Los enfermos mentales de la ciudad de Cumaná no le duelen a nadie. Ni al Estado, ni a las instituciones que se precian de filantrópicas. Se sabe que representan un flagelo, un reto, una vergüenza. Por supuesto, no hay estadísticas, tampoco investigación, ni siquiera números aproximados.
Pero, están allí, deambulando dentro de las propias instalaciones de Desarrollo Social de Fundasalud Sucre (HUAPA), de techo en techo, de plaza en plaza, cargado de olores, harapos y miseria, con los ojos desorbitados, rumiando sus amarguras, vegetando en la impunidad y formando parte de una nueva faceta de nuestra querida ciudad.
Pareciera que existiera una resignación inhumana, antipatriótica y anticristiana, la cual constituye realmente una grave, trágica y desconcertante aberración socio-cultural.
Definitivamente, los locos constituyen una pesadilla que debemos romper. Por eso, ruego a Dios apoyo y fortalecimiento para esta iniciativa de rescate: Los 508 años de la ciudad de Cumaná lo agradecerá.
