Apenas ayer pedías que no se pagara la deuda externa. No había nadie más revolucionario que tú. La gente de izquierda sentía admiración por ti y despertabas el odio de la derecha venezolana. Creo que ni siquiera tenías visa norteamericana debido al recelo del imperio al que decías no había que pagarle. Hoy, gracias a una fantástica mutación, te has convertido en el héroe de la derecha que decías combatir y hasta quizás te hayan otorgado la visa del país al que hoy defiendes con tanto entusiasmo. Casi sin poder dar crédito a mis ojos te he visto en una foto que recuerda un viejo afiche gringo del amenazante Tio Sam. Sin embargo te faltó ponerte el célebre sombrero de copa con las barras y las estrellas, aunque debo reconocer que nunca segundas partes fueron buenas.
Acompañando tu pose imperialista escribes un “heroico” mensaje mediante el cual, sin nombrarla, defiendes a la Exxon y a todos aquellos que en el pasado inventaron el “ingenioso” proceso mediante el cual pretendian subastar, a precio de gallina flaca, nuestra industria petrolera. Cual Cid Campeador tropical arremetes contra nuestro gobierno y te estrujas los sesos buscando epítetos denigrantes contra el presidente de nuestra república. Seguramente Mr. Bush lloraría de emoción si pudiera leer tu inflamada proclama, cosa que no hará porque no entiende el español y el idioma que tu hablas ni es español ni es inglés, apenas logra ser un confuso rumor de reverencia servil que no puede entender el amo que hoy adoptas. Calificas a nuestro presidente de dictador y sin embargo publicas en la prensa, a página entera, cosas que ningún gobierno democrático en el mundo toleraría, mucho menos una dictadura.
No te reclamo que te hayas volteado la camisa. Tampoco que seas antichavista. Al fin y al cabo ese es tu derecho. Pero lo que no puedo entender es que por tu odio hacia Chávez te hagas el loco frente a las agresiones del imperio en contra de nuestro país, y menos aún, que justifiques y te alegres por esos ataques.
En vez de defender a Venezuela aplaudes a los traidores que envilecían nuestra industria petrolera bajo el manto engañoso de los mal llamados “Convenios Operativos” y “Asociaciones Estratégicas”. En vez de defender al pueblo venezolano defiendes los intereses voraces de tus nuevos “amigos” norteños. ¡Hasta es posible que Luis Giusti logre que Mr. Bush te acepte como su nuevo asesor presidencial en asuntos petroleros!
¡Que pena Pablito! Ahora andas del brazo con Fedecámaras, la CTV, los adecos, los copeyanos, los cabeza de motor y toda la ralea que en el pasado contribuyó alegremente a entregar nuestro país al “dueño” del “patio trasero”. Me engañastes cuando decías combatirlos, cosa que hacías con mucha más delicadeza que ahora. Lo único que te “salva” es tu pasmosa inteligencia que ha logrado trasmutar el convenio firmado por tus nuevos amigos en favor de Exxon haciendo responsable, milagrosamente, al gobierno bolivariano que lo anuló. Por cierto Pablo, la batalla final no tenemos que librarla contra Chávez sino contra el imperio ¿o es que ahora los yanquis se han vuelto buena gente?
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