La diferencia entre pronunciación y pronunciamiento no es nada sutil

Algunos días atrás, creo que fue el 1º de los corrientes, presenciaría en Globovisión -ese como spa informativo por lo serenas que resultan las divas (verdaderos Ángeles de Charlie) que leen o comentan con notoria ecuanimidad las noticias y los hechos allí, así como por su famosa “cortinita” ladillosa y tenebrosa en deliberado extremo que utiliza cuando le conviene su candoroso director general apoyado por Bush y que hace evocar, por lo relajante, o bien a uno cualquiera de los Conciertos de Branderburgo, o bien a uno cualquiera de los conciertos de la sinfonía Las cuatro estaciones- cómo algunos estudiantes bolivarianos se presentarían a su portón a fin de solicitar que los atendieran para poder hacer conocer algunas de sus reflexiones sobre los momentos (ni siquiera pacíficos, sino poéticos) que se vivían y se han venido viviendo en el país debido a la tribulación por la que pasaba y aún pasa un buen señor de bigote cano y rostro de Albertico Limonta, con motivo de que don Rafael Estado Omnipotente hablara -¡al fin! para decirle que no era su hijo, ni mucho menos reconocerlo como parte de alguna generación de relevo…

Prestos como siempre a ser amables, saldría ante la presencia de la “horda” una periodista presuntamente, taco en mano y mechitas y otras cosas quizás igual de bien hechas (la verdad es que siempre se mostraría de espaldas a la cámara) para abordarla y preguntarle de qué se trataba una actuación semejante ante tan sacro portón… Luego saldría también, haciendo gala de su proverbial amabilidad el señalado director general de la planta, quien creyendo que no estaba en vivo y en directo sin embargo lo estaba, lo cual haría de inmediato que se espantara como mula maranta en camino ruidoso... Retirádose así de elegante el director general, quedóse entonces la agraciada y presunta periodista atendiendo a lo que seguro consideraba una agresiva manada de coyotes colmillos sangrantes y, para colmo, bolivarianos.

Tomaría la palabra de entrada un moreno alto con un pelo largo que exhibía serias pretensiones de ensortijamiento, comenzando por cuestionar la evidente impropia actitud de la planta susodicha y haciendo ver que su única pretensión era hacer una “pronunciación”, a lo que le saltara como felina acosada la presunta periodista para corregirlo diciéndole que no era “pronunciación” sino “pronunciamiento”… El joven de pelo largo, sin embargo, mantendría la compostura debida y le diría a la presunta periodista que lo perdonara, que él sólo era un marginal que jamás habría de tener la apelmazada formación suya, y mucho menos su cultura, que en verdad notábasele como “sunámica”… La presunta periodista, con chocarrera pedantería le diría con actitud de perdonavida que: ¡bueno, que se preocupara de cuidar entonces más el idioma! Le replicaría él, que no obstante su “desdichado” origen, muy capaz era de tomarse un café con ella para fines de aprender, a lo que no se resistiera en principio ella, corriendo incluso el grave riesgo de que su novio la pudiera estar viendo en vivo y en directo desde Miami por una estada coyuntural de aquel en ese universal ojo de la cultura y de la cordura.

El moreno de pelo largo confesaría ser estudiante del 6º semestre de Comunicación Social en la “kindergarterina” UBV, siendo la presunta periodista egresada quizás de la católica con enjundioso posgrado en una cualquiera de las más encopetadas de Miami bajo la tutoría del padre Ugalde (o Ubalde, sin saber de qué o balde por qué)… Pero lo cierto es que la exposición que hiciera el moreno de pelo largo, sería serena, académica y burdísima de aguda, sobre todo por lo coherente.

Ahora, de inmediato ¡claro! me fui al DRAE para investigar la diferencia morfológica (quizás derivativa) que existe entre la palabra “pronunciación”, articulada dentro de aquel contexto por el moreno de pelo largo, con la palabra “pronunciamiento” que le sugiriera con total ausencia de urbanidad y manifiesto intento de ridiculizarlo, la presunta periodista de Globovisión. Y la investigación arrojó que el moreno de pelo largo utilizaría de manera correcta “pronunciación”, dado que él sólo pretendía resaltar, destacar, acentuar sobre las actitudes bien premeditadas de Globovisión y declararse en contra de ellas. Pero también la presunta periodista lo corregiría con magnífico acierto porque con su áspero “pronunciamiento”, dentro de su entera conciencia, lo que pretendía era confirmar (en vivo y en directo) que su planta televisiva, en lo único que estaba, era en promover un alzamiento militar contra Chávez que pudiera convertirlo de pronto en el increíble Hulk, coordinado por su director general que, con su cara de león bizco como Clarence, y que me hace siempre recordar a la bella hija de Daktari de quien me mantuviera enamorado por años con extraña fidelidad, y además, con sus curiosos buchetes de niño malcriado y zapateador, lo que ha pretendido y aún pretende es convertirse en aprendiz de caudillo mediático, lo cual, en él, luce como quimera total.

Así pues que, como "adeco es adeco hasta que se muera", asimismo lo es ser pajúo hasta el cumplimiento de esa misma condición…


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Raúl Betancourt López


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