Mi Palabra

Dos ciegos extraviados el rescatista parecía muy limitado

"El que no hace un esfuerzo

para ayudarse a sí mismo,

no tiene derecho a solicitar

ayuda a los demás"

Demóstenes

 

A las nueve de la mañana el sol hacía esconderse a los más atrevidos parroquianos de un barrio, donde la soledad llamaba la atención. Los pocos que se veían en la calle cargan la sombrilla o paraguas. Un mecánico atendía a un cliente, quien pacientemente esperó en la puerta del improvisado taller. Del otro lado de la calle se acercaban tres personas a paso rápido, sobresaliendo un bastón blanco de los utilizados por las personas con discapacidad visual. De los tres, uno de ellos presentaba serias dificultades al caminar, casi arrastraba las piernas. Pasaron y al momento se devolvió el de los problemas al andar despertando la curiosidad.

Apenas estaba enfrente lo llamé para tratar de saciar la inquietud, ahondando más lo que hacía minutos me había llamado la atención, no se le entendía nada cuando hablaba y la vista la dirigía hacia arriba prácticamente perdida, la ropa llena de grasa o aceite, daba la ligera impresión de cumplir alguna función en algún trabajo relacionado con la vestimenta. Al entrar en confianza le pregunto por el nombre, y antes la imposibilidad para expresarse me pasó la cédula para que lo viera: Ramón Rafael Castellano Escalona, nacido el 26-5- del 98 apenas 24 años –nombre ficticio respetando la identidad de la persona–. Sigo indagando por sus limitaciones al caminar, para saber si era de hace poco tiempo y rápidamente mi hizo señas, que, era desde pequeño. Nació con la dificultad.

La entrecortada comunicación se fue extendiendo, a pesar del fuerte calor y extrañamente no se veían señales de llover, a pesar que en los últimos días no ha cesado el invierno. En medio de las preguntas y las respuestas por señas, se presentó el dueño de la casa, donde se habían quedados las dos personas, padecen discapacidad visual, quienes tenían rato perdidos en el barrio y andaban buscando a un compañero con la misma dificultad de ellos, el cual se encuentra recuperándose, después de haber sido operado, porque un imprudente chofer le dio un golpe y le fracturó el fémur de la pierna derecha; por suerte Ramón Rafael los consiguió y los llevó a la dirección que buscaban en medio de todas sus limitaciones.

En el corto tiempo se presentaron dos personas vecinas del mecánico, quienes se incorporaron a la conversación aportando importante información para conocer lo útil de este joven, a pesar de las condiciones para mover. Trabaja de ayudante en un taller de gandolas y no falta un día. Pero, como nunca falta la jocosidad del venezolano en cualquier esquina. Uno de los recién llegados soltó un comentario muy jocoso: "Así, como usted lo ve, todos los sábados en las tardes va derechito para donde Dora, al hombre le funciona perfectamente la computadora". Todos soltaron las carcajadas, entre ellos el señalado, quien no podía ocultar la picardía. Dora, es un prostíbulo o casa de citas, que, funciona en el centro de la ciudad. No es raro que, sea bien atendido, ya que, el refrán lo dice bien claro ¡por la plata baila el mono!



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Narciso Torrealba


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