Rumores sobre Dossier

No hay dudas que el señor Walter Martínez de vez en cuando disfruta contando sus propias anécdotas en guisa de paréntesis, y que tales comentarios no siempre son necesarios ni complementarios a la información transmitida. Esto ha levantado "rumores" en el medio revolucionario. Nuestro distinguido comentador, según comienza a decirse por ahí, termina en dichas ocasiones mezclando información con auto-promoción.

Pero vamos a ser claros: dada la calidad de la información suministrada y su impecable presentación, ¿no tendrá tal vez derecho, después de todo, a ejercer en público una cierta y desinhibida autoestima? Es en todo caso el tipo de desliz personalista, y a veces inevitable, que puede ocurrir si profesional y socialmente el mencionado programa cumple su función informativa a cabalidad y, sobre todo, en total ausencia de similares, sin concurrencia. Podrán no gustarle al televidente muchas cosas del presentador, pero si lo esencial está cubierto y expuesto con claridad suficiente, más le vale aplaudirlo. Sobre todo cuando no hay programas de este tipo para escoger, o alternativas, por decirlo así, a su libre postulación... Por otra parte, es innegable que Walter Martínez, en particular, tiene cualidades difíciles de encontrar reunidas en un mismo presentador: fluidez y articulación oral, calma y dominio absoluto de su imagen frente a las cámaras, precisión de vocabulario, traducción simultánea y resumida, seguridad y responsabilidad informativa, cultura general y, no menos importante, amplia experiencia internacional de terreno.

Así que, para efectos del servicio que nos ofrece su programa, muy bien podemos —e incluso debemos— hacer substracción de aquellos elementos propios a su personalidad y cultura que no tienen por qué ser del agrado de todos, como por ejemplo su obvio fetichismo por la tecnología de guerra (la cual, aún así, puede ser información pertinente); su consentida pose de inmodesta hyperclaridad (que se traduce en una buena dosis de narcisismo); su casi infantil y contradictoria admiración por el primer mundo y sus fastuosidades (muy propio de un complejo de clase generalizado y que podríamos llamar "tercermundismo ilustrado"); su acento no completamente venezolano ni uruguayo (es decir, no completamente libre de la entonación sureña que nosotros, muy gratuitamente prejuiciados al respecto, pero a veces con razón, percibimos como "atorrante"). Son en suma algunos de los elementos que sin duda están haciendo pensar a muchos que nuestro personaje no es más que un oportunista. Otros, más radicales, lo verán incluso como un periodista que quiere venderse por lo que dice que vale y no por lo que realmente cuesta (¡ojo, sin aludir a palangrismo alguno!). Pero se trata de factores que en fin de cuentas sólo nos autorizan, como mucho, a declararlo "individuo en discusión", es decir, de naturaleza polémica. Desafortunadamente, no tenemos —por ahora— muchas alternativas y debemos decirnos que el nivel de nuestra "exigencia de usuario", si bien no puede ser rebajado por las circunstancias reales, tiene sin embargo que tocar tierra, no puede adscribirse a un puro idealismo. A partir de esto, camaradas, más nos conviene poner en un segundo plano nuestros propios gustos y posibles prejuicios y valorar ese programa por su sola existencia, la cual sinceramente aplaudo.




Esta nota ha sido leída aproximadamente 4008 veces.



Xavier Padilla


Visite el perfil de Xavier Padilla para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Xavier Padilla

Xavier Padilla

Más artículos de este autor