(A propósito de La Vaguada del 11/02/05)

Retornar a Vueltas Viejas

Hegel decía:

“Lo único que aprendemos de la historia

es que nunca aprendemos de la historia”.

En cambio, Chesterton afirmaba:

“La desventaja del que no conoce el pasado

es que no conoce el futuro”.

Y Santayana declaraba, precisamente hace un siglo:

“Aquellos que no pueden recordar el pasado

están condenados a repetirlo”.

El hombre se erigió en arquitecto de su propio destino: como un dios y un demonio a la vez. Como un dios: intervino y cambio el curso de las aguas, construyó sus casas en el lecho de los ríos y de las quebradas. Como un demonio: arremetió contra la naturaleza, con el machete en una de sus manos talando árbol tras árbol y en la otra la antorcha incendiaria para no dejar huella. Todo parecía perfecto, pero cuando despertó de su sueño, era demasiado tarde, la furia de la naturaleza se llevaba todo a su paso, sin hacer ningún tipo de distingo, para qué tanta ambición, si tarde o temprano la vida nos cobra nuestro atrevimiento.

En muchas partes, como en la Playa de Bailadores, La Vaguada del 11 de febrero del 2005, sólo fue un alerta, aún es tiempo de retornar a “Vueltas Viejas” (1), de rescatar la trocha y de confiar en la sabiduría de nuestros antepasados que encumbraron sus casas y vivieron en paz con Dios, con la naturaleza y consigo mismos. Desde Vueltas Viejas, convertida en una fortaleza, vieron morir generaciones y generaciones, sin tener nada que lamentar. Hoy el sitio yace en el olvido, sólo las ruinas de la vieja casona de “Las Treinta Ventanas” nos recuerda el lugar más seguro de La Playa, donde se posesionaron los antiguos pobladores de la zona al huir espantados por el terremoto del día de San Blas -03 de febrero- del año 1610. Séneca lo dijo lapidariamente: “Los pueblos que olvidan su Historia corren el riesgo de repetirla”.

La historia es valiosa, no cuando nos da respuestas sino cuando nos ayuda a pensar, a hacer preguntas y a cuestionarnos. Si queremos ser eficaces en estos momentos, tenemos que mirar la realidad de frente y actuar sin contemplaciones. Debemos concentrarnos en las causas y asumir el proceso de reconstrucción con escepticismo. Las alternativas y decisiones no esperan para después. La historia nos enseña que las situaciones cambian con mayor rapidez que el hombre, que apenas trata de adaptarse y evolucionar. Cuando los ríos se desbordan hay abundancia de politiqueros de oficio, que ven su tabla de salvación en miseria y en el dolor ajeno, a ellos (los politiqueros) lo único que les importa es continuar en el sistema, aunque cada cuatro años tengan que cambiar de boina y corran el riesgo que se les destiña.

*Director del IMUCU.

1. “Vueltas Viejas”: Lugar señalado por la pluma acuciosa de Don Lisando Barillas (honor a quien honor merece), como el sitio escogido por los antiguos pobladores de La Playa para reubicar el pueblo después del terremoto del 03 de febrero de 1610.



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Néstor Abad Sánchez*


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