Muchos venezolanos,
los más jóvenes, no conocen al personaje Arria. Es un ex Gobernador
de Caracas de aquellos tiempos en los que en la “democracia” venezolana
el pueblo no elegía ni alcaldes ni gobernadores. Diego rindió cuentas
al amigo Carlos Andrés Pérez (CAP), que lo puso allá, a mandar, sin
control y con el descontrol de la Venezuela Saudita. ¡Viva Venezuela
mi patria querida! ¿Rendiría cuentas Arria a alguien? ¿Al “Don”
CAP?... ladrón que roba a ladrón...
Una vez enriquecido
en la Gobernación se presentó como candidato a la presidencia
en 1979 con un partido, “Causa Común”, de diseño y virtual.
El partido era él y la propaganda televisiva. Competía por la presidencia
contra el cretino de Piñerúa y al inepto de Luis Herrera. El lema
de su campaña era “dale una mano a Diego”; con unos pantalones
blancos, de campana, el bast´n para apoyar la cojera... y melena al
viento. Arria emulaba los inefables anuncios de Belmont en la
playa... pero en la ciudad rodeado de juventud; adeptos que no eran
más que figurantes contratados. No sacó más que el 1.69% de los votos
emitidos.
Cuentan que
la cojera y el bastón le vino a Diego Arria de un intento de atropello
de una amante celosa (“bandida”), lo cierto es que Diego siempre
tuvo el don de la ubicuidad hasta cuando lo volvieron cojo. También
fundó el Diario de Caracas, con una diagramación idéntica
a la de El País español. Contrató a lo mejor del periodismo
internacional y se dio el lujo de regalar un libro a la semana ¿De
dónde sacaba tanta plata el señor Arria?
Millonario
en dólares se colocó en un puesto que dice mucho pero en el que no
se hace nada, embajador venezolano ante la ONU. Su currículo puede
ser consultado en inglés en cualquier página “very nice”.
Fue “advicer” (asesor en español) en todo lo que se movía.
Los resultados
podemos verlos en su bolsillo, pero su premio gordo, sin lugar a dudas,
no fue trabajar con los gringos de asesor sino con los adecos como él
que lo pusieran en donde había... el resto vino solo.
Ahora declara
ante el juez español que vio etarras dirigiendo masas de desarrapados
venezolanos ocupando su finca La Carolina. Que está triste porque en
el país en el que hace años que no vive, por mucha foto que se saque
en su ex hacienda La Carolina, se cumplen las leyes.
Ahora se apunta a este sarao, desde USA, con bastón y todo, como Marcel Granier en el Parlamento europeo. Cuando pisoteaban a los demás, mentían al pueblo y le robaban la “justicia” era de ellos. Ahora la buscan en España, a su medida, virtual, ridícula y de diseño.