A Tulio Hernández

Carta a un escuálido maldito

Maldito escuálido, leí tu artículo “Carta a un chavista pendejo” en El NaziAnal (06/12/09) y me asombró lo bajo que aletea tu deshonestidad intelectual bajo el peso del odio y desprecio que sientes por el pueblo venezolano, por ese chavista “de a pie” a quien dices que está “metido a pendejo total. Porque no sólo te estafan, sino que los tuyos lo hacen de manera más descarada, estrambótica y grosera y tú sigues aplaudiéndolos. Yo lo se. Te creíste el cuento de que Chávez era casi un Jesucristo, y ahora, como a los niños con Santa Claus (sic), te cuesta mucho dejar de creer”.

Lo primero que quiero decirte es que empleo el término maldito, primero como definición (“eres un maldito”), y luego como severa advertencia (“estás maldito”) sobre el hado que te perseguirá siempre con todas sus implicaciones y consecuencias. Tu mejor destino será envejecer y morir con un corazón de silicón cada vez más arrugado por el rencor contra la vida y el amor de esta imperfecta pero humana y pacífica Revolución, o en el peor de los casos ser testigo del triunfo violento de tu minoría y convertirte visiblemente en lo que esencialmente eres, delator y verdugo, padrino intelectual de la matanza.

A partir de tus mentiras evidentes y tus omisiones aún más mentirosas, podemos reconstruir los planos del sombrío edificio de tu infamia. Escribes “(…) conozco mucha gente buena como tú que sigue igual de pobre o de clase media con privaciones como hace una década, mientras la élite poderosa se hincha de prebendas, se enriquece groseramente y no hace ningún esfuerzo por ocultarlo”.

¿Fueron acaso los “jerarcas chavistas” quienes se beneficiaron con las millones de consultas, análisis e intervenciones quirúrgicas gratuitas de Barrio Adentro en estos últimos 10 años? ¿Fueron acaso los “jerarcas chavistas” las decenas de miles de invidentes que recuperaron la vista en la Operación Milagro?

¿Acaso los jerarcas chavistas componen el millón de personas alfabetizados y los millones que volvieron a estudiar o ingresaron a las universidades? ¿Fueron los “jerarcas chavistas” quienes compraron el más de medio millón de vehículos nuevos que se vendieron en los 3 últimos años? ¿Fueron los “jerarcas chavistas” quienes se otorgaron a sí mismos centenares de miles de créditos para vivienda, empresas familiares, pequeñas y medianas industrias? ¿Fueron los “jerarcas chavistas” quienes se adueñaron de las tierras que se les confiscaron o expropiaron a los latifundistas?

Hablas de la “doble moral” de los “jefes” chavistas y tú, que te dices “por muchos tiempo opositor de AD y COPEI” formas, junto con adecos y copeyanos, la oposición más torpe e inmoral de los últimos 100 años, compuesta exclusivamente por la burguesía, los “adecopeyanos” que llegaron a formar parte de ella o siguen a su servicio, y por la caterva de mercenarios comprados o alquilados por el dinero del Departamento de Estado y la derecha europea.

Le escribes al “chavista pendejo” que sólo existe en tu imaginación: “Por qué no te preguntas, amigo, cómo y por qué un gobierno que se supone socialista tiene como aliados y protegidos no a un grupo de capitalistas (cosa que estaría muy bien, porque hasta ahora no se conoce una economía que genere más bienestar que la de mercado) sino a un grupo de pillos oficiantes del capitalismo salvaje que, precisamente, se enriquecieron jugando a la peor manera del capitalismo, la estafa financiera”. Porque tú, maldito escuálido, crees que hay chavistas tan pendejos como los opositores como para ignorar que fue justamente “la economía de mercado”, con la alianza y protección que le los gobiernos a los capitalistas, la que arruinó a Venezuela, a la mayoría de los países latinoamericanos y, finalmente, a los mismos Estados Unidos, sin generar el más mínimo bienestar sino todo lo contrario.

Previendo que te digan lo anterior, te apresuras a reconocer que “en los tiempos del segundo gobierno de Caldera” (…) “poco más de una centena de banqueros se colocaron al margen de la ley”. Manera elegante de distinguir a los que hoy roban de los que entonces se colocaban “al margen de la ley”. Bajeza obliga. Tú no mientes, Tulio Hernández, tú te colocas “al margen de la verdad”.

La “diferencia decisiva”, explicas, consiste en que aquel robo lo hicieron “banqueros privados manejando mal el dinero de los ahorristas” y este robo lo hizo “con dinero del Estado, con dinero que es tuyo y mío (…) una minoría asociada a jerarcas del proyecto bolivariano por todos conocidos y por nadie mencionados” (ni siquiera por ti, que raro).

Leyéndote, los chavistas, si fuera pendejos, deberían deducir que aquellos banqueros privados que “manejaron mal” el dinero de la gente, no estaban asociados con aquel gobierno. Será por eso que aquel gobierno les repuso a los banqueros lo robado (con dinero del Estado que era tuyo y mío), y no dio nada a los ahorristas. Los banqueros se lo robaron por segunda vez (ese dinero tuyo y mío) y nadie fue preso.

No, escuálido maldito, la verdadera “diferencia decisiva” es que el gobierno bolivariano encarceló a los ladrones y les está pagando a los ahorristas estafados, y eso te duele, porque tus compromisos y servidumbres, cualquiera que sean, te obligan a torcer dolorosamente la realidad hasta hacerla parecerse a lo que esos compromisos y servidumbres te ordenan que se parezca.

Heredamos de la Cuarta República, además de miles de falsarios como tú y los millones de infelices que por ustedes se dejan engañar, un montón de problemas y taras, pero no heredamos, no quisimos heredar, la impunidad.

Terminas tu carta, maldito escuálido, citando a otra pluma asalariada y deshonesta como Edgar Morin (desenmascarado en Mayo 1968) para comparar a los chavistas con los soviéticos bajo el estalinismo, con la insultante diferencia de insinuar que la realidad que los soviéticos negaban a la fuerza, nosotros la negamos voluntariamente, por pendejos.

Tulio Hernández, te crees, como qualquier deshonesto intelectual, un rolo ‘e vivo. pero eres sólo un vivo pendejo y solo, que perdió una gran oportunidad de callarse la boca y continuar siendo ignorado. Ahora seguirás siendo la misma gran cantidad de importancia nula en que te convertiste, y además un maldito escuálido y un escuálido maldito.


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Eduardo Rothe


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