cumplimiento. En un menor grado de avance, el resto de la Administración Publica Nacional, salvo algunos entes que desde hace tiempo habían apostado a las tecnologías libres.


Es obvio que una revolución no estaría garantizada por el simple hecho que el MCT muestre sus presentaciones en SL en vez de Power Point de Microsoft, pero es un indicador del grado de avance en una institución en su plan de migración y el cambio de cultura que debiera producirse en el personal que lo integra para encaminarnos a la creación de un nuevo estado. Nuevamente recordemos que revolución implica un cambio de cultura.

Vemos entonces como en una sola de tantas disciplinas científicas, los procesos se han visto entorpecidos por intereses económicos que apuestan al fracaso de cualquier iniciativa como en el caso del decreto 3390. ¿Quienes? Las grandes empresas transnacionales del software propietario como Microsoft, las corporaciones de hardware como Hewlet Packard o IBM que constantemente torpedean el proyecto mediante convenios leoninos que han fracasado a lo largo y ancho de este continente. En otras palabras, los operadores del neo liberalismo. Muchas veces con la anuencia de funcionarios públicos que son esa quinta columna retrógrada y parte de la burocracia corrupta que hace resistencia al proceso de cambios.

Si esa es la experiencia tan solo para la Informática ¿Que debemos esperar para un proyecto de mayor alcance como la Misión Ciencia que engloba ciencias sociales y naturales? Muy seguramente los operadores del neo liberalismo se harán presentes en cada área defendiendo el “status quo” de nuestra dependencia tecnológica haciendo fracasar cualquier intento de cambio. Que todo quede igual es lo que va a garantizarles su ganancia económica en la explotación de nuestra ignorancia. Está en nosotros lograr una diferencia.

Observamos por un lado un MCT montado en una labor realmente vanguardista y revolucionaria que raya en lo titánico, impulsando no solo el decreto 3390 sino los retos más grandes en estos 7 años democratizando la ciencia. Nos consta, porque lo hemos sido testigos de excepción de los esfuerzos en esa dirección y Venezuela se encamina a cumplir con las metas del milenio de forma mucho más acelerada. Pero lamentablemente también vemos un MCT blanco de maniobras elaboradas por el neoimperialismo del conocimiento, operando desde adentro y apostando al fracaso de lo que debiera ser bandera en estos tiempos.

Ahora bien, recordemos que cuando venga el tiempo de los balances, la historia va a evaluar únicamente por resultados y no tenemos la opción del fracaso. Tampoco excusas. Un nuevo reto queda planteado con la Misión Ciencia y dentro de todo nunca dejaremos de ser pioneros. Es necesario asumir la responsabilidad histórica que los tiempos nos presentan


René Baralt

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