Los perros son otros

Pensamos que como periodistas, habíamos oído un sin fin de barbaridades, que lo habíamos escuchado todo y que nada podría sorprendernos pero nos quedamos cortos al apreciar por la televisión, a un joven de camisa blanca decir, qué tenía que importarle a Venezuela lo que ocurría en Gaza.

Recordamos un video que ha circulado por algunos canales de televisión, en donde un perrito en una autopista intentaba sacar el cuerpo de otro de su especie que había sido atropellado y muerto por un vehículo. El pequeño can varias veces se vio en peligro durante los intentos que hizo para que ninguno de los autos que circulaban velozmente, terminaran por destripar y deshacer el cuerpo del animalito. El impaciente, y creemos que preocupado perrito, no estuvo en paz hasta lograr sacar el cuerpo del otro animal de la autopista. Fue una acción tan heroica que imaginamos ha sido aplaudida por todos los que han visto el video a nivel mundial.

La humanidad es altamente sensible a las distorsiones que existen en el desarrollo de la vida y no es como algunos pueden creer que, a veces, cuando han estado muy impactados por acontecimientos negativos y han caído en momentos depresivos, llegan hasta decir que no hay humanidad en el diario acontecer de los habitantes del planeta.

Pero eso no es así. Debemos reconocer las distorsiones, las irregularidades y la existencia de individuos que salivan como canes cuando le hablan de negocios y de las posibilidades de que le lleguen más beneficios de los que su calidad de gente puede generar.

Este es el caso de los declaradores amateurs, fanáticos y profesionales que aparecen, cuando menos la gente los espera por los canales privados de televisión con algunos cuestionamientos sin el menor aval, sin la más mínima argumentación, como ese que dijo que a nosotros nada debe importarnos lo que le acontezca a los palestinos.

Eso solo lo vemos en Venezuela y responde a un solo argumento: el de volver a controlar el poder político y económico del país, eliminar los beneficios que está recibiendo la mayoría de la ciudadanía, los mismos que están teniendo mejores opciones para cambiar sus vidas y que en el pasado llegaron a comer hasta perrarina.

Pero eso pareciera querer decir otra cosa también. Esa conducta irremediablemente cerca del diablo, pareciera aumentar el puntaje de sensibilidad y amor de los canes por sus compañeros de raza y por la gente y dejar bien claro, que los perros son otros, que han desvirtuado el gentilicio de estos animalitos.

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Pedro Estacio


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