La muerte de las estatuas

La oposición de los años 2002 al 2012 empleó el términos "hordas chavistas" con un profundo signo racista, de desprecio, de abominable animadversión contra los partidarios políticos del Comandante Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, ante la impotencia de poder disputarle al líder algún espacio político por la vía electoral; y porque el pueblo le demostraba tal apasionamiento en su apoyo desmedido, que la frustración, la rabia y el odio les tendió mantos de locura infinita, tanto a los partidos de derecha como a los dirigentes, financistas, cogollos y promotores de cuanta artimaña son capaces .

Tras la muerte física del Presidente Chávez, y el hondo silencio que impuso su cuerpo inerte en capilla ardiente para la última despedida, esa misma oposición se unió a aquellas "hordas chavistas" tan defenestradas por su maquinaria mediática, para acompañarlo, en filas interminables ante su féretro, durante aquella despedida sombría que sólo se equiparaba a la de un héroe o un prócer de la independencia.

Sobrevenida la primera oportunidad de elecciones presidenciales, la oposición se envalentonó y quiso cobrar y darse el vuelto de una sola zancada, creyéndose el cuento de que a rey muerto rey puesto, teniendo al muñequito de la torta listo para investirlo con la banda presidencial, pero Nicolás Maduro Moros los mató en la raya. Desde entonces no cesó una campaña feroz para desacreditarlo, llamándolo despectivamente chofer de autobús, obrerucho, barrialero, pobre loco o bruto, ante lo cual el Presidente Nicolás Maduro no sólo ha sido diplomático y comedido, sino serio y firme, sobrellevando la crisis económica y los cañonazos políticos orquestados en su contra, por una senda de tolerancia y amplitud, que la oposición insiste en desconocer y aplastar tan soberbia, brutal y criminalmente.

El eslogan de "todo es culpa de Chávez" se trasladó a "todo es culpa de Maduro", y los loritos y loritas de todas las edades le sacan punta al asunto. Sin embargo, la cara que muestra esa misma oposición irracional de 2002-2012 en este escenario reciente 2016-2017 es verdaderamente de locura, de vergüenza, de paranoia. Han destrozado negocios que nada tienen que ver con la escasez de alimentos, como las paradas de autobuses, oficinas de la Misión Vivienda (destinadas al bien colectivo, al derecho a vivir en un hogar digno, a la paz y la familia), sedes gubernamentales del poder judicial, moral y republicano, sedes policiales, sedes del Consejo Nacional Electoral, unidades de transporte público y de servicio sanitario, así como de los programas alimenticios; además, han asesinado personas, contratado sicarios, francotiradores y lanzadores de objetos mortales, y han perseguido y matado a líderes comunales chavistas e hijos de éstos, con absoluta impunidad, con descarada soberbia. Son hordas de la oposición las que están demostrando la más asquerosa cara de la ruindad, la bajeza, el desenfreno, la incordura y la desfachatez.

El diputado Henry Ramos Allud ha dicho a bocajarro que cuando ellos recuperen su democracia capitalista, neoliberal y pitiyanqui van a rodar las cabezas de los malhechores actuales del gobierno. Esta es una amenaza fascista, criminal, sentenciosa, que debe ser tomada en cuenta por el Poder Moral Republicano, pues viene dicha de quien hasta hace poco presidió la Asamblea Nacional. Es una amenaza de muerte y quien la impulsa es de antemano un criminal en potencia. Parte de este desenfreno tan absurdo como costoso para el país, nace de esa horda parlamentaria que no tiene nada más en los sesos que llamar a la guerra perpetua, al saboteo, al desconocimiento del jefe de Estado, de las Fuerzas Armadas y las Instituciones de la República, así como a la incriminación de los gobernantes chavistas, a quienes acusan de narcotraficantes y ladrones, mientras esos mismos diputados opositores se dedican a realizar sus conocidos tours por el extranjero para promover un embargo, golpe de estado e invasión militar estadounidense a Venezuela, agarrados de la teta podrida de la OEA y de otras organizaciones de dudoso espíritu democrático.

Bajo el trillado eslogan de "esta dictadura" o "este réeegimen", manipulan, distorsionan, encubren delitos, asesinan a chavistas, destruyen la economía y los bienes del país, alterando toda la vida social y laboral de la nación. La gente se está cansando de esta oposición loca y obtusa, y yo insisto en decirles que tienen una muy mala lectura de la realidad actual del país. Si se dedicaran a facilitar la consecución de alimentos y medicinas, por decir lo menos, ganarían, en primer lugar, algo de respeto, y después, tal vez un piso político sólido que les permita asumir algún escenario de gobierno en el mediano plazo, tanto en gobernaciones como alcaldías, hasta que se hagan de un verdadero líder político, del que de todas todas, adolecen hoy día.

Esa tromba de tira piedras y de locos sueltos por las calles no les lleva por un buen camino. Por último, tampoco ganan nada matando las estatuas de nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez, como las que han destrozado en los llanos, en el centro del país y en la isla de Margarita, frente al Hotel Venetur, entre otras, del mismo modo que han destruido las de Bolívar en varias plazas públicas. Matando las estatuas no van a llegar a Miraflores nunca, y duda que matando a otros venezolanos como lo están haciendo ahora, lo puedan lograr. O recogen su locura o su locura los va llevar a la tumba como hordas de desquiciados que son.


 



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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