La hora de ser chavistas

Los opositores (o lo que queda de ellos) seguramente sienten ésta como la hora más desolada de su existencia. Y con toda razón.

Reconociendo el pleno derecho que tienen los venezolanos, como nunca antes en nuestra historia, al libre ejercicio de las ideas, hay que aceptar que muy probablemente mucha de la gente que se enlistó en algún momento en las filas opositoras lo hizo convencida, ya no sólo de las mentiras que se urdieron contra Chávez desde algunos medios de comunicación privados para desconocer su legitimidad a lo largo de todo este tiempo, sino de las promesas de mejor conducción de los asuntos públicos que le ofrecía desde entonces su autoimpuesto liderazgo.

Hubo desde ahí, en los últimos diez años, una persistente sobreventa de cualidades excepcionales para la gestión de gobierno, complementada meticulosamente con una infatigable descalificación del Presidente y del gobierno revolucionario. Con lo cual se adoctrinó a la militancia opositora en la convicción de la impostergable necesidad de salir del primer mandatario a como diera lugar.

Ahora resulta que ante la inocultable evidencia de los logros de la revolución a medida que transcurre el tiempo (durante el cual se constata cada vez con más fuerza que todo cuanto se dijo contra Chávez eran puras falacias sin fundamento, como aquello de la crisis y las mil restricciones a las libertades y a los derechos humanos, etc., que se irían imponiendo en nuestro país), esa militancia se queda no sólo sin aquellos argumentos contrarrevolucionarios que le motivaron inicialmente, sino que se queda progresivamente sin escenarios. Y lo que es seguramente peor para ellos... sin aliados internacionales.

Ante la innegable realidad del carácter delincuencial de su más encumbrados líderes (inhabilitados, presos o prófugos de la justicia); la indetenible pérdida de credibilidad de sus cuadros de relevo (las bochornosas derrotas de cientos de candidatos a gobernadores y alcaldes de oposición); y el franco y muy cordial encuentro de Chávez y Obama en función del nuevo y promisorio esquema de relaciones con Estados Unidos, lo más claro es que pudiera ser este el momento de abandonar definitivamente las filas del fracaso y sumarse de lleno a la construcción de la patria soberana.

albertoaranguibel@gmail.com


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Alberto Aranguibel B.

Comunicador social e investigador. Conductor del programa Sin Tapujos, que se transmite por Venezolana de Televisión. Asesor Comunicacional y de Imagen en organismos y empresas públicas y privadas.

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