Más que de la Salida, el fracaso es de la MUD

Ante el país político y frente al pueblo venezolano ha quedado suficientemente definido el rotundo fracaso que significó la aventura insurreccional que sectores radicales de la derecha opositora promovieron, desde comienzos de año, con la manifiesta idea de derrocar al gobierno legítimo del Presidente Nicolás Maduro.

Conocida como la Salida, porque, precisamente, perseguía la salida expresa del Presidente de su responsabilidad al frente de la República, violentando toda la arquitectura constitucional; fue una consigna-propósito que levantaron sus promotores, Leopoldo López, María Machado y Antonio Ledezma, respaldados por sus respectivas agrupaciones políticas ( Voluntad Popular, Vente, Alianza Bravo Pueblo), los renegados de Bandera Roja y algunas comparsas de intelectuales independientes, militares retirados, cenáculos financistas empresariales, viejos caimacanes de la política puntofijista, elementos de la jerarquía eclesiástica, de la farándula, columnistas y anclas de medios, empresarios mediáticos locales y sectores de las autoridades universitarias tanto privadas como de las llamadas autónomas.

Prepotente minoría

 Es decir, una ínfima minoría, soberbia y prepotente ella, que sabiéndose apoyada por círculos de la derecha internacional, especialmente, mayamera y colombiana y, por supuesto, por halcones imperiales, consideró llegado el momento para alzarse con el poder político del país, en base, a una pésima lectura de la realidad social venezolana contemporánea, que les hizo pensar a los promotores y financistas e incluso  a las agencias de “inteligencia” imperiales, que, efectivamente, estaban dadas las condiciones para dar el tan deseado zarpazo que les permitiría retomar el control del Estado y en consecuencia de las riquezas nacionales.

Fue así, como se lanzaron a la aventura del guarimbeo, en escasos municipios con preponderancia de las capas medias, a las manifestaciones estudiantiles, especialmente, de las universidades privadas, a intentar generalizar un caos en el país, estableciendo barricadas, colocando guayas en las vías, lanzando aceite quemado y otros dispositivos en las calles, incendiando unidades del transporte público, dañando otros bienes nacionales, perturbando diversos servicios públicos, apostando francotiradores y mercenarios en los alrededores de las barricadas, acosando e incendiando instalaciones públicas, incluso preescolares con infantes y trabajadores en su interior, etc.; dislocadas acciones estas, de neto corte fascista, que ocasionaron 43 víctimas fatales, centenares de heridos, cuantiosos daños materiales, perturbación de la cotidianidad de la vida ciudadana, en especial, de la propia base social opositora que al cabo de varias semanas de esta tragedia clamaba porque las fuerzas del orden público actuaran para solventar las localizadas situaciones desestabilizadoras de los alocados insurrectos.

La plataforma mediática privada local e imperial puesta en funcionamiento, una vez más, al servicio de tan disparatada intentona insurreccional no logró influir sobre el bravo pueblo venezolano que se mantuvo distante de las acciones desestabilizadoras aunque en alerta permanente y dispuesto a  movilizarse en la medida  en que las circunstancias  lo requiriesen. Igualmente, la FANB se mantuvo firme y leal en su compromiso de garantizar la estabilidad constitucional. Si para algo sirvió la Salida fue para evidenciar que nuestro pueblo ama la paz, anhela vivir en democracia y, guiado por el legado de Chávez, ha internalizado que la unión cívico-militar es la garantía de la preservación de la soberanía y de la paz social.

La derecha ultra radical fue derrotada en su intento insurreccional, las prácticas terroristas de las cuales hizo gala sólo le sirvieron para generarse el más amplio rechazo social (todas las encuestas señalan que más del 80% de la población repudió la propuesta de la Salida y sus implicancias); y el saldo real que obtuvo es que sus dirigentes o están presos, sometidos a juicio, (López, Ceballos, Escarano) o defenestrados (la ex diputada Machado) o tienen requisitoria judicial (Salas Romer, Diego Arria). Y ahora, obcecadamente, insisten en su postura con una nueva Salida, la de plantear una asamblea constituyente con el ribete de pretensión de adelantar las elecciones presidenciales.

La MUD y el guarimbeo

Pero, a nuestro entender, el verdadero fracaso hay que atribuírselo a la mentada MUD, porque desde el 23 de enero, cuando fue planteada la Salida, no supo, bien por oportunismo o bien por incapacidad, contrarrestar una (in)política de esa naturaleza. Sus integrantes, casi en términos absolutos, jugaron al oportunismo de no condenar o rechazar al guarimbeo, creyendo que este podría tener algún éxito; de allí que nunca escatimaron en abogar por la defensa del derecho constitucional a la protesta de unos grupos alzados que nunca protestaron pacíficamente; se levantaron de las Mesas de negociación en la presunción de que con ello debilitaban al gobierno, cuando, por el contrario, a todas luces este ha salido fortalecido, a pesar de la intensa guerra económica, mediática y psicológica a la que, también, ha estado sometido en todos estos últimos meses.

La dirección de la MUD ha sido muy ambigua en su manejo político, por ello, los ultras radicales, que son minoría, le imponen sus políticas desatinadas, mediatizando sus acciones y decisiones. Venezuela necesita y se merece otra oposición, una que, como anhelaba Chávez, en el marco constitucional, le haga el debido contrapeso al gobierno.

Todavía, a estas alturas del juego siguen enfrascados en una discusión interna que gira en sí apoyan o no la propuesta de la asamblea constituyente; no tienen política propia, siguen bailando al son que le toca la derecha fascista, por ello hay quienes piensan que en el fondo son la misma cosa, el mismo” musiú “con diferente cachimbo. Cada vez se hace más claro que el Flaco Capriles no calza los puntos como líder opositor.



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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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