Los cubanos del alcalde

Si hay una Misión que sea inobjetable, necesaria y de profundo
sentido humanitario, es la de Barrio Adentro. Muchos, por desgracia,
intentan sumirla en el descrédito y torpedear sus programas a favor de la
salud de nuestros compatriotas más humildes.

La Misión Barrio Adentro ha sido posible, en buena parte, gracias a
la colaboración de miles de médicos cubanos, provenientes de su patria como
un aporte al éxito del proceso que preside el Comandante Chávez. Dichos
médicos comparten sin remilgos la pobreza de sus pacientes, ubicados en las
zonas paupérrimas de nuestros barrios marginales y otros poblados carentes
de servicios básicos.

Claro está que no siempre deben vivir en la miseria ni someterse a
condiciones deplorables. Poco a poco, con el paso del tiempo, los propios
vecinos y las autoridades locales, comenzando por los alcaldes, les han
brindado comodidades y atenciones. Ellos merecen eso y mucho más.

Como es natural los médicos cubanos se abstienen de intervenir en
la política criolla pues su misión se ubica en el ámbito científico y
asistencial. Sin embargo nuestros alcaldes no son buenos samaritanos,
dispuestos a quitarse el pan de la boca solo por amor al prójimo. Muchos
procuran usar a los médicos cubanos como un medio para quedar bien con
ciertas autoridades nacionales. Con ese fin, y no precisamente por
altruismo, les brindan pasajes, transporte, hospedaje en hoteles, así como
alimentación y prebendas que reciben sin titubeos.

En Porlamar, por ejemplo, las tiendas de los bulevares les
proporcionan equipos de línea blanca, aparatos musicales y aditamentos de
última moda por cuenta de la alcaldía respectiva.

El detalle lamentable es que se trata del burgomaestre más
corrupto y reaccionario de Nueva Esparta, ensartado hasta los tuétanos en la
conchupancia.

Es posible que algunos galenos cubanos ignoren tal circunstancia,
pero lo cierto es que Eligio Hernández los utiliza como peones de ajedrez
para hacer ver en Caracas que está resteado con esta revolución.

Espero que no sean tan inocentes como para aceptar las dádivas
creyendo que provienen de un compatriota socialista. En todo caso dense por
enterados.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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