Edición 460

Debemos mejorar nuestra comunicación con nuestro pueblo: No debemos confundir el manejo de los códigos populares con lo chabacano o vulgar

Para el momento en que escribimos estas líneas, nos encontramos en el penúltimo año de este 2025. Esperando que nuestros amigos y amigas hayan tenido unas felices navidades y aprestándose a pasar una noche vieja y año nuevo de dicha, salud y prosperidad.

Inusualmente hemos estado un tanto alejados de las teclas, porque nos hemos entregado como muchos, a la reunión y encuentro con la familia, con los afectos. Ellos son los que nos proporcionan el combustible, la fuerza, para seguir en la lucha que ya forma parte de nuestro diario trajinar.

Y bueno, esa necesaria merma en nuestras actividades y escritos cuasi diarios, aplicando aquello del "reposo del guerrero" que sorprende a propios y extraños, no ha estado exento de acontecimientos y de que algunos nos hagan consultas. De ello nos referiremos en próximas ediciones de esta columna.

Hoy vamos a referirnos a una sugerencia que nos hizo una seguidora a quien apreciamos mucho (que no se asuste que no la nombraremos) pero que hace varios días nos compartió una serie de reflexiones, y que prometimos que nos referiríamos de ellas en nuestra columna.

Esa amiga hace varios días reflexionando, nos decía que le afecta mal oír el uso de groserías en las plataformas tecnológicas y en las redes sociales digitales. Nos hace un poderoso llamado de atención (sobre todo para aquellos y aquellas que tenemos la inmensa responsabilidad de hablar a multitudes y que comparecemos ante medios de comunicación y el uso de plataformas y tecnologías para la comunicación). Le preocupa y con justa razón, que este hecho se esté normalizando (o naturalizando) y nos señala que aún estamos a tiempo de corregir este entuerto tomando conciencia sobre el uso de palabras que enriquezcan nuestro lenguaje.

En esa línea de pensamiento de esta amiga se suscribe José Jatar en Facebook, quien en un artículo titulado "la vulgaridad como identidad: cuando un país renuncia a su palabra" advierte que en nuestro país se ha instalado una peligrosa confusión cultural: la idea de que el lenguaje obsceno, grosero y empobrecido constituye una expresión auténtica de la identidad nacional. Influencers, comediantes y hasta supuestos intelectuales disruptivos celebran hoy la vulgaridad como si fuera una forma de rebeldía, cercanía con "el pueblo" o resistencia cultural.

Sin embargo, lo que representa como autenticidad no es más que una renuncia colectiva al capital simbólico que sostiene a toda sociedad viable.

El habla popular como señala Jatar, o sociointelecto nunca debe entenderse como sinónimo de degradación lingüística. Nuestro pueblo ha sido y es históricamente creativo, ingenioso, expresivo sin necesidad de reducir su vocabulario al insulto, a la obscenidad, al doble sentido, el pornolecto o la repetición vacía. Cuenta Jatar en su escrito que su abuela María Hermegilda Medina Rodríguez, nacida en Maparari, en el poblado de la Sierra de Falcón no sabía leer ni escribir, más sin embargo poseía un lenguaje muy elevado e ingenioso, exento de vulgaridades.

Al igual que Jatar, queremos llamar la atención de esta peligrosa normalización de la grosería, señalando que esta no dignifica lo popular, todo lo contrario, lo empobrece. Y cuando el empobrecimiento del lenguaje se vuelve espectáculo, el pensamiento crítico desaparece, sustituido por la reacción inmediata y el aplauso fácil.

El uso de las plataformas tecnológicas, las denominadas tecnologías de la información y comunicación sin criterios, indudablemente han acelerado este proceso. Ahora el algoritmo premia lo burdo, lo escandaloso y lo inmediato, convirtiendo la vulgaridad en una "estrategia rentable" de visibilidad. En ese contexto, algunos creadores (y creadoras por aquello de la equidad de género) de contenido, y lo más grave, ciertos opinadores (y opinadoras) que se autodenominan de intelectuales, han optado por celebrar la grosería para "no perder audiencia", legitimando así un deterioro cognitivo colectivo que trasciende lo cultural y se está convirtiendo en un problema de carácter ético, educativo y hasta económico.

Tomemos conciencia, sobre todo en estos días de reflexión y recogimiento de que un país o una sociedad que se degrada en su lenguaje va a su vez degradando su capacidad de pensar, decidir y de producir. La pobreza no es solo en lo material como nos lo señala Jatar en su estupendo escrito, puede ser también simbólica.

Cuando las palabras pierden precisión, el pensamiento puede tornarse impreciso, y cuando el pensamiento se vuelve impreciso, las instituciones que sostienen un Estado o una sociedad se debilitan y la prosperidad podría volverse una quimera, sobre todo cuando ese comportamiento es estimulado por los que deberían ser sus referentes (líderes políticos o lideresas políticas, culturales o los mal llamados y llamadas "influencers".

Dentro de la óptica que nos plantea Jatar en sus reflexiones, Venezuela tuvo grandes "influencers" verdaderos que usaron los medios como plataformas masivas para sembrar valores: Aquiles Nazoa en su programa "Las cosas más sencillas"; Arturo Uslar Pietri, quien sin negar su ideología de derecha, tenía un buen programa "Valores Humanos"; Fruto Vivas con "Vidas" y Oscar Yánez con "Así son las cosas.

No es tarea nuestra promover la censura ni de imponer correcciones artificiales o pacatas. Se trata de recuperar la autoridad de la palabra como base de la convivencia, la educación y el liderazgo dentro de la sociedad. Porque una sociedad progresa cuando vuelve a admirar lo mejor de sí misma, no cuando aplaude su empobrecimiento. Defender la dignidad del lenguaje no es sinónimo de elitismo, sino que debemos entenderla como condición mínima para la reconstrucción de nuestros valores, prosperidad y futuro.

Incluso como se lo escuchamos alguna vez a nuestro buen amigo el doctor Erick José Rodríguez Mieres en un foro que dictó hace muchísimos años en la Alcaldía del Municipio Caroní del estado Bolívar: "A través del lenguaje, o de su mal uso incluso, pueden reforzarse mecanismos de dominación".

Y aunque no siendo intención en el presente escrito, pero es que hasta en la Biblia está contenida de manera expresa la importancia del buen uso del lenguaje porque "la palabra tiene poder: de dar vida y de dar muerte".

Y para cerrar, señalamos con una famosa frase que tituló uno de los aportes teóricos del inefable Carlos Lanz: "La Revolución o es Cultural o reproducirá la dominación".

Esperamos que con este llamado de atención en el penúltimo día del año 2025, podamos haber complacido la petición de esa buena amiga y del articulista José Jatar en sus reflexiones y escritos.

¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron sigue!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Viviremos y Venceremos!



Esta nota ha sido leída aproximadamente 255 veces.



Juan Martorano

Abogado, Defensor de Derechos Humanos, Militante Revolucionario y de la Red Nacional de Tuiteros y Tutiteras Socialistas. Www.juanmartorano.blogspot.com , www.juanmartorano.wordpress.com , jmartoranoster@gmail.com, j_martorano@hotmail.com , juan_martoranocastillo@yahoo.com.ar , cuenta tuiter e instagram: @juanmartorano, cuenta facebook: Juan Martorano Castillo. Canal de Telegram: El Canal de Martorano.

 jmartoranoster@gmail.com      @juanmartorano

Visite el perfil de Juan Martorano para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas